6 de marzo de 2023

471- Ynduráin, Domingo: IDEAS RECURRENTES EN ANTONIO MACHADO

 


Se apropia esta obra y este autor de una posición que no le corresponde en la lista de mis lecturas. Se justifica porque me urge preparar una conferencia (término que, en mi caso y para el viaje que haré, se me antoja excesivo, rimbombante; por altisonante se me queda grande). Se cuela Machado de la mano de Domingo Ynduráin.

El libro me resulta interesante para quienes no busquen algo tan concreto como lo hacía yo en él y que, como suele ocurrir, me ha dejado un tanto desangelado: algo me sirvió y ayudó, pero no cuanto esperaba: como la vida misma

El profesor Ynduráin estudia una serie de palabras-clave en la obra primeriza de Antonio Machado, Soledades… Salvo las clases que di los últimos años, en los que leí algún artículo particular sobre Machado y su obra, no había leído nada nuevo para mí, digamos, sobre el poeta sevillano. Miro en la biblioteca de casa y me asombra la cantidad de libros que tengo sobre él y su obra y que he leído a lo largo de los años.

Fue don Alfonso Sancho Sáez quien me abrió el camino para la lectura del poeta y mi afán por conocer más y más de él. Ahora, con la perspectiva de los años, comprendo que, como tantos otros autores a quienes leí con verdadero afán -todos los del 98, la generación perdida americana, Ramón, Delibes con motivo de mi tesis…- forman parte de una obsesión compulsiva del lector sin límites que siempre he sido… ¿Me decepciona Machado? No, no me decepciona tanto su obra como su persona, su vida. A medida que me he ido haciendo viejo también he ido comprendiendo aspectos, perfiles, facetas de la vida del sevillano que no me muestran al hombre bueno que dijo ser y como él mismo se calificó. No olvido una discusión por correo que tuve con el escritor, poeta y novelista, Pedro Antonio Urbina: dejaba él caer algunos detalles en la línea en que ahora apunto y yo me resistía a otorgarles carta de naturaleza. Quería yo ver al santo laico…, etc. que ahora veo desde otras perspectivas… En fin.



Venía esto al cuanto que recuerdo con la lectura de Ynduráin detalles críticos que se van olvidando, que se quedan en los recovecos de la memoria, pero, sobre todo, ¡y eso es bien cierto!, disfruto releyendo poemas citados por el autor y me relamo pensando en que, a no mucho tardar, abordaré la lectura de Campos de Castilla ¡de cabo a rabo! ¡Cuántos años sin hacerlo! -cuando escribo esto ya estoy en ello, lápiz en mano-. Me decían amigos mayores que yo que, cuando fuera viejo, más releería que comenzaría a leer libros nuevos… ¡como se tarde en cumplir la profecía, me voy al cajetón y queda baldía!

Sigo con Campos de Castilla… tras el motivo de mi afán.


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