La
verdad es que cuando le dije a mi colega y compañero Juan Antonio Béjar que iba
a empezar a leer un estudio biográfico de Zubiri, relacionado con su obra, y me
puso mala cara… me escamé. Él imparte la asignatura de Filosofía y sabe bien de
ella.
Zubiri,
le había leído a Javier San Martín en un comentario a este libro, es un
filósofo marginado en gran medida por quienes han hecho filosofía y la han
enseñado en España. Zubiri pasa por discípulo de Ortega y, como me refiere mi
amigo Joaquín Valdivia, por ser “la inteligencia
sentiente”, expresión que ahora descubro casi idénticamente formulada, en Léon
Nöel, profesor que fue de Zubiri en Lovaina. ¿Cómo es entonces que llego yo a
interesarme por Zubiri y el libro que quiero comentar aquí?
Hace
ya muchos años… entre mi casa y el instituto donde se supone que cursé estudios
en mi pueblo, había dos librerías. Una más papelería que librería y la otra que
quizá fue la primera librería-librería que había verdaderamente en mi pueblo,
que yo conociera. En ambas había dos escaparates, uno más hermoso que otro. En
el más amplio y diáfano, el de la papelería, vi yo un libro que me llamó la
atención…, supongo que son cosas de chavales, el título era El hombre y Dios, de Xavier Zubiri, en
una portada blanca… con unas letras azules… y me quedé con el título y el libro
(como recuerdo muchos otros de aquel escaparate mil veces mirado); este libro lo
compré no ha tanto. Además de esto supe después que Zubiri había sido profesor
de la Central en Madrid junto con Ortega, Morente, Besteiro… y que había sido
cura…, secularizado posteriormente, y que fue profesor de Julián Marías…, pero
no lograba ubicar su pensamiento en ningún espacio de mi breve saber. Nunca me
hablaron de él en ninguna de las clases que se me dieron de Filosofía, Literatura…
ni de ida ni de vuelta, ni de paso ni de nada de nada… Nunca oí citar su nombre
en clase alguna. Zubiri era para mí solo eso: el título de un libro en el
escaparate de una papelería y un nombre y cuatro nociones de pasada leídas al
socaire de otros libros… ¿Por qué nunca nadie me habló de él? Lo ignoraba.
Me
interesé por Ortega desde Julián Marías y por ellos de Zubiri… esa fue mi
vereda. He leído mucho (y no sé si comprendido del todo) de ambos y sobre ambos,
de Ortega y del olvidado hoy absoluta e injustamente Julián Marías (a quien
reivindico desde aquí vivamente). Zubiri y Morente, Besteiro y María Zambrano…
son nombres que salen en el mismo cesto de cerezas: se tira de unos y salen los
otros. A Zambrano la he leído poco y mal, no la conozco, pero me resultaba
atractivo, por vía de Marías, el leer a mujeres que hacen filosofía. De Hannah
Arendt he leído algo, a Margaret
Anscombe la conozco de forma tangencial por haberme interesado algunos de sus
planteamientos… No deja de ser curioso que la primera está grapada a Heidegger
y la segunda a Wittgenstein (por entre unos y otros, por vía de Husserl, llegué
a Edith Stein, de quien ya les hablaré, espero). De Morente, mi paisano, leí
artículos sueltos y me interesó su idea del progreso. ¿Y Zubiri? De Zubiri
nunca leí nada y nada sobre él. Al hilo de todo cuanto vengo contando… el disparador lector fue mi amigo Rafael
Ballesteros… “Me interesa Zubiri” o algo así me escribió, y por el artículo citado
arriba de San Martín, llegué a la biografía que hoy comento y algunos libros
hay ya en mi biblioteca de Zubiri, que habían llegado antes que ella, pero que
deben esperar ese extraño y arcano turno que siguen los libros para ser leídos
y atendidos por mí.
Ya hace algún tiempo que un conocido virtual me recomendó "La soledad sonora", pero todavía no me he decidido a leer tan prometedor libro (sigo con Sloterdijk). De Zubiri he leído "El hombre y la verdad", y en su día también "intenté" leer el sesudo y farragoso "Espacio, tiempo y materia"; fue misión imposible. La lectura de "Espacio, tiempo y materia", como la de "Ser y tiempo", requería de un esfuerzo "físico" similar al que Sloterdijk decía que se necesitaba para digerir "Crítica de la razón pura". La obra de Zubiri precisa de esfuerzo agotador y doloroso (físico) para ser leída, pues es filosofía en estado puro que prescinde de la preciosista claridad de Ortega o de la poética y sensible prosa de Zambrano. Sin embargo, creo que de Zubiri resultaría necesario rescatar tres conceptos: el de inteligencia sentiente, el de la comprensión del hombre como un animal de realidades, y su idea de realidad virtual o "realidad en ficción". Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario, siempre bien recibido por su calidad y orientaciones. Tras la lectura de esta obra no estoy en condición de decir más de lo expuesto en estas entradas.
ResponderEliminarNo he olvidado que tenemos una conversación pendiente, y para mí interesante. Con afecto.
Siempre es un placer comentar y reflexionar sobre Zubiri o sobre cualquiera de los otros magníficos pensadores de la Escuela de Madrid (Ortega, Marías, Zambrano, Morente...). Seguiré atentamente tus comentarios y reflexiones sobre "La soledad sonora", a ver sí así se me despierta el "gusanillo" de la curiosidad y me hago finalmente con el libro.
ResponderEliminarSaludos afectuosos.