13 de diciembre de 2019

Darío, Rubén: AZUL




Hace muchos años, pero no recuerdo cuándo exactamente, leí por primera vez de punta a rabo Azul de Darío. Era joven, un bachiller quizás no más. Lo vuelvo a hacer ahora de nuevo enterito. Entre entonces y ahora solo había leído algún cuento, algún poema suelto de esta obra. Las sensaciones y memorias que tenía son las que ahora hallo: una exuberancia léxica y temática excéntricas, excesivas, fenomenales. No, no son de mi gusto. No lo fueron no lo son.

La prédica del Modernismo traído por Rubén fue, sin duda, un revulsivo, una renovación necesaria, aire fresco para la poesía del momento. Valera lo explica en la recepción de su prólogo  que escribió para el libro. Sin duda se renuevan los manidos temas de la poesía infumable del realismo (Campoamor, Núñez de Arce…), el léxico se tensa y pule, hallamos nuevos brillos e irisaciones en los temas, pero me quedo con el Modernismo de la segunda hora, el Modernismo peninsular que ya, domesticado, hallamos en las Soledades. Galerías. Otros poemas machadianas de 1907, en las Arias tristes de Juan Ramón, donde la poesía se sosiega y se matiza con la herencia del tardío romanticismo español de Bécquer y Rosalía, excesivos estos también para mí en estado puro.

Por razones académicas en la secundaria y en el bachillerato se habla y cita esta obra, Azul, y mucho de su autor, Darío: pocos son los alumnos que recuerdan apenas estas referencias. Sí puedo fijar con certeza absoluta cuándo leí por única y última vez Prosas profanas: 1986; hice un trabajo académico-escolar, terminaba otra carrera y estaba entonces en la mili. Se dice de Azul, y su trascendencia, y de la importancia de Darío en España y su presencia en la Literatura de finales e inicios del siglo XX, pero no recuerdo nunca haber leído la obra ni como alumno ni como profesor la leí con mis alumnos: siempre se citó de pasada. Como profesor sí he leído algunos poemas sueltos como contraste con las obras citadas arriba de los Machado, Juan Ramón… No más. ¿Imprescindible? Creo que es excesivo el adjetivo, pero sí necesario, interesante leer en algún curso Azul, más en cuál… Hoy por hoy en la secundaria los textos clásicos, canónicos o como quieran llamarlos no son del gusto de los alumnos y el profesorado más busca este que la lucha contra él en la lectura de una obra “que se quedó de pie”, que diría Alfonso Sancho. El Quijote, La Celestina, el Lazarillo… se leen en secundaria y en 1º de bachillerato adaptados…, pero dejemos esta guerra ya perdida…

No siendo Azul plato de especial agrado para mí, he disfrutado, sin embargo, releyendo, recordando, refrescando en las fuentes del Modernismo de Darío.

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