“Me se muera papa, si
es mentira”, que diría mi Lolo. Recogí uno de los dos anuncios que reproduzco
del limpia del coche, aparcado en Córdoba. Los gorrillas del descampado, un
gitano y un payo. El gitano cuando cogí el papel me advirtió: “A mí me da yuyu
hasta tocalo”. Pues eso: a mí no.
Ojito: Uno se casa con
quien quiere o con quien puede: consigo mismo, con un árbol, con un chamán, por
amor, por interés, porque le da la real de la gana o como en este caso la gana
real de Marta Luisa de Noruega hija de los reyes de allí y, por tanto, su real
gana es la más real de todas las ganas. Su marido es un chamán reencarnado…
Si el señor Barro y el
maestro Shaibu se molestan en componer este anuncio, fotocopiarlo, recortarlo,
repartirlo, etc. es porque algún eco tendrá. No digo yo, ¡que no lo sé!, que
tengan una bulla en la puerta del teléfono, pero seguro que alguno llama. Desde
luego los dos son unos linces y no hay mal que no curen, que ya lo advierte el
señor Barro que “Ayuda a resolver todo tipo de problemas con resultados
increíbles en poco tiempo”; que Marañón a su lado un meritorio: este tío lo
mismo se plancha un huevo que se fríe una corbata… El problema me temo yo, es
que afirma que su alta experiencia está “EN TODOS LOS CAMPOS DE LA
VIDENCIA AFRICANA”, pero no en la europea, donde la ilustración y la
racionalidad arrastraron el descreimiento, que no favorecen ya creer en el mal
de ojo y el susto… El maestro Shaibu añade: “atiendo personalmente, a distancia y también me desplazo”...
No sé qué opinará usted, pero servidor no
da crédito.
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