La convicción imbuida en
mí por Alfonso Sancho Sáenz de leer solo lo que se quedó de pie, me ayuda
a llegar tarde, pero cierto, en las lecturas de libros que, siendo de mi
interés, leo con retraso, si es que se pudiera llegar en punto a tan ingente
cantidad de citas como publicaciones de libros hay.
La lectura de este libro
ha pasado por tres fases: una primera bastante próxima y continuada a la
publicación de la obra; una posterior, tras dejarla un tiempo, por razones de
trabajos más urgentes e importantes en esos momentos; y una tercera, una vez
pasados estos, en lo que he podido volver a la lectura sosegada y continua.
El libro desde el primer
momento me pareció excelente sin paliativos. Lo recomendé a varias personas
cuando empecé a leerlo y ahora, cuando lo termino, me queda la satisfacción de
lo gozado con su lectura y el agradecimiento a su autor por el esfuerzo
realizado en escribirlo: Muchas gracias.
No me detengo en presentar
al autor porque, entiendo, que es de sobra conocido por quien esto lee y si no,
en la Wikipedia se da cumplida noticia de él. Sí diré que para mí era norte en
mis lecturas de los años 80, cuando publicaba sus críticas literarias en ABC
y también por algunos de sus estudios cuando yo pretendía aprender algo en mis
inicios filológicos. Persona, por tanto, para mí de absoluta confianza
intelectual y académica.
El subtítulo del libro,
con la brisilla de mentiras que corre como un incesante huracán, Corrección política y posverdad,
me cautivó porque tengo un romance largo y porfiado con el bien, la belleza y la verdad, a las que no quiero renunciar por nada.
Si
puedo exonerarme de presentar al autor, bien podría también, por el tiempo
transcurrido tras su publicación (2021), hacerlo con la crítica al libro, pero,
como buen español, me gusta echar mi cuarto a espadas y añadir “Yo también
estuve allí y lo vi… ¡Y lo conozco!”; a lo peor es la negra que honrilla llaman,
según el Lazarillo.
Quede pues constancia: servidor lo leyó (espero que con provecho).
Si es cierto que la
escritura de la obra es eficaz y fácilmente entendible, no así y siempre los
temas que Villanueva trata porque de suyo son densos y no se puede pretender
que sean despachados con un liviano pispás. Si los temas son complejos algo
deben de serlo las explicaciones necesariamente, por muy claritas que lo
pretendan ser y estén; tienden a estar más allá que la cartilla del parvulario.
Así, por ejemplo, la información que Villanueva tiene sobre los temas, la
bibliografía que emplea, es asombrosa y da fuste firme a sus comentarios y a
sus conclusiones. No se cita a humo de pajas, sino con sentido y conocimiento
profundo de aquello que se trata. Hago una recopilación de los temas que trata
para que lector se haga una idea de qué hallará en caso de animarse con esta
lectura, corto y pego: “Los apartados que organizan este apéndice son los
treintaicuatro siguientes, a saber: CENSURA; CORRECCIÓN POLÍTICA;
DECONSTRUCCIÓN; DISTOPÍA; FALSEDAD; FEMINISMO; GÉNERO Y SEXO; HISTORIA
CULTURAL; IDENTIDAD; ILUSTRACIÓN; INTELIGENCIA EMOCIONAL; LENGUAJE Y PODER;
LEXICOGRAFÍA Y DICCIONARIOS; LINGÜÍSTICA; MARXISMO Y POSMODERNISMO; MEDIOS Y
TECNOLOGÍAS; MENTIRA; MODERNIDAD LÍQUIDA; MULTICULTURALISMO; NECEDAD
(IMBECILIDAD, ESTUPIDEZ); PATRAÑAS, BULOS Y PROPAGANDA; POLÍTICA Y SOCIEDAD;
POPULISMO; POSDEMOCRACIA; POSHUMANISMO; POSMODERNISMO; POSVERDAD; RACIONALISMO;
REALISMO; RELATIVISMO EPISTEMOLÓGICO; SENTIDO COMÚN; SENTIMENTALISMO Y SESGOS;
SEXISMO LINGÜÍSTICO, Y VERDAD.
Cuando se le otorgó el premio Francisco Umbral al Libro del Año
2021, que concede la fundación “Francisco Umbral”, el
presidente del jurado del galardón, Manuel Llorente, destacó que la obra
de Villanueva «resulta una lectura
muy relevante en estos momentos de despiste y confusión de
la sociedad».
Trata el libro, muy resumidamente, de la posverdad, conforme
a los criterios de Christian Salmon; al adanismo, enfermedad multiplicada para
los contertulios de televisión; a la deconstrucción devastadora; a lo
políticamente correcto, que condiciona y a veces paraliza la libertad; a la
palabra, “aroma templado en el seno de Dios” (Musset); y a la verdad, que nos
hace libres y que “siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua”
(Cervantes).
Es ejemplo y referente de fake y de la postverdad en esta obra Donald Trump y me he preguntado por qué no Pedro Sánchez que lo tenía más a mano y lo hubiera comprendido mejor el público español. Quizá se deba a razones ideológicas: lo ignoro.
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