Compro, yendo de paso,
en la feria del libro de Córdoba, ¡un libro!: Miguel Hernández. Pasiones,
cárcel y muerte de un poeta. No conozco al autor, José Luis Ferris (miré a
ver, pero no me aclaré). Me interesaba el libro porque unos días antes había
visitado a la Virgen de la Cabeza en su Santuario de Andújar y me extrañó, y no
sabía, de un grupo escultórico allí instalado. Me pregunté por qué allí y de
Miguel Hernández. Leí al respecto en la prensa local de la provincia de Jaén
He leído algunas
biografías del oriolano. Leí un libro,
que recuerdo vagamente, sobre su proceso judicial de un amigo del poeta, Juan
Guerrero Zamora, que en casa está: Proceso a Miguel Hernández. He leído
en varias ocasiones sus obras en un volumen de las Poesías completas de
Aguilar, que ha tiempo compré y que me ha servido para impartir mis clases
sobre Hernández.
Me solivianta lo que
voy leyendo del autor del libro comprado en Córdoba y lo hace tanto que,
incluso antes de terminar su lectura -llevo algo más de la mitad-, no puedo
refrenar el deseo de decir algo aquí de este Miguel Hernández, de Ferris,
porque de matute mete material tóxico, mercancía adulterada.
Los campos de fútbol
inclinados me incomodaron siempre. Las mesas de billar desniveladas no eran de
mi agrado. Pues esta obra de Ferris padece la inclinación de los campos de
fútbol y las mesas desniveladas. El autor, entiendo, no se tapa en absoluto y
se muestra decididamente a favor de la actitud despectiva y de rechazo que
Hernández lleva a término en un momento de su vida contra la Iglesia, el clero…
y lo que estos representaron en más de dos décadas de su existencia en su
Orihuela de nacimiento, y para su obra. El descaro de Ferris en los comentarios
sonroja. Las explicaciones de algunos momentos históricos son tan sesgadas que abochornan.
Si un cura ayuda a Hernández lo hace por intereses ocultos; si un señorito de
izquierdas no le ayuda es porque tiene una excusa (caso de García Lorca). Los
curas son egoístas y bebedores; las ayudas que hacen a los menos pudientes son
sobras… Las clases que imparten son tendenciosas, sin embargo, la memez de las Misiones
Pedagógicas tiene una gran importancia para la formación y cultivo del pueblo…
Los planteamientos marxistas, tan aplaudidos por Alberti, que fue paseado
por Rusia con María Teresa León, son encomiables. Todo lo anticlerical es
progresista, innovador, provechoso… Maruja Mallo no merece ningún adjetivo
negativo en los comentarios por parte de Ferris. El matrimonio de M.
Altolaguirre y Concha Méndez fueron un modelo de matrimonio bien avenido y
maravilloso…, salvo que Manolo Altolaguirre abandono a su mujer, como lo hizo
Neruda, como los escarceos amorosos de Cernuda y Federico con Serafín… Esto no
se comenta ni se califica, pero sí que unos dijeron que un cura por un
pueblo por el que pasaron en sus Misiones… era un putero. ¡Pobre Miguel,
comprometido con Josefina…! Ella tan casta… y él no tuvo más remedio que ser
desvirgado por Maruja Mallo…, ¡una santa pintora!
El gran enemigo de
Ferris, sin embargo, desde el principio de la obra, es Ramón Sijé quien sufre
una persecución sectaria hasta el final de este. En la página 281 hallará el
lector los excelentes conocimientos médicos del doctor Ferris a quien yo lo
hacía en alguna rama de la Literatura y parece serlo también en medicina
interna, por lo menos, por el diagnóstico bochornoso… que hace de la muerte de
Sijé… quien no se ha muerto “como del rayo”…, sino de un ataque de pureza y aviesas
virtudes cristianas retorcidas o algo así… Quienes padecimos las clases de
profesores marxistas en las universidades de los 70-80 estamos curados de estas
tapias de pan mojado que levantan siempre las gentes de izquierdas, de una
altura moral inexplicable y, por tanto inexpugnable, aunque se las terminan
comiendo…, de deleznables que son, las palomas.
No me gusta comprar ni
leer libros sin saber quiénes son sus autores o qué ha dicho la crítica de confianza
de ellos. Todos tenemos una tarde tonta y allí, en Córdoba, quizá lejana y no
tan sola, la tuve yo al adquirir este libro que ya, a estas alturas, terminaré…
Comentaré más adelante,
en este mismo blog, lo que me parece la instalación de Miguel Hernández en el
Cerro del Cabezo… y la obra de Ferris en su conjunto.
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