Hace muchos
meses, casi un año, publiqué en este blog una entrada No me tomes el pelo,
Juana Rivas. Solo guiándome por el sentido común sabía lo que iba a ocurrir: la
justicia ha dictaminado ya para esta señora cinco años de cárcel, seis de retirada
de la patria potestad y debe pagar a su exmarido 30000€ por los daños causados,
además de pagar las costas del juicio. Ya escribí que: “Juana Rivas es una
fugada de la Justicia y no está en mi casa y su condición femenina no le da la
razón, solo por ello y por mamá”. A esta señora la asesoraron mal. Al
modelo de feministas que la asesoraron les pasa como a las señoritas catequistas
que, cuando tienen la panza llena y la cabeza cargada de pajaritos: confunden
el amor a la humanidad y la misericordia con la justicia, el capricho con la
ley y terminamos armando el cisco. Al final la señora Rivas, no me alegro, va a
pagar su injusticia probada (no hay mayor maltrato que la sustracción de unos menores)
y el resto se hacen cruces o lo que se hagan estas señoras…
Ahora hasta
ese imbécil que tenemos por representante y presidente de nuestra nación dice
que acata la sentencia -¿acaso le queda otra?-, pero que no que le gusta lo
dictado por el juez… ¡de aurora boreal!
He escuchado
a peritos juristas comentar la sentencia (que aquí la puede leer)
y lo sucedido es de cajón. La condena del marido italiano fue un acuerdo entre
abogados, por el que el acusado aceptó lo pactado, es decir: no se juzgó su
causa: la violencia con su mujer no fue probada, no fue contra sus hijos, y de
esto hace nueve años (¿no tiene este hombre derecho al arrepentimiento y la
mejora o debían haberlo ahorcado por aclamación popular entonces o ahora?). Da
igual lo que ahora o mañana dijera el juez Piñar, da igual lo que digan los
peritos en la materia, la chusma siguiendo antiquísimas pautas de las vísceras
y la selva y el caos, determina por vía criminal de capricho, que el Derecho
está para tumbarlo, insisto por aclamación popular. El juez que ha dictado
sentencia (por cierto, lo más leve que le permitía la ley) debe ser también ajusticiado,
tras ser afeado y señalado por todos desde el memo del presidente de mi nación
hasta la última lerda de donde sea que junto a otras es conducida como borregas
a pedir… ¿¡qué!? ¿Acaso esa mujer se cree con la potestad de sustraer a dos
menores? ¿Usted quién se ha creído que es? El señor italiano pudo haber sido lo
que fuera o lo era, pero sobre todo es el padre de las criaturas… ¡el padre! La
señora Rivas no es la dueña de los niños. La señora Rivas, como Puigdemont,
como Carme Forcadell, los Jordis, Oriol Junqueras, Iñaqui Urdangarín -que según
muchos no pisaría el talego-…, como El Lute, como Luis Candelas… o el sursuncorda
no tienen más remedio, antes o después, que enfrentarse a la Justicia; y la Ley
la aplica un juez… Insisto: se llame Juan Carlos de Borbón o Juana Rivas.
Es cierto,
visto lo que ocurre en las fronteras del sur de España y en Cataluña, que esto
lleva camino de que la Ley no valga sino para reírse de ella. Hoy mismo han
soltado de prisión, tras ocho meses, a la adolescente palestina que le cascó
una galleta como un sol a un guardia, pero es que eso no debe hacerse; eso es
lo que hacen algunos de nuestros alumnos con sus profes y todos nos llevamos la
mano a la cabeza. Si todos hacemos como la palestina Ahed Tamimi y cuando nos
para la Guardia Civil le cascamos un ostiazo como un tresillo, no debe extrañarnos
que terminemos en el talego… El guardia receptor del guantazo de Tamimi se debe
de llamar Job, por el cuajo que le echó al no responder a la niñata. Quienes
están en la cárcel condenados no están allí porque no tengan amiguitos, como
los tienen Juana Rivas, Puigdemont y Tamimi, no: sino porque están cumpliendo
una condena que algún día impuso un juez tras unos hechos probados, mejor o peor.
Estoy por
decirles que Juana Rivas no irá a la cárcel porque la “presión social”, “la
aclamación popular”, “el pueblo”… tiene derecho a decidir y pedirá su indulto…
y Marlasca lo tramitará y el Gobierno, con esa lumbrera al frente, lo concederá…,
pero eso no es óbice para que ningún padre se le vaya a ocurrir llevarse a sus
niños… porque lo pueden colgar por los… pulgares.
Tucho Castelo.
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