6 de junio de 2021

447-Delibes, Miguel - LAS RATAS

 


“Andar con la chorrina” no diré que sea expresión de gran delicadeza y finura y uso común, pero tampoco es vulgaridad detestable: todo lo más fea, ordinaria. Viene a significar “Tener chorra”, es decir: “Tener suerte”, que es lo mismo que “Tener potra” viene, una vez más a lo mismo: “tener tino, suerte” (según recoge mi abuelo en su Vocabulario andaluz, y no hallo en el de la RAE, pero sí en el DUE)… La primera expresión, “Andar con la chorrina”, creí que la encontraría en Diario de un cazador, pero no la hallo tampoco, mas estoy seguro que la usaba Delibes para decir de esos días de caza en los que uno pone en el suelo lo que tira…, es decir: que está de suerte.

Algo parecido ocurre cuando uno hace un artículo fetén o una entrada cabal aquí. Había tomado unas notas para contextualizar esta en que ahora tecleo y me he ido a leer la que hice sobre La hoja roja: y creo que en esta anduve con la chorrina: me ha gustado. No siempre así las cosas son. Hay veces que los pájaros (para el cazador español, en el campo, no hay más pájaro que la perdiz) o los conejos se te arrancan de los pies, le das dos tiros a España y se van a criar sin rozarles ni un pelo ni una pluma. No fue este el caso en la entrada de La hoja roja, estimo; quedó fetén

El Nini es, sin duda, uno de esos personajes inolvidables de Delibes. Este solía decir que para escribir una novela –que venían a buscarlo a él como realidades etéreas que él cosificaba por escrito y que él no buscaba- necesitaba un hombre, un paisaje y una pasión. En este caso su hombre es un niño… El Nini, es el niño sabio, que se mueve en el paisaje delibesiano por antonomasia: Castilla, la Castilla pobre, despoblada, seca, cuarteada… que Delibes quiso defender con esta novela. El Nini, como dijo la Sabina: “Cada vez que lo veo así me recuerda a Jesús entre los doctores”, es el niño a quien llamé hace años el niño sabio de Las ratas. Les refiero dos curiosidades sobre la obra.

Me contó Delibes que esta novela nació ciertamente de una experiencia personal. Había estado por Soria y allí vio a unos tipos (no sé si eran, como los de la novela, extremeños) que estaban sembrando pinos y cazaban ratas en no sé qué río. Las ratas eran Arvicola sapidus, es decir, no las ratas asquerosas (con perdón y para mí) de las ciudades y sus atajeas… Le sorprendió a don Miguel ver que las cazaban y que las comían…

El momento en que se escribió esta novela, segundo asunto, creo que es más conocido, es que por aquellos años, finales de los 50 y comienzos de los 60, la prensa aún era coto cerrado de la censura (hasta el 66 no se abrió un poquito la puerta con la Ley de Prensa de Fraga; y hasta el 77 no desapareció del todo la censura). Delibes desde su periódico, el Diario de Castilla, quería denunciar la situación de pobreza, abandono, etc. en que se encontraba su tierra (80 años después seguimos mareando la perdiz con la España vacía (?)que él denunció, como tantas otras realidades, con escaso eco)… Como la prensa tenía más presión censora y el Diario y don Miguel tenían fama de liberales, este prefirió evitar líos y darle puerta a sus inquietudes por una novela sobre un niño, hijo de unos hermanos (una loca y un ratero que vivían en una cueva) y armar un tinglado sencillo sobre los secos tesos de una Castilla que ya no existe desde hace décadas, como él mismo me dijo, y un pueblo donde pululan unos seres primitivos, marginados a su pesar...

Las ratas es la historia de un pueblo sin nombre, pues era cualquier pueblo de la Castilla de entonces. Sus habitantes, pobres labriegos casi todos, se pasan la vida mirando al cielo para descifrar cómo vendrán las estaciones para sus siembras. El Nini interpreta los signos del tiempo, los animales, los campos… y todo lo sintetiza con una sencillez admirable. El Nini es el compendio de un conocimiento natural fruto de la tradición: escucha a sus predecesores (a los viejos: a sus abuelos, a su padre, al Centenario…); no solo ve, sino que mira y contempla; y su sentido común es tumbativo: cuando doña Resu, el Undécimo Mandamiento, lo llamó para que el Nini averiguara por qué no criaban sus conejos, el niño fue concluyente: “Son machos los dos”, ya ve usted, lo que hoy es “progreso”, lo que hoy se califica de “logro”, ayer, sin más era mero sentido común, verdad basada en la evidencia.

Delibes decía, y era cierto, que siempre tuvo mucha fortuna con las novelas suyas que se llevaron al cine. Sin embargo no la tuvo en el caso de esta que hoy comento: a mí me decepcionó sobremanera y ni siquiera la vi completa. Tuve la sensación de que desfiguraban el ser de una realidad que yo amo y no lo soporté.

Tras la descomunal última escena entre Luis el de Torrecillorigo y el Ratero siempre me pregunté qué fue del Nini. La novela no es que quede abierta, sino desamparada y el lector, amigo del autor y del niño, desazonado… Uno no puede evitar preguntarse por el Nini, como Holden Caulfield por el lugar al que van los patos de Central Park en invierno… ¿Dónde estará el Nini?, me pregunto.

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