14 de septiembre de 2023

ANTONIO ALCALÁ VENCESLADA-31

Alcalá Venceslada, Antonio, Diario de GaliciaPeriódico de la mañana, telegráfico, noticiero y de información general. Artículos


La placa dedicada a Tucho Castelo, Alcalá Venceslada, que fotografié hace dos entradas 


estuvo en mi casa mucho antes de que yo aprendiera a leer. No permaneció colgada en la misma pared, pero siempre anduvo de una a otra. Yo sabía que Tucho Castelo era mi abuelo y que el Diario de Galicia era un periódico, y que mi abuelo “trabajó” en él; que se mutó con el paso de los años, en que mi abuelo publicaba artículos en él: no trabajaba allí, sino que publicaba artículos, ¡y que eran crónicas taurinas! Así ha sido hasta hace unas semanas en las que me he puesto a leer y tomar notas de los 31 artículos que Alcalá Venceslada publicó en dicho diario santiagués con varios seudónimos: Currito Pañosa (2), Tucho Castelo (28) y hasta con su propio nombre uno, si no me fallan las anotaciones. Como coda, el periódico publica una sentida despedida, sin firmar, del andaluz que vuelve a su tierra: “de donde es muy probable que no retorne”, adelanto. Lo publico el artículo también al final.

De momento ignoro muchos extremos de este pasaje de la vida de Alcalá Venceslada porque la investigación no es un tren que sale a hora fija; unas veces va y otras viene. Se avanza con la inseguridad de lo dejado apenas hilvanado atrás y que se podrá coser del todo definitivamente o no. Se esperan nuevos datos que llegarán o no, que se preguntaron, que se están peinando… En ello estamos. Viene esto al hilo de que, siendo el Diario de Galicia, un periódico importante de Santiago, me dicen, en la red no encuentro gran cosa y en las obras que he podido consultar, hasta hoy, sobre la historia de la prensa gallega, no me aportan excesiva información. Ignoro quién lo contrata y por qué escribe Alcalá en el Diario de Galicia, ¿se ofreció él? Es posible: intelectual y escritor inquieto que viene del traqueteo poético, cultural, tertuliero, etc. sevillano no puede parar quieto, que se dice.

Según Guillermo de Torre: "Los periódicos cotidianos en España eran tanto o más tribuna literaria que política”, es decir, a todo literato enrazado, esos que no podemos dejar de escribir -entre los que incluyo de hoz y coz-, y lo hacemos nos paguen o no, nos lo prohíban o nos lo incentiven, nos condenen o nos absuelvan, se rían o lloren… la grafomanía, una vez descubierta, es el rayo que no cesa, es imparable para tormento de quienes como usted reciben, por ejemplo, la notificación de la entrada de este blog: usted perdonará.

La etapa de Alcalá en el Diario de Galicia que a nosotros nos interesa comienza su publicación por primera vez el sábado 28 de noviembre de 1908 y cesa de estar en la calle el 21 de septiembre de 1930. El Diario es publicación, digamos, tradicional, católica, que sale bajo el auspicio del cardenal Martín de Herrera. Nada nuevo en la vida de Alcalá, pues esto es lo que hemos visto que ha aprendido y mamado en su casa y son sus convicciones.

Quien me orientó en su momento, da igual quién fue, lo hizo mal y me equivocó y erré yo parte de mi tiro. “En el Diario de Galicia tu abuelo escribió de toros”, se me dijo. Sí señor y así fue, ¡pero no solo de toros! De hecho, las crónicas taurinas son las menos y las de variados temas la inmensa mayoría. Si recordamos que Alcalá ha sido concejal de Marmolejo durante seis años, y que comprende del gobierno interno de una ciudad, se entenderán mejor todos los artículos que dedica a la Corporación de Santiago y en particular a su alcalde: sobre la limpieza, la iluminación, el arreglo y pintura y disposición de fachadas por las fiestas… ¡pero yendo por delante la de los inmuebles del Ayuntamiento! Los comentarios sobre las fiestas: ““modestitas, cortitas, sositas…”.

Alcalá Venceslada, además de demostrar que sabe y sabe muchos de toros, de la lidia… en sus crónicas taurinas genera la ficción de que se encuentra en el tendido de la plaza santiaguesa con un paizano caló, Jeromo Remolacha, «el gitano más castizo de mi tierra», de Andalucía, «el borracho más consecuente de España y el tío más feo del globo: todo en una pieza». Remolacha asesora y auxilia a Tucho Castelo en las apreciaciones de las faenas y no es extraño que ocupe su localidad en el ruedo tras haber trasnochado, haber sido guardado por los serenos en la perrera, y resacoso. Un derroche de simpatía.

En lo formal de sus artículos hallamos la ironía del inteligente, la hipérbole propia y proporcionada del andaluz fetén (según Julián Marías), la guasa… tan andaluza según muchos, sus bromas, las imágenes agudas de Alcalá: comparaciones, refranes… La narración de chascarrillos e incluso de historias más extensas que ponen negro sobre blanco el palpitar de todo un pueblo, Santiago, que hacía unos meses no conocía y al que tiene ahora cogido el pulso. Según Remolacha, Tucho Castelo, “Conoce a más gente que el recaudador de contribuciones”: a todos los que ve en la plaza les pone nombre y oficio… y más si son del gremio taurino, periodístico, literario… El empleo de su vocabulario, perdonen, no es hipérbole, es admirable en cualquier registro: culto, común, técnico (conoce el nombre de los pases taurinos y las suertes que ejecutan quienes ofician la liturgia que en el ruedo se despliega), términos en caló, de germanía, americanismos, en gallego, en andaluz… ¡Un repertorio de pases que deja boquiabierto al lector y al espectador!

Le confío al seguidor de estas entradas que a quien abajo firma, servidor, le quedan todavía unas corridas que despachar en la tierra del Apóstol. Que va tocando fin, pero aún sigue trasteando con la muleta en el último tercio y que no pidió al mozo de espadas el estoque porque este toro tiene aún unos pases.

Les regalo esta nota que se editó en el número 2850 el 4 de octubre de 1917 en el Diario de Galicia. Desde entonces no ha salido de los archivos de papel amarillento hace ya más de un siglo…


Para facilitar la lectura reproduzco el texto:

Don Antonio Alcalá

Nuestro amigo estimadísimo Don Antonio Alcalá Venceslada, que venía colaborando en este periódico desde hace tiempo, salió ayer para Andalucía, su tierra natal, de donde es muy probable que no retorne, porque va a ser destinado a la Biblioteca provincial de Cádíz.

He aquí explicado por qué no aparece hoy en el periódico la sección semanal "De feria a feria", que popularizó en poco tiempo el seudónimo de "Tuche Castelo".

Antonio Alcalá ha infundido soplos de gracia, de donosura y de belleza a los prolijos párrafos de prosa fecunda y atildada, que han formado sus crónicas de los jueves en el DIARIO DE GALICIA.

A raíz de las brillantísimas oposiciones que le proporcionaron un honroso puesto en el Cuerpo facultativo de Archiveros, Alcalá ya colaboraba en importantes publicaciones, habiendo obtenido premios en serios y reñidos concursos literarios, uno de ellos organizado por "Blanco y Negro"; pero en lo que hizo sus primeras armas en Santiago, fué como revistero de toros.

Profundo conocedor de la fiesta taurina, como buen andaluz, hizo de las corridas de este año y de las de inauguración de la plaza, unas revistas saladísimas, que nada tenían que envidiar, bajo ningún aspecto, a las de los críticos taurinos más nombrados.

Al ausentarse Antonio Alcalá, caballero de altas virtudes, quede consignado que deja en Santiago numerosas simpatías, y un gratísimo recuerdo entre los que nos honramos contándonos en el número de sus amigos.




2 comentarios:

  1. Si tú lo dices. Lo que es claro que solo tú eres capaz de escribir un comentario, aunque sea tan breve... Muchas gracias.

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