Este
curso, me avanzan y aseguran, será lectura obligatoria-recomendable en 2º de
Bachillerato en Andalucía La Realidad y
el Deseo -así con mayúsculas lo quiso el poeta caprichoso-original-. Para
preparar las clases he estibado para el verano una serie de libros de los que
supongo irán saliendo entradas por este blog.
La
obra que ahora comento es un estudio iniciático de la obra de Cernuda. Obra del
año 65 y editada por Alfaguara en el 72 en España. No debemos olvidar que
Cernuda murió en el 63 muy poquito antes de que Silver acometiera el estudio de
la obra completa, estudio no exhaustivo como él mismo anuncia y reconoce, pero
que será pionero en los estudios cernudianos, pues recoge lo mejor de lo dicho
por el propio poeta sobre él y de otros poetas, amigos y menos amigos, del
poeta sevillano.
Ya
en el prólogo, Silver advierte al lector que no seguirá el camino andado por
otros críticos: estudio de la obra, un tanto al margen de la vida del poeta,
sino que él, entiende -y yo comparto- que toda obra es hija de un autor que ha
tenido unas vivencias concretas, que tuvo un temperamento, un carácter, una
personalidad… que han condicionado su creación, así como lo hizo su tiempo, las
corrientes estéticas y sus amigos y menos amigos… El autor juega a favor o en
contra, pero tanto su obra como él no puede eludir la obviedad de que somos
hijos, hijastros, primos, hermanos… de una realidad concreta.
Dicho
esto, el autor de la obra sigue un recorrido por la vida del autor -en absoluto
absoluta; ignoro qué se sabía de verdad de ella en el momento en el que el
autor escribe- y a la par va revisando los temas y tópicos que se reconocen en
la obra de Cernuda como nucleares de sus poemas. Deja bien sentado el autor, y
sabe quien conozca la poesía de Cernuda, que sus versos giran en torno a su
persona y su vida. Dicho esto, son sus preocupaciones primarias: el ansia de
eternidad, el recuerdo de la infancia con su fase de inocencia y la pérdida de
esta, el anhelo de un amor y la presencia de la naturaleza. Quizá esta división
sea muy cartesiana… El lector de Cernuda -¿cuántos lectores tendrá este autor?
¿acaso importa dado el caso, si a la fuerza ahorcan?- sabrá que esos temas, de
un modo u otro, en favor o en contra, de modos más o menos excluyentes,
tácitos, concretos son propios de este poeta.
El
proceso que sigue Cernuda, como los autores de su generación, comporta un
cierto inicio clasicista, purista, gongorino, tras este, y como segundo tranco
en el proceso evolutivo: las vanguardias con especial relevancia del
surrealismo (no absoluto en ninguno de los autores españoles del 27 y, por
tanto, tampoco en Cernuda); un tercer paso se produce cuando la poesía se ocupa
de lo que podríamos llamar social, político, ya envueltos en las ideas de corte
izquierdista (comunista en el caso de Alberti, Altolaguirre, Prados y el mismo
Cernuda…); y un último paso, tras la guerra, con exilio trasterrado o no, donde
las poesías de cada uno (nunca fueron demasiado semejantes entre sí) se van
haciendo más personales (o inexistentes, por desgracia, en el caso de García
Lorca). Es curioso que Silver afirma que Damaso Alonso no es poeta del 27 ni
tampoco lo son Salinas y Guillén a quienes señala como poetas de la generación
del 14.
Ya
he comentado aquí que no es fácil explicar por qué un autor es o no novelista,
poeta, dramaturgo de nuestra devoción. Es difícil de explicar. Cernuda no lo
era de la mía. Por Alfonso Sancho Sáez, creo, me incliné más de entre este
grupo de poetas por Alonso y Salinas; creo que lo debo a ello, pero no podría
jurarlo.
Ya
conocía la vida de Cernuda por un libro que vuelvo a leer en el momento en que
termine esta entrada. Una biografía, tampoco exhaustiva, del poeta, un libro de
Emilio Barón Palma, Luis Cernuda: vida y
obra. Recordaba al leer a Silver y atender a sus explicaciones la especial
personalidad del poeta que siendo ya niño -y por tanto sin personalidad
concreta- se muestra, digamos, especial:
un poeta que se sabe poeta y lucha con el otro,
sea este como fuere, pues por encima de todo quiere y es poeta (todo muy
romántico). Ignoro si la recreación a posteriori de su infancia viene adornada
y enriquecida por la memoria trastocada… Me da igual: sí recuerdo una
personalidad susceptible y en alguna medida rencorosa (lo sucedido con el envío
de Perfil del Aire a Salinas),
persona solitaria (sus amores imposibles quizá por la época y su homosexualidad
que añadía en aquel momento y en España un plus de complejidad a la existencia
amorosa… ¿Y en Inglaterra también? Supongo, como en Estados Unidos y México)…
El
libro de Silver como portada de los que se sucederán me ha parecido más que
razonable. Quiero abundar en el recuerdo lo más detallado posible de la vida de
Cernuda para pasar después a su obra.
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