Al Niño silente, que nace en Belén, y mañana celebramos.
Feliz Navidad.
Pasan los años, que no pocos, charlie, desde que Bernardo Munuera me empujó por la cuesta de los blogs… Tras muchos sucesos cruciales de mi vida hay un Munuera: ¡ponga un Munuera en su vida! El hecho es que alguna vez, por motivos que ignoro, que no recuerdo, es decir: que olvidé, he comentado alguna película de cine en este blog. No sé ahora cuáles ni cuándo y no tengo temple en este momento para búsquedas (¡estoy de búsquedas en archivos y bibliotecas hasta sálvese la parte… y estamos empezando!). Vaya también por delante en este primer párrafo que no soy un cinéfilo genuino ni un entendido en la materia.
Película, sí, charlie,
película comento. El título lo saqué del libro que he leído y escrito una
entrada, el de Luis Gutiérrez Rojas, Silencio de Scorsese… Aquí, en este
enlace https://es.wikipedia.org/wiki/Silencio_(pel%C3%ADcula)#Argumento
podrás hallar tú, charlie, y el lector curioso los vericuetos por los que ha
pasado la filmación de la película desde que Scorsese se propusiera llevarla a
cabo. Un auténtico empeño personal…
Hace muchos años, en un programa de Mercedes
Milá, hará… ¡Lo busco y lo encuentro en Internet y una vez más, sin perdón, doy
gracias a Dios y me quedo con la boca abierta!... Hará no, hace
¡¡treinta y cuatro años!! Tuvo
lugar el 10 de mayo de 1984 en su programa Buenas noches… La entrevista
era a una religiosa carmelita descalza de clausura, priora del Carmelo de
Mataró (Barcelona), Cristina Kaufmann (1939-2006), que te recomiendo vivísimamente,
charlie, que la veas, que eres cortito de memoria (https://www.youtube.com/watch?v=qFMI9el787A). Me quedaron grabadas las palabras de esta priora cuando ¡¡se
dirige directamente a Dios!! y le decía de su silencio… ¡no reprochaba!: allí,
en el programa, en directo: “Tú callas”, le dice a Dios. Ella sabía de la
oración en el silencio y del silencio de Dios en medio de un mundo atronador
que por doquier nos invade y no escucha con los ojos y el alma la palabra viva
del Evangelio.
La
dimensión sobrenatural de la persona con fe excede la visión chata de los
hombres que carecen de ella. La persona sin fe ve, mira…, pero no contempla, no
trasciende lo que sus sentidos externos e internos le muestran, se queda en la realidad
material, mensurable. Quienes pretendemos vivir de la mano de Dios, a la sombra
de Dios… miramos, lo intentamos, aunque no siempre podamos o seamos capaces de
ello, el mundo que nos rodea desde la contemplación divina y la asunción
firme de que Dios todo lo sabe, que todo tiene un sentido, no siendo nosotros
Dios y, por tanto, con una limitación sencillamente humana. La verdad solo es
posible a la luz de la fe. La verdad última de todo acontecimiento solo tiene
sentido en el conocimiento divino. No es dado al hombre conocer los tiempos ni
el sentido último de cuanto sucede. No son pruebas de la inexistencia de Dios las
hambrunas, las pandemias, las guerras… El sufrimiento, la muerte del inocente
ha sido muy meditada (me gusta especialmente la carta apostólica
SALVIFICI DOLORIS de san Juan Pablo II). El niño que llora, patea y sufre…,
porque la mamá le quitó el cuchillo afilado que llevaba en la mano, no
comprende por qué su madre lo hace…, pero es por su bien, por el bien de todos…
Existen los agujeros negros, pero no sabría explicarlos ni decir de ellos, pero
no por esto dejan de existir. Nunca estuve en París, pero dicen que existe y lo
creo.
Es histórico, por lo
que leo, el suceso que cuenta la película, basada en la novela de homónimo
título y escrita por Shūsaku Endō en 1966. Se centra, desde el punto de
vista del tema, en tres ideas principales: el silencio de Dios ante el
sufrimiento de los inocentes, el sentido de este sufrimiento en una comunidad
cristiana incipiente y perseguida y la apostasía de unos creyentes, unos
sacerdotes católicos, que no soportan ni el silencio de Dios ni el sufrimiento
de los martirios.
Las circunstancias
en que todo esto sucede son novedosas para mí, pero no así la circunstancia
que es conocida desde el principio de la expansión del cristianismo, con la
muerte terrible de su Fundador. Vino Dios encarnado al mundo, pero no
desapareció la injusticia, el dolor, el sufrimiento… y Él se explica en el
silencio y actúa sin brazos.
Cualquiera que sepa,
¡por experiencia!, de lucha ascética comprende la debilidad de los sacerdotes y
su apostasía que se me antoja terrible. Los comprendo, pero no por ello pierdo
el sabor que me dejan en la boca a cardenillo y el alma como la suela de una
alpargata… Corruptio optimi pessima. Reconozco que la película me ha
parecido excelente, me ha servido para mi lucha ascética, pero he pasado un mal
rato… porque así también es la vida. Te recomiendo, charlie, que veas la
película también excepcional por la actuación de sus intérpretes y con una
fotografía excelente…
Pienso… y añado… que se
puede mirar todo esto, mantener la mirada, trascender, contemplar o sencillamente,
simplemente, cruzarse de brazos, sonreír escéptico y darle la espalda.
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