19 de diciembre de 2021

458-Gutiérrez Rojas, Luis: LA BELLEZA DE VIVIR. TODOS LOS PROBLEMAS TIENEN SOLUCIÓN

 

458-Gutiérrez Rojas, Luis: LA BELLEZA DE VIVIR. TODOS LOS PROBLEMAS TIENEN SOLUCIÓN

 

Por norma es extraño que a quienes somos muy lectores nos regalen libros que no hayamos pedido, mostrado interés por ellos, etc. Lo de regalarnos un libro, digamos, al buen tuntún es anormal. Sin embargo, este ahora que comento me lo regalan con la explicación de que oyeron a su autor hablar en la radio y leyeron un comentario en la prensa “Y me recordó a muchas de las explicaciones y argumentos que tú usas… ¿Lo tienes?”. No, no tenía el libro ni había oído hablar del autor, aunque el apellido es de raigambre psiquiátrica en Granada, ¡por parte del galeno que no del paciente! (aunque nadie está libre…). Gracias a quien me lo regalo, Pilar, mi mujer: gracias María Pilar.

Este libro me parece un artefacto concentrado y logrado. Estoy seguro de que su autor: estoy seguro, podría escribir páginas enteras de algunas de las afirmaciones que hace en breves oraciones simples. El libro divulgativo obliga a la oración corta, sentenciosa, de pase recortado, una chicuelina, un trincherazo -que dirían los taurinos- porque el público y la obra lo exigen. Faena lograda.

No estoy seguro qué o quien aporta más, si el Rojas psiquiatra -con muchas consultas a sus espaldas- o el Rojas persona atenta…, con experiencia: padre, estudiante, profesor, vecino, conciudadano… que, a base de sentido común, dice lo que cualquier persona, inteligente y con matrícula de honor en la difícil asignatura de la “mundología”; supongo que ambos, pero no es menor el aporte, digamos, del segundo. Creo que el libro puede ser agradable para cualquier tipo de lectores, incluidos quienes somos felices y además lo estamos por norma… Se ve por sus comentarios que es persona que dedica tiempo, el que sea y pueda, a la educación de sus hijos: me parece capital para un padre que quiera ser feliz. Insisto es persona que está ojo avizor, avisado…-¿podría un psiquiatra genuino y eficaz no serlo?- de cuanto le rodea: el cine, la televisión, los periódicos, las calles…, ¡el refranero!: fuente de sabiduría experiencial y si no, que se lo pregunten a Sancho Panza y a su padre, don Miguel de Cervantes.

Nos encontramos además con un médico leído (cita no solo a algunos colegas, sino también a Faulkner, Russell, Julián Marías (padre), Chesterton… ¡y a mi amigo Manolo Álvarez Romero!...). No se muerde la lengua, lo que considero capital: hacerlo por norma, estoy con él, si no es pusilanimidad es cobardía (la parresia es obligatoria en quien desea ser feliz, pues la verdad, el bien y la belleza son trascendentales necesarios para que, desde una correcta antropología, perdón por la siguiente palabra, funcione adecuadamente la persona… y se ponga en camino de la felicidad).

Creo que todos los libros o autores que cita, y algunos más, sobre la felicidad y que de ella han tratado y sus aledaños, desde el mundo clásico hasta no ha tanto, servidor dice, modestamente, los tiene leídos y anotados, que no aprendidos al dedillo, pero sí que le ayudaron a la meditación serena de quienes sobre la felicidad y la vida lograda dijeron, pensaron, ensayaron, vivieron…

Recuerdo un detalle de la defensa de mi tesis, ayer por la mañana, ¡hace ya muchísimos años!, una persona del tribunal -recuerdo quién era- me dijo, como aporte sustancialísimo, que “podría usted haber hecho” y “también podría haber hecho esto otro”… Y mientras yo simulaba tomar nota de sus magníficas ideas pensaba: “incluso podría no haber hecho la tesis y, sin embargo, aquí está para que usted juzgue lo que hay y no tanto lo que falta” (que suelen hacer los malos profesores). Algo así me ha pasado con esta obra: echaba de menos aquí tal idea, tal pincelada… Decía Leonardo Polo que ante la duda siempre conviene actuar, hacer… porque el ser es más perfecto que el no ser… ¡Pues ahí está este libro que me parece un bien tangible, legible, entendible, amable, recomendable…!

Cierto que es difícil para el lector… menos batallado, experimentado, vivido… comprender y encajar tantas piezas como el puzle de la felicidad requiere poner en su sitio: además, aun cuando la felicidad sea definible grosso modo y para la mayoría -eso de que cada uno tiene su idea suelen decirlo quienes no tienen ni idea de qué sea la felicidad y menos aún la suya-, es cierto que esa autopista general por donde todos los felices caminamos tiene, además, las rodadas personales, los pasos propios, el sentido particular…, pero no hay felices andando por los barbechos, los añojales, los pedregales, los barrizales ¡y los eriales! Liegos les llaman en La Mancha y eso por mucho que, como a Jaimito, les guste el olor del amoniaco… Por muy particular que uno sea, original, inteligente… el coche de gasolina no se mueve si llenamos el depósito de gasoil: no funciona, que escribí arriba.

No con todo estoy totalmente de acuerdo; lógico. Hay afirmaciones arriesgadas, por ejemplo: veamos… Es cierto que, en general, no es fácil cambiar, pero luchando contra los defectos, se puede pulir ¡y mejorar! La expresión “perder el tiempo” es muy atrevida: Recuerdo que se me decía en mi casa que “perdía el tiempo con mis amigos”, sin embargo, si los amigos lo son de verdad y lo que nos ocupa es bueno, el tiempo no se pierde… “se invierte”, que para eso está. Santa Teresa nunca dijo aquello que dice el mosaico de mi cocina “Lee y conducirás…, etc.” ahora se le llama a todo eso fake, pero es un error, un patinazo del que nadie está a salvo…: ¡gazapos que se cuelan! Me planto, pero no sin añadir: Supongo que el autor no me leerá, pero si lo hiciera, le hago el favor de ayudarle… En el buscador del ordenador, en su texto original, escriba la palabra cosa y su plural y le asombrará la de veces que tira y abusa de ella para referirse a realidades con nombre, pero… la pereza mental -quien esté libre…- nos aboca a abusar de ella; hay veces en que en dos renglones se repiten dos o tres veces… La segunda parte de su título, que se lo habrá puesto la editorial, es de un voluntarismo sangrante: no, por desgracia, no todos los problemas tienen solución…

Gracias por su libro, profesor Gutiérrez Rojas, lo he disfrutado… y he aprendido, recordado… Ha sido una actividad felicitaria, que llamaría Marías, padre. ¡Y ya llegará la cátedra, si llega, don Luis!



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