Comento hoy una separa
escrita por Manuel Fernández Espinosa que si breve en su número de páginas es
densa e interesante por muchos motivos para mí y el trabajo en que estoy y para
la biografía de Alcalá Venceslada. Quizá esta entrada sea algo extensa.
La primera vez que leí
el nombre de Francisco de Paula Ureña Navas fue en el Diccionario
Bio-bibliográfico del Santo Reino de Jaén de don Manuel Caballero Venzalá.
Debió de ser allá por el 81. Hacía este referencia a una historia que había
recogido él en la Revista Don Lope de Sosa de la que había sido testigo
Alfredo Cazabán que lo contó en ella allá por 1923. Decía don Alfredo:
Hace muchos años. A la
tertulia de los viejos poetas donde se nos daba acogida a los que empezábamos
nuestra peregrinación literaria, llegó la noticia de que, en una velada del
Colegio de Santo Tomás, iba a leer unos versos un alumno; versos que de su musa
infantil habían brotado con verdadera belleza y lozanía. Y a Santo Tomás fuimos
siguiendo a Almendros Aguilar y a Montero Moya y allí oímos a Antonio Alcalá
Venceslada, un escolar menudito de cuerpo, de ojos vivos, de rostro
inteligente, que, como un hombre hecho y derecho, nos leyó magistralmente su
romance morisco "Azarque". Alcalá Venceslada lo había escrito en unas
horas y lo había enseñado al brillante escritor D. Francisco de P. Ureña,
maestro de Retórica y Poética y de Literatura en aquel Colegio. Ureña,
asombrado, tuvo un poco de desconfianza y dióle el tema de otro romance –"Homar
y Celinda"– que Alcalá Venceslada le presentó al día siguiente
y que era tan perfecto como el anterior. Y aquel chiquillo que había hecho tres
años de estudios con los Jesuitas y que vino a Jaén con buena fama de
estudiante, quedó reconocido como el poeta de aquella muchedumbre estudiantil.
No cabía duda de que a las deidades del Parnaso no les era indiferente el
pequeño escolar.
A estas alturas ya
sabía qué había supuesto Ureña Navas para el adolescente Alcalá Venceslada y el
empujón que este recibió de aquel para que se hiciera consciente de su ser
escritor, de las capacidades que Dios le dio y él había cultivado con ayuda de
sus maestros…, pero ¿quién fue Ureña Navas? Es aquí donde vino en mi socorro la
investigación de Manuel Fernández Espinosa.
Natural de
Torredonjimeno, nació Ureña Navas en una familia con pocos medios económicos.
Fue por esto que el párroco de su pueblo, ¡como tantos párrocos de tantos
pueblos!, viendo las capacidades del niño buscó los medios para que estudiara y
pudiera, primero, cursar el bachillerato en el Instituto General y Técnico de
Jaén –años más tarde
“Virgen del Carmen”– y marcharse después a estudiar Filosofía y Letras
en Sevilla y Derecho en Granada, donde volvió a coincidir con su exalumno
Alcalá Venceslada, cuando este empezaba su carrera, él la terminaba por libre.
Para Fernández
Espinosa, el poeta tosiriano es la cabeza y guía de un grupo poético, “El
Madroño”, finca cercana a Martos donde vivía Ureña Navas y donde iban estos
jóvenes poetas. Crecían y arraigaban sus escritos a la sombra y el saber del
maestro. Este grupo, para Fernández Espinosa, tiene unas señales estéticas,
éticas y confesionales inequívocas.
Rechazan todo lo que comportó el Modernismo en todos los
ámbitos, pero ellos, poetas, rechazan ante todo su estética porque, como dirán,
ignoran el pasado literario clásico español en lo formal y en sus contenidos
(ideas que comparten también personas y autores tan distantes como Rodríguez
Marín y Unamuno, Manuel y Antonio Machado…).
Son los modernistas poetas que han huido de una cultura
religiosa, cristiana, católica y van contra un Dios hecho Hombre que murió por
ellos y se han abrazado a otros dioses paganos; son adeptos al hermetismo y al
gnosticismo y Fernández Espinosa cita como autoridad a Octavio Paz.
Saben estos poetas que la masonería, el socialismo, el
comunismo y el anarquismo son movimientos que van contra la religión que
profesan y no permanecen indiferentes. Así como condenan la tibieza de aquellos
que se dicen cristianos y su corazón está vacío de Cristo. ¿Y la poesía? La
poesía para este grupo es una realidad maravillosamente humana que, para
quienes tienen el don de expresarse en y por ella, deben cantar cuanto de
excelente y amable existe en el mundo que creó Dios y vio que es bueno y así
toda obra de arte ha de ser: Verdadera, buena y bella.
Espinosa señala como seguidores de Ureña Navas y las ideas
expuestas a Carpio Moraga, Montuno Morente que son los más genuinos y tras
ellos: Eugenio Molina Ramírez de Aguilera y, creo que se deben considerar más
alejados de grupo principal, aquellos autores que publicaron en la Tipografía
de Ureña Navas, también se llamó imprenta que llevaba el mismo nombre
que su periódico, El Pueblo Católico. Entre ellos se encuentran Mozas
Mesa, Revuelto y Sanz, Mestre Medina, Blanco Nájera, Bernardo Ruiz Cano.
No poseo ningún libro de Ureña Navas. No sé si entre los que
me robó mi vecina, Mª del M. M.E. ,
se encuentra alguno de este autor. Miro y leo lo que Fernández Espinosa me da a
leer en su separata y por ellos no puedo, no debiera quizá, juzgar. No me
parece fácil, no obstante, encuadrar a Alcalá Venceslada en las pautas del
grupo “El Madroño”: cierto que escribió contra el esnobismo indumentario,
estético, poético… y que rechazó el modernismo en todos sus sentidos, pero no creo
que dé su poesía y su creación literaria el perfil del grupo, insisto. Es
posible que en breve tenga más información sostenida en textos que me ayude a soportar
mi juicio. Sería interesante hacer un estudio más amplio y profundo de la
poesía de algunos de los citados por Fernández Espinosa para concretar mejor
sus tesis. (Gracias Manolo por tu texto que tanto me ayudado).
Muy interesante acercamiento a ese círculo de escritores en nuestra provincia. ¿Sabes? El director del Colegio Santo Tomás por aquel entonces, a finales y comienzos de los siglos XIX y XX, era mi tío bisabuelo Juan Ocaña Peña, beneficiado de la Catedral, coetáneo de Francisco de Paula Ureña y quizá diera clase a Alcalá Venceslada. Cuánto me gustaría pasear por aquellas calles e instituciones para vivir el tiempo de Almendros Aguilar o tu abuelo. Gracias por acercarnos a ese movimiento poético. Un abrazo, Antonio. Paco Latorre
ResponderEliminarMuchas gracias, Paco, por tus palabras. El escritor, a veces, es un corredor de fondo que trabaja en soledad y escribe, es mi caso, a no sabe bien quién. Un comentario en el blog son unas palmadas de ánimo que empujan al escritor. Uno se acostumbra a no recibirlas, pero cuando las oye..., servidor, al menos, se anima y las agradece, que es lo que hago ahora. Un abrazo.
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