LAPONIA
Una de las incontables
ventajas de visitar, vivir o estar por Madrid es la posibilidad de asistir al
teatro, actividad desaparecida de tantos y tantos lugares de España. En esta
oportunidad he podido asistir al teatro Maravillas donde he podido ver Laponia.
Estas entradas en el
blog aportan la lechuga del refrán: “entre col y col, lechuga”. Últimamente
todas las coles de este blog tienen que ver con entradas sobre la vida de
Alcalá Venceslada que tienen un encanto muy relativo en un blog de por sí poco
atractivo, entiendo. Dicho sea esto con el perdón de autor, que es servidor.
Para que nadie me acuse
de destripar la obra, me limito a un corta y pego de la página oficial:
La obra Laponia pone en escena un viaje
idílico hasta Finlandia que acabará planteando diferentes situaciones éticas y
morales que le podrían pasar a cualquiera. El texto arranca un intenso debate
sobre las tradiciones, los valores familiares y aquellos secretos
inconfesables.
Mónica, Ramón y su hijo de
cinco años, Martín, viajan a Finlandia
para pasar las navidades con la hermana de Mónica, Nuria, su compañero finés y la
hija de ambos, Aina, de cuatro años de edad. El niño Martín se
encuentra ilusionado pensando que podrá ver al auténtico Papá Noel
pero todo se verá truncado cuando Aina le
explica que Papá Noel no
existe, que se trata de un personaje inventado por adultos para coaccionar a los
niños y para que se porten bien.
Martín se lleva un disgusto y, por ello, sus padres harán todo lo
posible por mantener
la ilusión de su hijo, lo más importante durante la
Navidad. A partir
de este momento, las dos parejas contrapondrán las dos maneras de educar a los
hijos, las cuales son totalmente opuestas.
Ya disculparán que no
pueda decir nada sobre la directora de la obra, Tamzin Townsend, más allá de lo
que pueda hallar y reproducir leído en internet. Otro tanto de los autores,
Cristina Clemente y Marc Angelet. Innecesario, por tanto, para mí. Lo
miro, lo leo y sigo camino, si usted gusta, en la red tiene la información.
Mi referencia para ver
esta obra fue su marchamo de simpática: “Te reirás”. Y la verdad es que más me
ha hecho meditar que reír o incluso sonreír. Golpes tiene para esto, pero mucho
más contenido para lo anterior. Me acordaba mientras la veía de Buero porque
uno sabe lo que sabe, que es poco. Buero siempre puso en escena problemas que,
como autor no solucionaba, sino que esperaban una respuesta personal del
espectador: Esto tengo, aquí está el nudo… y usted decide, usted lo piensa, se
lo lleva o lo deja y… Es suyo.
Sin duda, para mí, el
gran nudo gordiano que se plantea tiene que ver, so capa de una realidad,
sencilla y casi banal, es la pugna entre la verdad y la mentira; entre la
verdad y la mentira piadosa; entre la mentirijilla y la cruda verdad fulgurante
de lo evidente. ¿Existe Papá Noel? Esto dará pie a realidades trascendentales:
¿existe vida más allá de la muerte? ¿Existe Dios? ¿Conviene mentir para
consolar al pueblo abrumado por el horror y que calma su inquietud con el opio
de la religión? Unamuno: ¿San Manuel Bueno, mártir? ¿Immanuel Kant y las
mentiras piadosas? ¿Y la crítica de E. Anscombe a Kant? Creía que tenía yo un
nidillo mandarinesco de conocimiento que he expuesto en otras ocasiones en este
blog y que observo que el lector lo puede hallar, ya articulado, en este
enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Mentira_piadosa.
Al menos aportaré a este un detalle donde lamerme mi vanidad: el citado Peter
Geach, como Elizabeth Anscombe, fueron discípulos de Wittgenstein. De él,
reconocido Profesor de Filosofía y Lógica, comenté alguna obra, creo, en el
blog (lo confirmo, pero no lo releo, porque rara vez lo hago, y ahora, además,
voy con bulla: https://antoniojosealcalavique.blogspot.com/search?q=Geach).
Recuerdo con afecto al
profesor Díaz que me empujó en sus clases de Filosofía a leer a Carlos García
Gual, a los presocráticos, a estudiar el paso del mito al logos. Los españoles
según el compañero-pareja-colega de piso-marido-etc. finés de Nuria defiende que
los españoles mentimos y, además, gritamos (he comprobado estos días en el Museo
del Prado: que gritan más los yanquis y los japos y, me ha parecido, los
mexicanos). Los fineses rinden culto a la verdad en toda realidad verificable…
No me pierdo. El público se lleva su pregunta, la propuesta de los autores…, ¡o
no!, y la soluciona ¡o tampoco!
Hallamos también en la
obra los tópicos geográficos: la frialdad del norte y calidez ordinaria de los
sureños de Europa. El problema de la otredad, que me remitió a Unamuno: Soy
quien soy o quienes los demás creen que soy o quien yo creo ser o… “¡Ya no sé
quién soy!”, concluye Ramón. No falta un repaso a los problemas familiares: a
las comparaciones por la dedicación al cuidado de los mayores: quiénes ni
siquiera se encogen de hombros porque sencillamente les da igual cuidar o no,
colaborar o no, a la hora torera de la vejez de los padres… La educación de los
hijos, los roles de los miembros de la pareja en el matrimonio… Y al final,
pues eso, estando en Finlandia… la aurora boreal.
Los actores: Amparo
Larrañaga, Iñaki Miramón, Mar Abascal y Juli Fàbregas están brillantes sobre el
escenario, aunque el papel más relevante lo desarrolla Amparo Larrañaga que con
su dicción, su gesticulación facial y corporal dice mucho al espectador, sus
sugerencias y parlamentos, sus intervenciones, suscitan la risa en el
espectador; otro tanto hace Iñaki Miramón.
Si tienen oportunidad
de ir a Madrid y les coge a mano la posibilidad de ir al teatro, les gustará
asistir a Laponia, donde pasarán un rato amable que les dará que pensar.
Tuve la oportunidad de disfrutar de la representación en mayo pasado. Los actores espectaculares, todos. Es increíble lo que hacen, algunos días hasta dos veces.
ResponderEliminarA la salida del teatro amables, cercanos, cariñosos, muy humanos y sencillos. Con Mar además tuve la oportunidad de tomar algo junto con unos buenos amigos.
En este blog se pueden hacer todos los comentarios razonables que se deseen. Les animo a que los hagan como mi antiguo alumno Sergio Munuera, a quien voy a tener que nombrar comentarista oficial de las entradas... Alcalá Venceslada diría que hay que darle una encomienda..., ¡y todo se andará! Gracias, Sergio.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con tu comentario.
Un abrazo.