4 de abril de 2021

442- Lindo, Elvira -MANOLITO GAFOTAS (I de II)

 


A las vestales inquisidoras de lo políticamente correcto y sus profetisas las feministas de la cuarta ola… ¡y las anteriores!


Vive Dios que pienso echar un largo párrafo a este libro… porque la ocasión creo que lo merece.

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Hubo una época en que, por necesidades del guion profesional, y por puro gozo, leía libros de “literatura infantil” (con todos mis reparos a ese adjetivo). Luego los he leído de tarde en tarde, casi siempre por los mismos motivos de entonces, pero ya no los he disfrutado tanto: quizá todo tiempo pasado, etcétera. No lo podría demostrar fehacientemente, pero permítanme…: los libros infantiles de entonces tenían una frescura de la que carecen muchos de los actuales (¿o era yo?). Hoy, a veces, algunos de ellos me dan la impresión de que más bien están dirigidos al adiestramiento del lector: algo así como ñoñas novelitas de tesis armadas sobre un precario entramado argumental; montan y arman el muñeco sobre el que pretenden contarnos lo mal que lo pasan los niños de Biafra y causar penita, por poner un poner de mi época; la literatura no importa. El repertorio de esas precarias novelitas-mercancias y de quienes ahora argumentan en su favor se asemeja mucho al que tenían esas señoritas catequistas con las panzas llenas… y los caletres atiborrados de buenas intenciones, un poquito pacatas y cursis.

Asisto a una, digamos, tertulia donde se me dice que este libro que hoy comento es un libro que quiebra la moral reinante de lo políticamente correcto por algo que sucede con la Susana Braga-sucias que yo, de haber leído esta obra, no recordaba… En la citada tertulia cayó sobre el libro la excomunión latae sententiae. Como uno siempre fue más rebelde de lo que daba de sí su camisa, decidí inmediatamente leerlo para averiguarlo. Servidor no halló nada pecaminoso en el libro, claro que se reconoce ignaro y pagano en la iglesia del feminismo fundamentalista.

Toda madre, digo yo, que ve a su niño con el cuchillo del jamón dando mandobles en el pasillo, no respeta el capricho del andoba y se lo quita por lo que pueda pasar, que para eso es madre y quiere evitar males mayores. No me voy a perder en el origen del Index de la Iglesia católica que, como madre, condena el alimento nocivo para la fe a sus fieles, los católicos. El oscurantismo connatural a la ultraizquierda dictatorial lanza hoy sus anatemas contra todos aquellos que no desayunen, almuercen y cenen con sus ideas, sean o no de su parroquia o creencias y eso me ocurre a mí con frecuencia: vivo excomulgado. Y copio de un amigo: “Muerto el prestigio de la razón en pos del lloriqueo, solo se podía acabar así: dando por bueno lo falso siempre que le suene coherente al ágrafo. […] Las trolas más burdas refuerzan tal visión. ¿Por qué iban a esforzarse en buscar verdades quienes no creen en la realidad objetiva?”.

Constato  y les advierto que, por sus escritos, doy fe que deben seguir excomulgados y bien anotados en el Index del feminismo –cuarta ola-: Quevedo, Cervantes y Lope, el Arcipreste de Hita, la Celestina, el infante don Juan Manuel… y dejo aquí la lista por no hacerme pesado, pero no quiero olvidar a don Camilo José Cela, premio Nobel.

***

Manolito, el protagonista de Elvira Lindo, es un tipo imaginativo casi a más no poder. Su autora tiene gracia y arte para poner en su boca un variado repertorio de palabras que acreditan que Manolito Gafotas es un firma curtido en la calle y que sabe moverse en ella y reconocerla y nombrarla, aunque se tropiece cada dos por tres con los problemas que todos hemos tenido desde una perspectiva u otra: toda calle que baja, vista desde la otra punta, sube: así es la vida, que lo dijo Ortega. Y así nombra y monta las historias con lugares comunes y corrientes y muletillas, que son muletones, discurso con absoluto desparpajo, sin eludir las memeces que todos los memos dicen para salir de un aprieto léxico o mental, que me suenan irónicas en la obra. La lengua que emplea lo caracteriza y unifica: se empezó a poner cardiaco, y si te he visto no me acuerdo, del mundo mundial, superpalomas de la paz, mola un pegote, molaba tres kilos o molaba cien kilos, la verdad verdadera, se montó un mogollón, todo el rollo repollo, le pareció chachi

Quiero decir en este párrafo de cierre de esta entrada de hoy, a la que seguirá otra, que me lo he pasado mogollón de bien: me he reído mucho más de lo que recordaba haberlo hecho en la primera vez que lo leí hará más de veintitantos años… (que yo recuerde). Las expresiones y las ocurrencias me parecen muy simpáticas y naturales. Las salidas de Manolito tienen la lógica que viví y he visto tantas veces en niños de esas edades y que, si en el momento de la atrocidad, carecían de gracia…, vista desde la perspectiva de la sita Asunción (calle abajo), no ocurría así vistas por el canuto que da la perspectiva del tiempo transcurrido, es decir desde los pocos centímetros de los ocho o doce años (calle arriba).



Y sigo…

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