29 de diciembre de 2020

428- Hadot, Pierre: LA CIUDADELA INTERIOR

    
                                                                                                            A Jesús García Cordero.

A la tercera va la vencida dicen. En este caso se ha cumplido. Tres veces he tenido que empezar este libro para poderlo terminar. Han transcurrido años entre la primera y la última intentona. El pobre libro sobre la mesa del despacho, bajo otros, mirándome paciente… No sabría decir la causa exacta del motivo que atoraba esta lectura que en todo momento me resultó amable, interesante, atractiva. Creo que en este caso no le procuré la lectura continuada y atenta que requería: lo leía a trozos y perdía la perspectiva de conjunto: no me aclaraba; este libro necesita una lectura reposada, como la hecha en la tercera ocasión. Lo celebro.

Ya conocía a Hadot y en el blog di noticias de él. Excelentes sus estudios. Las traducciones, su estilo, sus explicaciones son claras y detalladas. Excelente…

Sé quién me contó, siendo yo un niño, la historia de san Agustín, el niño-ángel, la playa y la santísima Trinidad. Ya no sé si es leyenda, si lo leí en sus Confesiones, si ocurrió o no…., pero sí sé que no es fácil meter lo aquí dicho y explicado por Hadot en esta excelente obra. La síntesis es fácil: es una morcilla bien atada por ambos extremos. Empieza la obra con un magnífico estudio que sitúa al lector en la persona de Marco Aurelio y en los orígenes y transmisión, estudio, etc. de sus Meditaciones; bien atado ese extremo hace el autor un recorrido absolutamente pormenorizado del contenido, partiendo primera y principalmente de la citadas Meditaciones, del proceso ascético que debe seguir quien desee ser un verdadero filósofo, según la ascética estoica; por el camino no se deja sin estudiar la obra y la persona de Epicteto de tanta importancia e influencia en el emperador-filósofo; sus maestros, sus amigos y enemigos. Se abordan después los rasgos sobresalientes del estoicismo en clara disputa con quienes mantuvieron otras tesis. Y, perdone, la morcilla, se cierra y concluye con, digamos, la presencia de la persona toda de Marco Aurelio en lo escrito en sus reflexiones, en sus Meditaciones. Como bueno es dar a cada uno lo suyo, la imagen de la morcilla no es invento mío, sino del ordinario de Francisco Umbral, (q.e.p.d.).

Dicho así este libro es de fácil digestión, mas no es Hadot autor que dé puntada sin hilo. Desde el comienzo se nos advierte que la lectura de toda obra, su comentario -¡lo habré dicho veces, Señor!- no se puede hacer sin riesgo a equivocarse desde una perspectiva que eluda al autor, su contexto, el momento en que se escribe… (¡y una gaseosa para el new criticism!) y qué sentido tienen las palabras que se usan y más aún con obras clásicas.


Cualquiera que deseara ser un filósofo debía
vivir como tal. No es filósofo quien habla, escribe, filosofa, ni siquiera quien se jacte de sabio…, sino quien lleva una vida ascética y reglada, de lucha, que le hace acreedor de la “vida buena”. Este proceso, para quien siguiera la escuela estoica, tenía unos pasos muy concretos, que no bastaba con conocer: perdone…, ¡sino que llevar de continuo a su propia vida! Es una actitud ante todo y todos: ante uno mismo, ante la Razón (el Todo, la Naturaleza, Dios…), ante lo que sucede o no, ante todo lo que pueda ser indiferente o afectar a las personas… Lo que pienso, lo que hago, lo que dejo de hacer, con qué intención y… Todo ello queda magníficamente descrito y explicado por Hadot. El fin del filósofo es mejorar, servir a los demás, y hacerlo por Dios:

«Tu única alegría, tu único reposo, pasar de una acción realizada al servicio de la comunidad a otra realizada al servicio de la comunidad acompañada del recuerdo de Dios» (VI, 7). Este único Valor aporta alegría, serenidad, reposo, al alma de Marco Aurelio.

Las Meditaciones son un escrito de Marco Aurelio destinado a Marco Aurelio. Para ser un auténtico filósofo no basta con que sepa o se diga a sí propio tal o cual sentencia: conviene que la escriba ¡y que la escriba de varios modos distintos para que quede impresa la idea en la mente, en el corazón, en los hábitos del filósofo que está en camino de serlo! (pues nadie puede vanagloriarse de llegar a serlo del todo):

Se borrarán rápido todos tus bellos dogmas sagrados, que piensas sin fundarlos en una ciencia de la Naturaleza y que abandonas a continuación. En adelante, sin embargo, hay que verlo todo y practicarlo todo, de modo que se cumpla lo que exigen las circunstancias presentes. Que al mismo tiempo esté siempre presente de una manera eficaz el fundamento teórico de tu acción y que conserves siempre en ti, latente aunque escondida, la confianza en sí.

Uno de mis maestros más influyentes, si no el que más, decía que todo lo verdadero y genuinamente humano es cristiano porque no puede haber una contradicción entre lo uno y lo otro. Sin duda, entre el estoicismo y el cristianismo, son muchos los puentes que dicen del uno y del otro (no se olvide que “el creador” del estoicismo Zenón de Citio es del siglo IV antes de Cristo; y del tercero Crisipo de Solos).

Tres folios de notas dan cuenta de lo mucho que deseo rememorar, pensar, meditar de este libro y de sus contenidos. Lo recomiendo vivamente.

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