Isern, Damián: Orti y Lara y su época: estudio sociológico-necrológico
Con un estilo no tanto
barroco como ampuloso y fuera de nuestros días por recargado y con un dinamismo
lentísimo, con circunloquios que abusan de la paciencia del lector, el autor,
digamos, no da puntada sin hilo. Debe saber el lector, y el autor no lo oculta,
que Orti y Lara y él no se llevaban bien y no solo eso, sino que en más de una
oportunidad opusieron sus argumentos, opiniones y perspectivas sobre la realidad…
Sin embargo, Isern escribe esta biografía y necrológica de Orti y Lara por
encargo de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, lo que se me
antoja, siendo parte, una responsabilidad injusta: debatir con el adversario
intelectual, muerto este… no es ético. Escribe Isern: “Indudablemente, el fin
que se propuso esta Real Academia con la redacción y publicación de las vidas
de sus individuos muertos fué engendrar en los que las leyesen deseos y celo de
imitar las acciones virtuosas, lo cual ha de entenderse, en este caso, por
deseos y celo de encaminar siempre el entendimiento á la posesión de la verdad,
y la voluntad á la del bien, despertando en los vivos, con el ejemplo de los
muertos”. Poco afán pondrá el lector de este estudio cuando desde el principio
Isern no deja de ridiculizar y violentar al biografiado, supuesto modelo, que
es puesto en ridículo, estando muerto: la circunstancia, insisto, es propia de
un impío. No está mal debatir con un oponente vivo, hacerlo con viveza o
incluso crudeza, pero no con un muerto con quien en vida tuvimos nuestras
disputas. No está mal que Tomás de Aquino debata con san Agustín… nueve siglos
más tarde tras la muerte de este… Escribo lo que hay y opino sobre el hecho y
el motivo de esta biografía y no puedo por menos que preguntarme: ¿cómo y por
qué la Academia de Ciencias Morales y Políticas da este quehacer a quien fuera
rival intelectual? ¿Cómo ponemos a cuidar del gallinero a la zorra, con ser
esto menos lesivo y grave?
Damián Isern |
Cierto es afirma Isern que
el talante polémico y agresivo de Orti se debe a los tiempos en que le tocó
vivir, lo que no sé si se justifica tanto como su amor por la verdad que sería
más digno y menos falso desde el punto de vista sociológico y determinista
fatal, que él aplica.
Bien poco de admirable
podrá el lector hallar de Orti en el escrito de Isern, pues no hay por dónde
cogerlo: “Se ha hecho al Sr. Orti y Lara el cargo fundadísimo de que sus obras,
sobre todo las didácticas, carecen de verdadera originalidad”, es
decir: era un plagiador (“Lo que no es tradición es plagio”, que dijo d’Ors); continúa
Isern “De hecho Orti y Lara fué siempre un expositor, un discípulo fiel, un
vulgarizador de Santo Tomás, y Balmes”, por tanto Orti no es un pensador con
ideas propias, sino el eco vulgar de otras voces… Incluso cuando Isern alaba a
Orti, tras su pomposa prosa, se pueden hallar ocultos alfileres, puñalitos,
etc.
Concluyo por no cansar
al lector de mi blog… Me temo con Donoso que tras toda este elegante e impío
escrito lata un debate no tanto ético y político como religioso. Mucho de
cuanto leo en Isern, ¡y lo leo de cabo a rabo!, me sirve por sus afirmaciones a
contrario sensu, porque de este modo es posible que encuentre virtudes en
Orti y verdades en el escrito de Isern que este intentó seguir debatiendo con
un muerto… ¡Lástima que algunos de los muertos que algunos matan sigan con tan
buena salud!
Juan Manuel Orti y Lara |
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