Laguillo, José, MEMORIAS (ed. de Alfonso Braojos)
¿Un libro más sobre Sevilla? Pues sí y aún tengo alguno más para echarme al coleto. No lo digo con disgusto ni contrariado: no es obligación constitucional leerlo, ni me obliga la guardia civil. Lo elegí yo y lo leo yo: Tú lo quisiste, fraile mostén, tú te lo ten. ¿Mucho de interés en esta obra para mi trabajo concreto? Poco, muy poco, casi nada. Para mí, al margen de mi trabajo en concreto, lo más valioso es la visión particular de este buen hombre, pues tal me ha parecido, de la Sevilla que él vivió y cómo la vio y cómo…
Pululan por las memorias muchos de los personajes de la época que ya conozco de anteriores lecturas y que se relacionaron indirectamente con Alcalá Venceslada y su estancia en Sevilla. Laguillo se centra en algunos de ellos porque fueron conocidos especiales o incluso amigos. De familia burguesa adinerada, se dedicó Laguillo al diletantismo estudiantil: empezó un par de carreras (las que casi todos los estudiantes hacían: Filosofía y Letras y Derecho) para no terminar ninguna… Sin duda se mueve por el ambiente sevillano que nos narra (han pasado a veces décadas de lo que nos cuenta). El libro y la vida que nos cuenta que lleva, es, digamos, entretenidos… José Laguillo no es un sinvergüenza, una malvado: es un vividor y lo hace, porque puede y se lo permiten, a costa de su padre. Cierto que Braojos, el editor de la obra, otro conocido en la plaza, en su introducción nos cuenta el proceso de la publicación de estas memorias que, según su autor, estaban condenadas a ser solo consumo familiar, pero que él, con la colaboración de una hija o nieta de Laguillo sacaron a la plaza pública: me parece bien. En aquellos años decía Ortega que la plaza pública era el periódico y Laguillo estuvo relacionado con el periodismo, por casualidad, aunque terminó por ser el reposadero y descanso de su cabeza profesional… poco o nada orientada hasta llegar a él. Curiosa la insistencia de Laguillo de que en ningún caso quiso medrar desde su puesto como director del periódico, El Liberal, por medio de su profesión… Entiendo que lo dice en el sentido de hacerlo torticeramente… No quiso beneficiar a ningún partido en particular, cuando los periódicos, por norma y sin rebozo, solían estar pagados y promovidos por partidos políticos.
Servidor cierra el
libro. Da las gracias a los autores: a Braojos como editor, introductor,
promotor y a José Laguillo por hacernos partícipes de las memorias de sus años…
Miro antes de cerrar mis notas y veo que tengo escrito sobre el estilo, algunas
faltas prosódicas continuas (Braojos advierte que lo deja tal y como Laguillo
lo escribió), algunas erratas casi de tarjeta roja ortográfica… (curiosas en
quien fuera director de periódico durante tantísimos años); quizá todo ello se
explique por la edad del memorialista.
Lo dicho para otras ocasiones.
Si usted es sevillano y le interesa Sevilla, si esta es de su interés, aunque
no sea sevillano, en José Laguillo tiene usted un cicerone que lo lleve por el último
tercio del siglo XIX y el primero del XX por la ciudad del Betis, por la bella
Híspalis… y sus ciudadanos señeros.
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