14 de noviembre de 2019

388-CHARLIE-SALIDA-¿Para cuándo la verdad? (PARTE I)



Hace no muchos días le comentaba a un amigo que me gustaría publicar aquí un artículo sobre el sentido común. Ponerle un título algo así como “¿Para cuándo el sentido común?”. A veces cuando esto sucede suelo tomar notas de ocurrencias, de textos que he leído y que recuerdo, de lo que pienso o pensaron otros sobre el particular, etc. Imposible, a su vez, dejar de rumiar y meditar sobre estos temas que salen al encuentro, que brotan no sé cómo ni de dónde.

En esas andaba cuando se me cruzó una vieja idea leída. Quise recordar el concepto de la vocación de las naciones que explicaba en España inteligible Julián Marías, libro que leí recién salido. Pensé que también las naciones son llamadas, de algún modo: tienen una vocación, vivían de unas trayectorias recorridas y otras posibles por recorrer para cumplir debidamente con lo que deben ser. ¡Y se me cruzó un vídeo de don Julián hablando de esa obra y de esa idea! Magnífico poderlo escuchar: no se me había ocurrido que hubiera grabado tantos vídeos sobre temas capitales, para mí, y de los que he sabido y pensado a partir de sus palabras escritas y leídas.

Me enfango y disfruto con un vídeo donde se habla de la verdad y de la importancia que tiene esta en el desarrollo personal y social. Y me doy cuenta de que debo cambiar el título de mi artículo posible y en proceso: “¿Para cuándo la verdad?”. Si ustedes ven el vídeo del que les doy enlace, comprenderán aún mejor, espero, mis razonamientos.

Habla don Julián de qué piensa él sobre el siglo XXI. Resumiendo: hay que decir la verdad. Será capital la verdad como fundamento del siglo si se desea una vivencia decente. Hay que buscar la verdad. Se debe renegar de la mentira. Escribe Baroja en sus memorias: “Algunos me han achacado como algo pueril el entusiasmo por la verdad, por lo que me parece a mí la verdad. (...) Yo siempre la he buscado a mi modo, con la limitación natural del temperamento". Me sumo a Baroja, yo también: me repugna vivamente la mentira. La mentira está en el principio de las crisis económicas, familiares, sociales, etc.; creo que también en las personales. Cristo dijo de sí que era la Verdad y san Juan lo recoge en su evangelio: “yo soy el camino, la verdad y la vida” (14:6). El Demonio, sin embargo, es el padre de la mentira: mal negocio.

La verdad nos dice Marías supone reconocer la realidad. Esta la podremos ver desde distintas perspectivas, que diría Ortega, el maestro: la veremos parcialmente, desde alguna de sus facetas, pero no por ello podemos dejar de reconocer que la verdad es realidad al margen de mí. El reconocimiento de la realidad será lo que me permita andar en verdad y saber a qué atenerme. La vida sobre una realidad falsa, fraudulenta, adulterada es una vida precaria, desorientada, indecente por impresentable, como afirma Marías.

Los idealismos acunaron el relativismo: “mi verdad”, “tu verdad”… y así que “toda opinión es respetable”. Esto es tanto como afirmar que idéntico es el diagnóstico del médico que el del lego en la materia. “¿Acaso no va a respetar mi opinión?”, espeta el necio azuzado por su ignorancia. Recuerdo ahora un libro de Ratzinger, antes de ser Benedicto XVI, sobre la relatividad que a todo alcanza, a toda la realidad sea de la índole que sea (lo busco en la biblioteca: Fe, verdad y tolerancia).

Cuando todo es relativo, cuando todo es igualmente válido es porque nada tiene verdadero valor. La vida se torna frágil y precaria. Se vive en la inautenticidad. La realidad es la piedra de toque de toda verdad en la vida cotidiana, incluyendo por supuesto la irrealidad y la irracionalidad como realidades incluso cotidianas. La equivalencia y permutabilidad de los valores determinan una imbecilidad generaliza, el vaciamiento de todos los gestos y acontecimientos. Todo termina dando igual. Y donde todo vale, repito, es porque nada vale. Toda desorientación se empieza a solucionar con la búsqueda de la verdad, con la vivencia en la verdad genuina. ¡No olvidemos -no olvido- que tendemos a engañarnos para respirar por nuestros caprichos!

Ojo y aquí voy y enlazo de nuevo con Marías y con el sentido común… quería hablar de España, de los nacionalismos y eso ya tendrá que ser en la siguiente entrada.



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