Acostumbrados a leer
por encima, en diagonal, a echar solo un ojo es decir, a mal leer
superficialmente muchas entradas de blog… leer a Miguel d’Ors es un salto a la
excelencia y a la admiración (la envidia sana no existe). El contenido de la
entrada de un blog, su estilo, nada tiene que ver con un artículo de altura
académica excelente: los hay pésimos, auténticos bodrios, refritos y faenas de
aliño copiadas y recalentadas en microondas. Leer a Miguel d’Ors es una gozada.
Tuve la fortuna de hablar algunas veces con él en la universidad de Granada,
donde tenía la puerta del despacho siempre entreabierta para que pudiera
acceder, supongo, quien quisiera de buen grado y talante, y allegarse para
preguntar, charlar, etc. Fueron pocas las ocasiones porque de tiempo, entonces,
como ahora, andaba yo escaso, pero las charlas fueron fructíferas. Tener dinero
es disponer de tiempo y dinero ni tuve ni tengo…
Los artículos incluidos
en estas Lecturas se centran en el estudio de la poesía y sus creadores,
en sus poéticas. Artículos los hay muy antiguos, de los años 70 -pasó medio
siglo- y los hay de los 90 -pasaron tres décadas-. Los hay sobre poetas
reconocidos y alabados públicamente y los hay sobre poetas que ni reconocidos
ni alabados, pero igualmente poetas y excelentes poetas, según sus críticas.
Cuando leía algunos de
los trabajos aquí editados me acordaba de la plantilla que me hacía yo cuando
era joven: en ella iba anotando todo en los casilleros previamente pensados y
calculados. Personajes: descripciones físicas, morales, psicológicas; estilo:
adjetivación, oraciones, figuras, etc.; temas… Al final tenía un plano exacto,
según mis cortas luces, de lo que la obra era y que me servía para elaborar
trabajos para diversos medios. Algo así debe hacer d’Or, con la diferencia de
que él es un excelente conocedor y catador de la poesía y de sus aledaños, la
vida. Sus notas, sus anotaciones, sus medidas hacen un traje perfecto a la obra
que comenta: desciende a los detalles sin apuro, a las enumeraciones, aunque
sean enojosas al superficial lector que hoy ha hecho Internet. Sus
afirmaciones, sus apreciaciones no son caprichosas, triviales, sino que ahondan
en la búsqueda de aquello que ha constituido el poema y lo ha malogrado o creado
apoteósica poesía. Reconozco sin ambages ni sonrojo mi ignorancia en el género.
Lo leo, los disfruto, lo comento, pero alcanzar la hondura de Miguel d’Ors
requiere la constancia de los años, el discipulado de quien aprende de otro, de
quien estudia con la suavidad tenaz del culantrillo de pozo que ante nada se
rinde en su afán por llegar a ser; él mismo en algún artículo –antes lo hubiera
tenido anotado: ahora no- reta a esos poetas de pastaflora a crear poemas en
tal o cual metro, con tal o cual estructura… ¡ni les sonará!
Hay artículos que
rezuman el cariño, el afecto, por el poeta y su poesía comentada: me lo parece
lo que escribe sobre Vicente Sabido, profesor, como él en Granada, y a quien no
llegué a conocer por desgracia, aunque Pedro Antonio Urbina me animó a visitarlo:
ya digo que mi tiempo y mis medios estaban muy tasados… Entre líneas leo con
pena que él mismo no haya sido reconocido como debiera ni como poeta ni como
profesor de Literatura…: tiene, sin duda alguna, seguro el cariño de sus
antiguos alumnos –me consta- y de muchos que no lo fuimos: gracias profesor
d’Ors. Tiene también Miguel d’Ors la modestia de no citarse en los elencos de
poetas que hace con motivo de las generaciones, las corrientes poéticas, los
años, las obras… ¡no se incluye él a sí propio en ninguna! Gracias a Dios no
todos somos iguales: hay quienes se nombran y apuntan a la ronda, aunque sea de
cafiaspirinas y aspiran siempre a ser sal de todo plato. La visión de que de la
poesía de los últimos años que d’Ors da me parece prudente y sabia: aún, creo
en mis débiles luces, está por decantar la producción, me parece sensato por lo
que explica y por lo que luego el tiempo ha ido diciendo: sin duda su
conocimiento y prudencia han hecho centro en la diana de lo que era y de lo que
ha ido quedando.
Me anima con algunos
libros de poetas que no conocía y que pido para leerlos… No es mala la siembra
si eso produce. Muchas gracias, don Miguel.
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