23 de agosto de 2024

“Caramelos envenenados”

 

Madrid. 3 de mayo de 1936. Se hace correr la patraña hoy se diría un fake, un bulo de que monjas, curas y catequistas estaban dando caramelos envenenados a los hijos de los militantes de izquierdas para eliminar estas proles izquierdistas extensas. Se aseguraba que eran varios los niños fallecidos e incontables los ingresados en la casa de socorro y hospitales.

La especie no era nueva. Esta patraña anticlerical, anticatólica, ya se había empleado en otras ocasiones. Desde 1834 se la conocía en Madrid. Entonces se llamó “el mito del veneno” que dio lugar a la conocida como “matanza de frailes”; se ensayó también en el mismo Madrid en 1931. Por Madrid era más fácil hacer correr las noticias mentirosas. La del día 3 de mayo del 36, según Rivas Gómez, el bulo lo promovieron en una reunión en el Retiro madrileño el día 1 de ese mes un grupo de socialistas y comunistas exaltados. Esta noticia provocó el ataque de forma indiscriminada a los católicos: clérigos, religiosas, laicos… El motín que corrió como reguero de pólvora por Madrid provocó el incendio a varias iglesias (según dice un profesor universitario de historia, es verídico, estas lumbres las hacían por el frío reinante ¿¡en mayo en Madrid!? y quemaron los bancos para calentarse, pero se les fue la mano con la gasolina: ¡lo escribo en serio!), se apuñaló a sacerdotes, hubo heridos por balas, linchamientos, dos muertos. Se arrimaba leña para julio de ese año: quizá también hizo frío aquel julio en Madrid. Los dos muertos fueron socialistas: uno por balas de los guardias cuando querían evitar que le prendieran fuego al convento de los Paúles en García de Paredes; el otro muerto fue fruto de su inepcia incendiaria en el manejo de la gasolina y el fuego.

Es curioso que la prensa que dio noticias de los sucesos, ocultó la filiación política de los dos incendiarios muertos y, además, se les enterró con honores militares y escoltados en su velatorio en el depósito municipal por militantes de las milicias socialistas. A su vez de forma incongruente, dirigentes comunistas y socialistas, restaron credibilidad al supuesto envenenamiento con caramelos. Si era mentira, como sabían, ¿por qué enterraron como héroes a dos criminales?

Casares Quiroga, el hombre de Azaña al frente del gobierno, quitó hierro a los sucesos, calificándolos de falsos rumores, hechos sin importancia y omitió la quema de edificios religiosos. Para la izquierda, tanto esto como la patraña, ¡el bulo!, de los caramelos envenenados era obra de los fascistas y reaccionarios que lo habían promovido para incitar a las fuerzas extremistas de la izquierda socialista y a los comunistas. El ministro de la Gobernación silenció a los periódicos madrileños para que no dieran noticias sobre estos hechos y, en el ámbito político, se procuró ponerles sordina.

Obviamente la oposición al Frente popular: Gamazo, Calvo Sotelo… interpelaron al Gobierno en el Congreso, entre las interrupciones de los miembros del Frente Popular y los intentos del presidente de la cámara, Diego Martínez Barrio, por reconducir el debate y silenciar a la oposición. El socialista Tomás Álvarez Angulo en una réplica a Calvo Sotelo argumentó que “La culpa la tenéis vosotros, que habéis mandado con los caramelos a las mujeres”; la Pasionaria y Margarita Nelken ¡dos grandes demócratas! apuntaron la idea de que debía retirárseles la palabra a quienes, toda la oposición, era culpable de lo sucedido en el 34 en Asturias el intento de golpe de los socialistas encabezados por el Lenin español, Largo Caballero. Era cierto que en su intervención Calvo Sotelo explicó, porque era verdad, cómo los militantes de la izquierda, con la aquiescencia de alcaldes y gobernadores, actuaban por casi toda España con total impunidad y como si fueran fuerzas del orden: detenían, cacheaban, registraban domicilios, cerraban iglesias… y el Gobierno no hacía la vista gorda, sino que se hacía el ciego, siendo cómplice de todas estas ilegalidades.

Casares Quiroga, en nombre del Gobierno, tomó la tangente de la demagogia, quiso perder a todos entre generalidades y asuntos varios, desviaciones de lo tratado. Explicó que los fascistas estaban representados por los diputados de la oposición en el Congreso, y que él, incluso apuntó la idea, no permitiría que estos movimientos, motines, etc. promovidos por los fascistas hoy en el Congreso se le llama "ultraderecha" llevaran a una guerra civil (ignoraba que esta estaba a la vuelta de dos meses y que duraría tres interminables años).

Tras la sesión del Congreso, como es norma, los periódicos subvencionados por la izquierda también los había derechistas– proclamaron las consignas lanzadas por sus correligionarios en el Congreso, lo dicho por Casares…


El nuncio en España, monseñor Tedeschini, hombre templado, no dejó de quejarse al Gobierno con información fidedigna y explicó que las autoridades, cuando actuaban, solían detener a quienes defendían a sacerdotes, monjas… y bienes de la Iglesia y nunca a quienes los agredían o pretendían hacerlo, y lograban en ocasiones, prender fuego a iglesias, conventos etc.  Incluso, se apoderaban, con la aquiescencia de alcaldes y ayuntamientos “de iglesias, conventos y colegios católicos, para instalar en ellos Casas del Pueblo, escuelas laicas, salones de baile; o para otros fines cualesquiera”. Sin duda, afirmaba Tedeschini, todo ello atentaba gravemente contra la libertad religiosa, con la indiferencia del gobierno que no actuaba contra los responsables “públicos y conocidos” de todos estos desmanes. El gobierno de Casares Quiroga no se mostró en absoluto receptivo a las quejas fundadas de la jerarquía eclesiástica.

* * *

Toda opinión no es necesariamente respetable, y a veces es un parapeto de papel de seda, y nulo baluarte ante la verdad histórica que, por ejemplo, trata este libro con una documentación y bibliografías indiscutibles. Tengo en la cabeza intervenciones de políticos que han tratado desde la tribuna del actual Congreso, de forma tangencial, sobre este momento histórico y no es que hayan mentido, sencillamente se han dejado llevar por su demagogia, su sectarismo y su ignorancia, repiten como loros amaestrados, aquello que dicen y de lo que no saben nada. A veces me pregunto qué leerán nuestros políticos: supongo que nada o muy poco y argumentarán, como la mayoría, que no disponen de tiempo. No mienten, les mueve la malicia, pero no pueden mentir porque no saben y, por tanto, ignoran de qué hablan.

Sinceramente considero que la historia no se repite, mas estoy convencido que la necedad humana sí se golpea más de dos veces en la misma piedra.

Seguro que cuanto sucedió hace 88 años no tenga nada que ver con la España actual, aunque, a un servidor, humildemente, muchos de los hechos, los modos, los sucesos, se repiten con otros nombres y otros caramelos, pero lo hacen ineluctablemente.

(La información de lo que aquí comento ha sido obtenida en la obra de: del Rey, Fernando, Álvarez Tardío, Manuel, Fuego cruzado. La primavera de 1936, ed. Galaxia Gutenberg, Barcelona, pp. 158-168).

2 comentarios:

  1. Pedro Caballero-Infante Perales23 de agosto de 2024, 15:30

    Me parece, aunque conocida, una buena aportación a la historia. Sólo decirle al autor que hay que tratar con sutileza estos hechos de la pasada historia ya que de alguna forma pueden hacerle el "caldo gordo" a Zapatero. El auténtico maligno de lo que está ocurriendo en la actualidad.

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  2. Pedro, muchas gracias por tu comentario. La Gorda llamaba Delibes en su MADERA DE HÉROE a la guerra civil del 36... Espero no hacerle el caldo gordo a nadie en este sentido y que se distiendan las tiranteces políticas, que no son reflejo de la sociedad española del día a día y alcancemos un presente ilusionante para un futuro aún más ilusionante y mejor.

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