21 de junio de 2020

372-CHARLIE-SALIDA- COMENTARIO VESTIDO YA, Y ÚLTIMO.





COMENTARIO VESTIDO YA, Y ÚLTIMO.


Hace cien días más o menos, que eso no importa, empecé a publicar aquí mis COMENTARIOS AL DESNUDO. Me repito porque sé de la importancia de volver e insistir: “Todo está dicho, pero como nadie escucha es preciso comenzar de nuevo, continuamente”. Les escribí:

“Ya saben ustedes que no hay más libertad que la que uno se toma o consigue. Pues esa es la mía y aquí. Voy a introducir un nuevo género en el blog que es el comentario de enunciados periodísticos. Ambos serán breves. Diré lo que me sugieren los titulares de periódicos, revistas, sin entrar en quiénes son quienes los escriben, quienes afirman, niegan, preguntan, insultan o comentan, sin leer la noticia. Buscaré el lado chusco, humorístico, la parte de la punta del lápiz. Comentario del titular al desnudo, lo llamaré así, COMENTARIOS AL DESNUDO, para darle un morbo que esto no tiene, pero así caerán algunos guacharros en esta costilla”.

En esos 99 días mal contados más o menos, que eso no importa, he publicado más de doscientos cincuenta titulares de noticias mal contados, que es lo de menos, y que fui seleccionando con más o menos tino y gracia y luz. El blog tomó unos vuelos de visitas inusitados e inesperados. Les repito que tanto gano, digamos, con más de seis mil visitas que llegaron a ser, o con las 1600, más o menos, qué más da, de las que partía: no se me puso el pecho henchido y duro como un tambor, que la soberbia en los viejos toma derroteros más tenues y sutiles y, por tanto, peores.

Todo fue mera ocurrencia. Era un acto más de aquellos que, como servidor, no teniendo poder inmediato, tenemos el poder de los sin poder. Partía de puerto oscuro, ignoto, lejano y el destino no era menos claro, conocido y próximo. Por el COVID 19 se nos arrestó a todos. Era la solución de los que llegamos tarde, de aquellos a quienes nos llevaron mal y tarde, pero eso no importó, no importa, pero los implicará. Fuimos guardados peor que delincuentes, convertidos nuestros hogares en cárceles virtuales y frágiles defensas contra el enemigo desconocido. Todos esos días, en esos tantos ratos que todos hemos padecido, sufrido con humores, sensaciones y pensamientos muy variables y variados, reconozco haber vivido y haberlo hecho sin miedo ni temor ni respeto a la COVID 19. Algunos, dicen que más de 40.000 de nuestros compatriotas no han conocido el día de hoy, aunque como saben el número no importa: en el envite han fallecido “sin calor de nadie y sin consuelo”, que escribió Miguel Hernández. En paz descansen, aunque murieron no ya como perros, sino muchísimo peor que muchos perros, porque perros hay que mueren en una clínica con su dueño pasándoles la mano por el lomo. Duro. Durísimo.

He padecido lo indecible por aquellos que han muerto, por quienes se lanzaron al combate sin protección ninguna: ni un mal detente en el pecho; no sé si héroes o necios. He leído unos 20 libros, la cifra poco importa ahora: de la mayoría hice comentario en este blog. Dos, estoy seguro, quedaron en el coleto y sin publicar: no todo depende del color del cristal con que se mira, don Antonio. He escrito más de 1.500 correos electrónicos y di una especie de clases por videoconferencia que dicen, quienes las recibieron, que fueron de provecho: Dios los ampara e ilumina, sin duda.

Todo esto ha sido lo superficial, lo que muchos vieron sin entender porque no llegaron a mirar y, por tanto, ni a contemplar ni a meditar… que después vendrá aquí, en este blog, en otra entrada con otras voces y desde otros ámbitos, otro tipo de reflexiones.

Tengo un denso sabor a acíbar en mi boca, en una saliva densa y ácida. No temí al COVID 19, lo he dicho, pero sí a saberme en manos de unos ignorantes, al albur de personas que no percibí ni capaces ni honestas ni leales ni sinceras ni buenas… Un disparador histórico puede organizar la mundial sin necesitar ni mucho tiempo ni muchas alharacas: bastan dos imbéciles y una causa baladí y ya la tenemos. El temor, ustedes lo saben es sentimiento difuso y no focalizado… Abrí los ojos cuanto pude, me empiné sobre las puntillas para ver cómo venían, cómo podrían venir dadas: lo hice por mí y por ustedes (permítanme que me ponga delante: amar al prójimo presupone el amor a sí propio)… Escribí y escribí con más o menos tino. He peleado y hecho cuando estaba a mi alcance.

Les agradezco sus lecturas y su paciencia cuando recibían aviso de mis comentarios.  




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