31 de diciembre de 2021

ALCALÁ VENCESLADA-06


Muñoz-Cobo Ayala, Diego. RECUERDOS DE MONTERÍA



Vaya como arranque de la entrada, y muchos entenderán…, que soy pariente del autor del libro: este hombre que tuvo la caza como vivir. Por consejo del doctor Somovilla, Diego Muñoz-Cobo Ayala, que estaba muy enfermo, debía de dedicarse a la caza y a vivir en el campo y así lo hizo desde los 15 años hasta que murió.  Esa fue su dedicación y su vocación: la caza. A todo esto, en parte, debo yo también mi vocación cinegética. Por esa rama familiar, por mis abuelos, mi abuela Isabel Muñoz-Cobo Muñoz-Cobo y mi abuelo Antonio Alcalá Venceslada, me viene a mí esa más que afición a la caza… LAUS DEU.

Un hombre que estuvo tirado en la Sierra toda su vida, desde el punto de vista de su formación académica, y como escritor, deja mucho que desear: no es ciertamente Delibes, ni don Camilo ni Cervantes… Desde el principio de la obra el autor y por varias veces se excusa de sus limitaciones literarias que, ciertamente no son pocas: “Si eres un literato ó un crítico de todo lo que ves en letras de imprenta llega este librejo á tus manos, déjalo en el acto y no malgastes el tiempo; es una súplica que te hago bondadosamente atenderás”, pero que yo, lógicamente, y él desde el Cielo lo comprenderá, no puedo atender por agradecimiento y por piedad: se lo debo y, además, no tengo palabras para agradecérselo.

No te diré, lector amigo, que me coge precisamente a trasmano el parentesco con el autor de este libro. Te explico. A él lo conocía por historias oídas en mi casa, es el tío de mi abuela Isabel Muñoz-Cobo Muñoz-Cobo, a quien amé reverencialmente y de corazón. De ella heredé una escopeta del calibre 28, que conservo, con la que ella cazó conejos, jabalíes y venados… ¡Dios la bendice y yo a ella me encomiendo! Hermano del autor es mi bisabuelo Joaquín Muñoz-Cobo Ayala que en varias de las narraciones sale como hermano del autor y como cazador y dueño de fincas en Sierra Morena que montean.



El autor ciertamente no es un dechado de corrección y de facultades narrativas. Él lo sabe y así se disculpa. No es un escritor… Es un hombre de sierra, entiendo, con escasos rudimentos que escribe un librejo de recuerdos cinegéticos que enhebra como Dios y su escaso entender narrativo le dan a entender… que, dicho sin ambages, es bastante limitado: cuenta lo que se le ocurre… literalmente… ¡y como se le ocurre!: sin orden ni concierto, sin concierto ni… Dice él que, en las monterías y ojeos, no hay mayor error que el desconcierto y el desorden… Pues otro tanto ocurre en lo que uno puede escribir: tal y como le ocurre a su obra. Sus líneas son sinceras, huelen a jara y tierra reseca o húmeda, a pólvora, suenan como un tiro…, pero son toscas. Incluso los lances de los puestos carecen de la vibración que él pretende trasmitirnos.

Sin duda alguna la obra habla de un ayer periclitado absolutamente. Incapaz soy de matar una res, bicho muy evolucionado para mi paladar cinegético, y, por tanto, no voy a ni a esperas ni monterías, pero, por lo que me dicen y veo, Diego Muñoz-Cobo en una montería actual estaría más perdido que Carracuca. El lector se hallará ante una obra escrita con la franqueza y la frescura del hombre de bien que no tiene doblez ni engaño… Algunos de sus razonamientos suenan a lo que son: razonamientos viejos, que no solo antiguos.

Las monterías, por lo que oí en mi casa, antes no eran esas multitudes de señores y señoras más que vestidos, disfrazados para la ocasión, con magníficos coches, rifles maravillosos, etc. que matan decenas y decenas de reses en cercados, cada vez que van a montear… Muñoz-Cobo nos habla de monterías donde se anda lo indecible, son pocos los monteros, catorce o dieciséis los perros, se dispara con escopeta de cañón liso y no se usan las postas que él detesta… Pocas reses se abaten, pero con un esfuerzo ímprobo. La lluvia, el frío, la sed… son compañeros del montero solitario que desde su puesto anhela la llegada del jabalí o el venado que sus perros, a los que distingue por la ladra, traen a lo limpio donde espera poderlo abatir…



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