23 de diciembre de 2020

429- Alcalá Venceslada, Antonio: VOCABULARIO ANDALUZ (ILUSTRADO). Ed. Manuel Galeote

 

Supongo que a la inmensa mayoría de los lectores de este blog el título de esta obra y su autor no les dirán nada. Esta obra, sin embargo, de Alcalá Venceslada, mi abuelo, fue el empeño intelectual principal de décadas en su vida. El Vocabulario andaluz, sin pasión de nieto, es el vocabulario andaluz más completo que existió, entiendo, hasta la publicación ¡en el año 2000! del Tesoro léxico de las hablas andaluzas Manuel Alvar Ezquerra. Muchos de sus amigos, de sus colegas, de sus contemporáneos pensaron que el meritorio trabajo que este hombre hizo lo proyectaría profesionalmente a nivel nacional… Estaba claro que ignoraban lo que ocurre en este ámbito del mundo de la investigación lingüística, literaria, en el mundo, en general, digamos, de los libros, etc. Generalmente el nicho donde se trabaja es oscuro y volátil y así las obras y sus autores quedan ensombrecidos por una realidad que va de paso entre sombras. El tema, además, en el que trabajó mi abuelo -la lexicografía regional, un diccionario diferencial-, es marginal y de interés muy parcial en apariencia. La gente curiosea en la búsqueda de alguna palabra “de su pueblo” y cree haber descubierto un mediterráneo cuando afirma que tal o cual palabro es novedad y, por supuesto, ¡de mi pueblo!: todo eso se hace ahora por medio de Internet donde la información puede ser verdadera, fiable, contrastada… o no tanto, pero está muy a mano y no es costosa.

Quienes tengan curiosidad del proceso seguido por los diccionarios diferenciales, Ignacio Ahumada, en su estudio previo del Vocabulario de Alcalá, hace un recorrido somero donde se da noticia de todo ello (v. Alcalá Venceslada, A., Vocabulario andaluz, Ahumada, I. [estudio preliminar), ed. Universidad de Jaén/Cajasur, Jaén, 1998).

El Vocabulario andaluz, editado por primera vez en el año 1933, es sin duda el resultado del empeño de una idea de Rodríguez Marín de quien Alcalá se siente discípulo: “he de consignar el nombre de quien tuve por maestro, el inolvidable D. Francisco Rodríguez Marín”. El cervantista de Osuna ya en 1983 afirma que él está intentando “un pequeño vocabulario de Osunismos”, pero en 1895 escribe que aún no había comenzado en firme la tarea, mas veía la necesidad -y a eso animaba a sus discípulos- de las recopilaciones y elaboración de vocabularios regionales. A ello hay que sumar, sin duda, en opinión de Ahumada, el empuje y auge del folclorismo ya aunado en 1881 bajo el movimiento “Flok-Lore Andaluz” promovido por Machado Álvarez, padre de los poetas Manuel y Antonio. A estas dos causas hemos de sumar otras dos: el empeño de la RAE de darle un tratamiento lexicográfico más amplio a los regionalismos y, ya por último, la convocatoria por la propia Academia de los premios Conde de Cartagena cuyas bases, como escribe y me comentó en su momento el propio Ahumada, son capitales para mejor comprender el Vocabulario andaluz de Alcalá y que aquel reproduce (v. op. cit., p. XX).

El citado premio del Conde de Cartagena, convocado en el año 30, se falló el 26 de junio de 1932 y recayó en Alcalá Venceslada. Hubo y hay problemas con la fecha de la primera edición, pues el mismo autor parece confundido si fue en el 33 o el 34. La segunda convocatoria del año 34 retrasó su fallo por razones obvias y no tuvo lugar hasta el año 41, en el que vuelve a ganar Alcalá Venceslada, ya académico correspondiente por Andalucía a propuesta de Rodríguez Marín, R. León y Agustín González de Amezcua. Y aquí me planto con la historia remota para continuar con la recentísima edición de la que quiero hablarles hoy…. Pido disculpas por el largo exordio o fervorín…

Llego ya al libro que quiero comentar. Se trata de una edición facsímil del primer Vocabulario andaluz (ilustrado) que ganó el premio del año 32. Este bonito libro editado por el empeño y el estudio del profesor Galeote es amable al tacto y con excelente presencia. Tamaño, papel, etc. más acorde con los tiempos que corren que el original editado en Andújar. Este que ahora nace es editado por la Sociedad Suiza de Estudios Hispánicos, con sede en Lausanne…, no me pregunten por qué, pero entiendo ¡que no deja de tener, si me permiten, su arte! Quien se ha ocupado de su edición, el citado profesor Galeote, no es suizo, gracias al Cielo, sino un filólogo enamorado de su tierra, natural de Lucena, profesor hoy y desde el 96 en la Universidad de Málaga donde se dedica a la historia del español, las lenguas andaluzas… y desde aquí, sin más dilación, y por bien nacido, quiero agradecer el esfuerzo realizado con el Vocabulario de quien fue mi abuelo: muchas gracias.

Prologa el libro el académico Álvarez de Miranda que sitúa al lector en el quid del sentido que tiene la edición de esta obra -con menos entradas lógicamente que la edición de 1998-, y aduce que se trata de un regreso a las fuentes de interés, si se me permite, más acendrado para el especialista que para el profano que solo busca alguna curiosidad léxica. No deja de reseñar lo que ya escribieran, por ejemplo, Alvar López y Mondéjar Cumpián, como un defecto y limitación: Alcalá Venceslada careció de los medios y los conocimientos que otros muchos tuvieron después… Lo demostró Ahumada y lo repite Galeote. Epicteto quizá les dijera que hay lo que hay.

El profesor Galeote expone el proceso que siguió el Vocabulario andaluz que nació con unas ilustraciones (tal y como animaba la convocatoria de la Academia que se hiciera cuando fuere posible) hasta la desaparición y postergación de las mismas por el propio autor en la edición del 51.

La macroestructura y la microestructura de un diccionario y, por tanto, del Vocabulario (fui alumno de Mondéjar Cumpián, q.e.p.d., y nunca explicó esto, pero sí forzó al abandono de la carrera a muchos alumnos por su cerril modo de impartir su Historia del español, de 4º de Filología en la Universidad de Granada. Busco en qué consisten uno y otro concepto), insiste el profesor Galeote, es deficiente y los “futuros vocabularios andaluces deberán ser mejorados en su elaboración” en ambos aspectos: la macroestructura y microestructura… Sin lugar a dudas Alcalá Venceslada, tuvo problemas, por ignorancia, a la hora de transcribir las voces andaluzas con la ortografía convencional: “No pudo ni supo recurrir al alfabeto fonético. A ello se le añade la variedad de pronunciaciones de las hablas andaluzas y la ausencia de unos criterios normalizadores previos” (?).

Siempre es un consuelo, por lo que a uno afecta en el sentimiento, que a la obra, a pesar de sus innumerables defectos se le reconozca como “ejemplo de obra admirable” que conviene situar “en su contexto histórico y en unas circunstancias científicas en las que predomina el folclorismo”.

En las “Conclusiones”, el profesor Galeote, no deja de escribir una alabanza de la obra… Recuerda que es la única edición accesible en el mercado del Vocabulario, por supuesto del 34, y dudo de que de las habidas después del 51, la de editorial Gredos (1980) y la de Ahumada del año 1998.

Servidor cierra esta larga entrada con el reiterado agradecimiento al profesor Galeote por su empeño y a mi abuelo que también lo hizo y descansa en paz.



Presentación de la obra en la Real Academia de Nobles Artes de Antequera: https://www.youtube.com/watch?v=8_QniDHplnc

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