Leo en la prensa el titular: “El exministro Alberto Garzón se incorpora
como investigador al Instituto de Tecnología Ambiental de la UAB”. La noticia no leo porque no me interesa. Todos estamos contra las llamadas “puertas
giratorias”, ¡¡hasta que me toca a mí!! ¡Colocadme! Se deben cumplir todas las
reglas, pero yo me pongo las mías. Me da igual que lo contraten la UAB o para
coger aceituna en un tajo de mi pueblo. Un tipo que era del PCE en los tiempos
que él lo fue es para darle un par de medallas de cartón, como a Sabina (ser
comunista y marxista… de los 60 para este lado del siglo XX era una memez de
cátedra para necios; se puede ser marxista y comunista con trescientos millones
de euros en el banco… ¡o lo que te dé la gana!).
Lo que miro y me da la risa es la gatada que le han hecho al pánfilo Garzón
con la foto. No doy crédito. Sé que se la hicieron en una feria del libro donde
debió de vender miles de ejemplares de cualquiera de los libros que escribiera –no sé cuántos ha escrito ni cuáles ni me interesan en
estos momentos que tan ocupado estoy: que a todo no llega uno–, ¡pero que le hayan hecho la foto delante de las
estanterías de los libros infantiles…, con esa carita que tiene de fervoroso catequista
arrepentido, el muy panoli, es para enfadarse, Alberto, alma de cántaro!
El contraste entre el anuncio de que profesará en la UAB –sepa Dios qué sea eso de Tecnología Ambiental, que
debe ser interesantísima materia–, con los esos tiernos libros para infantes lo deja en
una extraña posición en escorzo, donde una vez más da muestras de su memez.
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