Cuando vi en las
noticias la recepción del presidente del Gobierno a la Selección española y observé
la cara de los jugadores, comprendí que algo pasaba. No sigo apenas las
noticias del deporte.
El modo en que Carvajal
dio su mano a Sánchez me pareció muestra y signo de su sentir. Quedamos en que
esto de la política sale de “las tripas” –en Italia dicen del “sue
palle” y a los españoles castizos de “sus cojones”–.
A Carvajal, como capitán de la Selección de fútbol lo llevaron a Moncloa: él no
lo decidió ni le pidieron opinión y como a él a otros, según leo. Carvajal no
es un muchacho, sino un hombre con criterio. Hizo alargo “una mano bladiblú”: floja,
viscosa, blanda, fofa… al presidente. ¿Fue eso una falta de educación?
Conviene saber. Se da
la mano limpia al otro para demostrar que no se lleva arma, por eso es signo amistoso
y es costumbre inveterada (por lo mismo es una falta de educación dar la mano
derecha con la izquierda metida en el bolsillo). Se da con firmeza para
comunicar convicción.
La reina de España no quiere
ser saludada como se hace con las damas, sino como a los caballeros. ¿Es educado
darle “un apretón” o “un blandiblu”? Pregúntele a ella, servidor no lo sabe.
Sin duda Carvajal fue
franco. Mostró de ese modo su rechazo a Sánchez y su obediencia a la Federación.
Creo que no fue falta de educación, como no lo es retirar el saludo, señal de
amistad, a quien se desprecia. Yo no saludo a los mentirosos –y
he dado muestra de ello con mis hechos–, pero allá cada uno.
Si es cierto que
Carvajal será perseguido…, los españoles deben necesariamente ir de nuevo
a la Cibeles a defender a la familia.
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