7 de marzo de 2022

ALCALÁ VENCESLADA-10

Isern, Damián: Orti y Lara y su época: estudio sociológico-necrológico

Con un estilo no tanto barroco como ampuloso y fuera de nuestros días por recargado y con un dinamismo lentísimo, con circunloquios que abusan de la paciencia del lector, el autor, digamos, no da puntada sin hilo. Debe saber el lector, y el autor no lo oculta, que Orti y Lara y él no se llevaban bien y no solo eso, sino que en más de una oportunidad opusieron sus argumentos, opiniones y perspectivas sobre la realidad… Sin embargo, Isern escribe esta biografía y necrológica de Orti y Lara por encargo de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, lo que se me antoja, siendo parte, una responsabilidad injusta: debatir con el adversario intelectual, muerto este… no es ético. Escribe Isern: “Indudablemente, el fin que se propuso esta Real Academia con la redacción y publicación de las vidas de sus individuos muertos fué engendrar en los que las leyesen deseos y celo de imitar las acciones virtuosas, lo cual ha de entenderse, en este caso, por deseos y celo de encaminar siempre el entendimiento á la posesión de la verdad, y la voluntad á la del bien, despertando en los vivos, con el ejemplo de los muertos”. Poco afán pondrá el lector de este estudio cuando desde el principio Isern no deja de ridiculizar y violentar al biografiado, supuesto modelo, que es puesto en ridículo, estando muerto: la circunstancia, insisto, es propia de un impío. No está mal debatir con un oponente vivo, hacerlo con viveza o incluso crudeza, pero no con un muerto con quien en vida tuvimos nuestras disputas. No está mal que Tomás de Aquino debata con san Agustín… nueve siglos más tarde tras la muerte de este… Escribo lo que hay y opino sobre el hecho y el motivo de esta biografía y no puedo por menos que preguntarme: ¿cómo y por qué la Academia de Ciencias Morales y Políticas da este quehacer a quien fuera rival intelectual? ¿Cómo ponemos a cuidar del gallinero a la zorra, con ser esto menos lesivo y grave?

Damián Isern

Cierto es afirma Isern que el talante polémico y agresivo de Orti se debe a los tiempos en que le tocó vivir, lo que no sé si se justifica tanto como su amor por la verdad que sería más digno y menos falso desde el punto de vista sociológico y determinista fatal, que él aplica.

Bien poco de admirable podrá el lector hallar de Orti en el escrito de Isern, pues no hay por dónde cogerlo: “Se ha hecho al Sr. Orti y Lara el cargo fundadísimo de que sus obras, sobre todo las didácticas, carecen de verdadera originalidad”, es decir: era un plagiador (“Lo que no es tradición es plagio”, que dijo d’Ors); continúa Isern “De hecho Orti y Lara fué siempre un expositor, un discípulo fiel, un vulgarizador de Santo Tomás, y Balmes”, por tanto Orti no es un pensador con ideas propias, sino el eco vulgar de otras voces… Incluso cuando Isern alaba a Orti, tras su pomposa prosa, se pueden hallar ocultos alfileres, puñalitos, etc.

Concluyo por no cansar al lector de mi blog… Me temo con Donoso que tras toda este elegante e impío escrito lata un debate no tanto ético y político como religioso. Mucho de cuanto leo en Isern, ¡y lo leo de cabo a rabo!, me sirve por sus afirmaciones a contrario sensu, porque de este modo es posible que encuentre virtudes en Orti y verdades en el escrito de Isern que este intentó seguir debatiendo con un muerto… ¡Lástima que algunos de los muertos que algunos matan sigan con tan buena salud!

Juan Manuel Orti y Lara


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