1 de septiembre de 2023

Antonio Alcalá Venceslada-30

 



López y López, Román: 

SANTIAGO DE COMPOSTELA. GUÍA DEL PEREGRINO Y DEL TURISTA

A la greña andan hoy los santiagueses con los turistas que pretenden darle un abrazo al apóstol que en su pueblo está, aun siendo patrón de España. Perciben los gallegos de allá que se van acabando los peregrinos y sobreabundan los turistas, los consumidores de cuanto pueda depararles un viaje: gastronomía, piedras, costumbres, modos… Todo es objeto de consumo. El turista es un mal anunciado: es la rebelión de las masas que se saben, que se creen, con derecho a todo: a todito. Más aún si pagan: si yo pago puedo gritar y alborotar por las calles, me puedo emborrachar y vestir como quiera y me dé la gana… y así Santiago se va convirtiendo en una Magaluf de la cornisa gallega peninsular con un borracho abrazado al cuello del Apóstol… Soñó quien esto escribe con hacer el camino en paz. Hace muchas décadas de esto. Hoy no lo desea y lo rechaza. No obstante, esta guía que hoy comento, que es de 1950, ya dice serlo no solo del peregrino, sino del turista. Inútil dar patadas contra el aguijón furibundo y brutal. Ya contaré cómo Alcalá también habla ya de su abundancia allá por 1917.

Como no he podido alargarme a Santiago y sigo hablando y leyendo de él en relación con Alcalá Venceslada, desde La Mancha, doy cortos paseos, junto a don Quijote y Sancho, y no he podido más que caminar, con agrado y con mis ojos, la guía del señor López que trae el respaldo de ser GUÍA OFICIAL, así escrito, y de los méritos de su autor: Ex profesor de Lengua Inglesa en el Instituto de Idiomas de la Universidad de Santiago, del Instituto de Enseñanza Media “Arzobispo Gelmírez” y de Lengua Española de la B. S. L. de Birmingham. También, aventuro, Alcalá habla de este señor en el Diario de Galicia.

Por más que lo intento no logro dar, no lo he hecho hasta ahora, con ninguna obra que se ciña, es lógico, a lo que me interesa, que es el paso de Alcalá por las distintas ciudades por las que hemos ya compartido, y casi vivido: Andújar, Marmolejo, Zaragoza, Málaga, Jaén, Granada, Sevilla, Madrid de refilón y ahora Santiago (casi dos años de mi vida de paseos por la vida del andujareño ya llevo).



Como dijera aquel, tras ver la Alhambra, y pedirle su opinión sobre ella… “Pues la Alhambra, ¡como toas las alhambras!; pero el Generalife...: ¡eso sí es que una güena alamea!”. Pues eso, la guía, por la fecha de edición, no está impresa en los papeles cuché en que ahora se imprimen, ni está a color… El papel es pobre, las fotos en blanco y negro, los planos que muestra se ven hechos con esmero y no intervino el ordenador… Se da información sobre los monumentos que, seguro, Alcalá disfrutó como buen amante del arte, aunque no nos quedan constancias escritas de ello. Recuerdo que Alcalá se marcha de la Universidad de Granada, tras cursar dos años en esta, a la de Sevilla porque desea licenciarse en la especialidad de Historia y nos consta que muy particularmente está interesado en esta y en el arte en general: de ello dará vivas muestras en años posteriores; sin embargo, insisto, no hallo nada sobre el Apóstol, la Catedral, los palacios abundantes: el de Rajoy, el antiguo palacio Arzobispal, la capilla de nuestra Señora de la Angustia… ¡y ni siquiera de la Universidad en la que trabajó hasta 1917! Ya hice notar, creo, en mi anterior entrada que tampoco escribió sobre el teatro que, también seguro, debió de ver, pues el único existente en Santiago estaba frente a la hospedería donde vivió durante mucho tiempo y etcétera, que no se trata de cansinear al lector que, posiblemente, leyó la entrada citada de este ciclo donde hablé de esto. En la próxima entrada, Dios queriendo: diré algo sobre lo arriba escrito, que he hallado en estos días.

El clima de Santiago quizá no sea amable para un andaluz del secano. Es joven. Dispone de tiempo y de medios económicos, de estudios que le ayuden en sus diversiones e intereses. Seguro que visitó las hospederías y las casas de comidas a degustar, se dice ahora, a almorzar o cenar ¡y así a comer!, que se diría… los mariscos variados, lampreas de Padrón, truchas y salmón del Tambre y del Ulla que, en las cocinas de las antiguas casas de comidas de las Crechas, del Mañoso, de Melchor, de la Pamba, de Esperanza y otras, se convertían en los suculentos platos típicos de la localidad. Es posible que los establecimientos, casas de comidas y tabernas, no tuvieran el lujoso aspecto de ciudades más grandes y de Madrid en particular, pero en ellos se preparaban platos contrastados por una continuada práctica heredada y muy apreciados por los gastrónomos de antaño, y cuya tradición era indiscutible. Los vinos que se sirven en Santiago eran agradables al gusto, pero con menos graduación que los del sur a los que estaban los Alcalá acostumbrados: amontillados de Lopera y Córdoba, los finos de Jerez, las manzanillas de Sanlúcar. Los vinos allí, en Santiago, venían de la Ribera de Avia, de la Arnoya, de Valdeorras, del Condado, Ulla, Cambados…

Le gustan los toros y se dedica a escribir sobre ellos. Treintaiún artículos publica en el Diario de Galicia, muchos de ellos relacionados con la llamada fiesta nacional, pero esto lo dejo para comentario posterior y más oportuno, si encarta, ¡que en cartera los tengo y he leído y anotado con esmero!

Llueve en Santiago. Un nuevo bibliotecario en la Universidad. Una sala de lectura se ofrece como novedad a los estudiantes: 70 m2 (?). Son las once y treinta de la noche y el sereno, entre golpes de su pica, sigue diciendo que llueve…

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