Me dicen y leo que es
esta obra es uno de los grandes libros sobre el Nobel americano. El ejemplar
que leo es del 72. Ignoro si habrá textos verdaderamente canónicos más
recientes. Este libro extenso me ha dejado un buen regusto lector que es lo
que, creo, debe dejar todo libro de estas características: te abre el apetito
por releer, leer, mirar… Constituyen el libro una biografía suficiente como
situar al lector en la realidad vivida por el escritor estudiado, una
contextualización necesaria; un estudio de las obras; y una conclusión que el
autor titula LOGRO. Un amigo mío diría que así es una morcilla: se ata la obra
por los extremos y así se asegura que no habrá desborde por ellos, mientras el
contenido puede ser variado, rico, etc.
El problema más grave
del libro, para mí, es que el comentario detallado de las obras de Faulkner, la
mayor parte del libro, unas trescientas páginas, exigen -o convendría tenerse- una
lectura fresca de las obras del autor o un dominio de las mismas de las que
carezco: ya dije que las había leído si no todas, casi todas, pero no me
jugaría la mano por recordar sus argumentos, sus personajes, etc. (no soy,
literalmente, capaz de hacerlo ni con mis propias obras…, y me memoria no es
flaca, aunque vaya flaqueando). Este detalle no es baladí, pues Millgate
comenta con detalle realidades muy lejanas y confusas para este lector, lo que
hace el avance en la lectura, en algunos momentos, sea lento y poco atractivo.
No obstante, las apreciaciones más o menos generales, o algunas muy concretas,
sobre unas obras u otras, hacen para mí interesante lo leído y aprendido. Tengo
una nota tomada al hilo de la lectura: “Libro de consulta”, escribo, y que
redunda en esta misma idea. Bien puede servir esta obra para orientar al lector
que vaya a iniciar la lectura de alguna novela de Faulkner o incluso para leer
el capítulo de Millgate tras la lectura de la misma. Eso exactamente he hecho
con el capítulo dedicado a Los cuentos y muy particularmente a los Cuentos
Reunidos sobre los que escribí en mi anterior entrada y que fueron mi
lectura no inmediata, sino a la par de este libro que gloso; en estos
comentarios que hice y, viendo lo escrito por Millgate, compruebo que cuanto
escribí era atinado y sensato e iba en la línea crítica de los que saben y han
estudiado a fondo a Faulkner (me alegro por quienes me lean).
Comenta el autor y da
sus opiniones y emite sus juicios sobre esas realidades faulknerianas tópicas que
cualquiera que haya leído al autor de New Albany, Misisipi, o sobre él, se
desperdigan y son una constante entre sus obras, entre quienes las estudian y
en las diversas entrevistas que concede el autor americano: su estilo, su
empeño innovador en las estructuras tan particulares, el mundo que crea, el Sur
que crea del Sur americano, su atracción por cierta anormalidad en algunos de
sus personajes… (¡por cierto!: me ha abierto el apetito de leer el discurso de
recepción del Nobel en el 49, que seguro que por algún sitio andará…). Me ha
gustado especialmente el último capítulo, como colofón, donde se concentran
esas realidades que deseo citar: la opinión de Faulkner sobre los críticos
(europeos y americanos, de su obra o de otras), de sus influencias… muchísimas
de muchísimos autores: americanos o no, contemporáneos o no; la opinión que le
merecían sus lectores a quienes no siempre tenía negro sobre blanco cuando
trabajaba en sus obras (¡me suena!): no sabía a ciencia cierta para quiénes
escribía; no parecía que le importase mucho lo que podemos llamar el éxito
de sus escritos; no era anormal (y curiosamente también me suena) que
escribiera la obra tras un solo impulso creativo: como si la obra llamara a su
puerta…
Me pregunta un
conocido, que poco me conoce, que cómo es posible que cite e incluya en una
supuesta crítica seria sobre Cuentos reunidos la película de José
Luis Cuerda, Amanece que no es poco… e incluso ponga un enlace. Esta apreciación
me produce cierta simpatía, sin duda, y me lleva a otras voces y otros ámbitos.
No puedo evitar sonreírme y pensar que este señor tiene la mentalidad del
gusano burocrático de Luces de bohemia, de algún maestro impetor
de maestros… con una mentalidad propia de horteras al por menor… De todo debe
haber en la viña.
Mereció la pena leer el
largo libro de Millgate, con la pena ya citada, pierdo entre el pasado las
obras de Faulkner y los comentarios no los ubico en los contextos: lástima.
Haré la prueba de lo que arriba afirmo porque me he hecho de Los rateros,
obra que no tenía en casa, ni recuerdo haber leído. Ya diré de mi experiencia…,
aunque quizá tenga que esperar ahora para leer esta novela.
Ya he leído el discurso de Faulkner en la recepción del Nobel en el 49. Lo siento. Enjundioso y pobre... para lo que esperaba. Imposible ser brillante y de continuo.
ResponderEliminar