14 de agosto de 2024

MENOS DE 300: Pedagogos y políticos profesionales…

 






En el mundo clásico, el pedagogo era un esclavo encargado de llevar a la escuela a los niños de su amo: eso era todo. Estudié historia de la pedagogía con doña Mercedes Lamarque y el manual era de un tal Sarramona, quiero recordar. Olvidé, si es que llegué a saberlo, cuándo el pedagogo se metió en la escuela con el maestro y no se largaba tras dejar al churumbel con su tablilla en la puerta.

Creo que en ese paso algo cambió y algo se quebró. Una función es la del pedagogo, otra la del docente y otra distinta e importante la del conserje. La mezcla de todo en el aula, me temo, que, como los malos guisos, no resultó armónica y distorsionó los sabores y se nos mezclaron churras con merinas y las almorranas con las témporas.

Otro tanto se me antoja ocurrió con la política cuando surgió el profesional de ella. No era ya un alguien cualificado, distinguido por su calidad humana, intelectual, moral… elegido por sus conciudadanos de la polis. El político que hoy conocemos mira primero por él, segundo por él, tercero por su partido y si queda un ratico, por el común de los mortales. Si el pedagogo enturbió el ambiente, la primacía de los partidos en las democracias occidentales actuales, por su propio nombre y naturaleza, son par-ti-da-rios… y, por tanto, los ciudadanos asistimos a sus dimes y diretes, a la pugna entre ellos por sus intereses, a sus idas y venidas… y quedan al pairo los problemas de la ciudadanía. Unos problemas que ellos mismos son quienes los incoan, alimentan, miman y ¡así nos va!

¿Cómo hay parados y puestos de trabajo que no requieren especial cualificación? ¿Cómo entran en la nación personas saltándose la tapia? ¿Por qué no se reparte el agua?...

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