Querido
charlie:
Creo que no es bueno que te acostumbres a que con tanta
frecuencia te escriba, aunque pienso que en breve te daré una noticia que te
afecta de lleno: en ello laboramos Daniel, Pilar y yo.
Que
me pidieron una conferencia ya quedó aquí dicho, y se añadió como aclaración:
servidor da clase o echa fervorines, que no da conferencias,
que se me antojan intervenciones de sabios, de doctos, de expertos en alguna
materia de la que saben la tira (antes, de solteros, a los expertos se les
llamaba especialistas). Sobre todo, lo de conferencia se me
antoja término grandilocuente que no encaja en tan modesta persona como
servidor.
Te recuerdo. En mi caso se me pidió una conferencia
sobre el arquitecto Andrés de Vandelvira (1505-1575), que murió en mi pueblo
allá por 1575, sobre chispa más o menos. Los amigos de uno confían en que servidor
es lo suficientemente insensato y atrevido como para dar una conferencia sobre
el alcaraceño o sobre las cariátides de la Acrópolis griega, pasando por el Comentario
al Apocalipsis de San Juan del Beato de Liébana… y que lo hará
sin parpadear. “No. Esta vez no. No voy a dar una conferencia sobre Vandelvira
porque no tengo ni idea de Vandelvira ni de casi nada…”, respondí rotundo y todo
resuelto con mi café aún caliente. “¡Que nos lo vamos a pasar bien, que nos
vamos a reír!”. “Muy bien, pero esta vez serán más las risas de mí que por lo
que yo diga”. Final. Que me metieron un alegre y amable espadazo hasta donde
pone TO-LE-DO. Se me ocurrieron —¡que por ocurrencias no quedé!—
digo: varios temas posibles, a cuál más peregrino: “Lo políticamente correcto
en el tratado III del Lazarillo”: tentador por desafiante en el contexto
en que vivimos..., pero se cansa uno de pelear con tanto molino y tanto
imbécil, que son legión, piedras memas y embarazosas de los caminos, chusqueles
que ladran… entre las piernas de sus amos. (No descarto hacer una incursión en
el tema… Ya hice un estudio, no recuerdo con motivo de qué, de ese tratado).
Me acordé entonces de una realidad que en ocasiones le oí a
un profesor —tú
bien sabes quién es— que me dio clase en el instituto y en Magisterio y
que fue lo más parecido que he tenido a un “maestro”: del que, en realidad, carecí:
siempre huérfano y vagamundo en el ámbito académico, solateras y por la vida
adelante.
“Vandelvira en Campos de Castilla…” apunté un poco a
tenazón. Dos polos en mi fervorín: a un lado Machado con sus poemas, sus Campos
de Castilla y la rebaba de lo escrito en Baeza; a otro lado, el genial
arquitecto y cantero, Andrés de Vandelvira, con sus innumerables obras desde
Cuenca a Málaga, empujado por su afán y por la orden de Santiago… y, para
muchos estudiosos y sabios del asunto, el arquitecto español más importante
hasta Juan de Herrera (1530-1597)… Evoluciona Vandelvira del elegante lenguaje
del primer Renacimiento, el comúnmente denominado “plareresco”, al Renacimiento
equilibrado y esbelto… ¡Admirable! y de una belleza que se exporta, vía catedral
de la Asunción de Jaén, a toda Sudamérica.
Casi todos los artículos que se escriben, charlie, me dice la experiencia, dan motivos para complicarnos la vida a quienes los acometemos. También las conferencias dan quebraderos de cabeza. Unos y otras tienen un aire provocador desde que se conforman tras el título y se atrincheran tras el tema, siguen con su reto en la estructura y el desarrollo, se rearman en los argumentos… Siempre suponen el ascenso a un peldaño, de más o menos altura, desde el que vislumbrar nuevos territorios, en fin: depende del compromiso que comporte.
El próximo día 25 a las 19:30 “echaré el fervorín”,
tal y como anuncia el cartel que adjunto. Si usted, lector, gusta, y quiere
saber de la relación entre Machado…, Antonio, y Andrés de Vandelvira no le
quedará más remedio de acudir al palacio de Villardompardo donde el aquí, su humilde
servidor, espera no dar un petardazo… Invitado queda, ¡y tú también charlie!
¡Y si te pierdes los dibujos de Juan Eduardo Latorre… es
porque chanelas menos que Antonio Machado!
Querido Antonio José (Maestro y fervorinero). El próximo martes nos separarán 5.353 km a vuelo de paloma mensajera, por lo que no creo pueda asistir.
ResponderEliminarPero he tenido unas sonrisas con la entrada de tu blog, que me hace imaginar las risas que echaríamos en tu fervorín. Lástima.
Recibe un fuerte abrazo de Charly Ferrero.
¡Con cuidarte allí donde estás... cumples! Gracias por tus palabras que son un aliento y un acicate para mi pobre búsqueda de pepitas de oro literarias... Un abrazo fuerte del amigo,
ResponderEliminar