Ayer a media tarde abrí
un hueco en esta que llaman calima, que es un velo rojizo que envuelve la
realidad…, y en las lecturas sobre mi abuelo, y en mis trabajos y me decidí a
darme el capricho de leerme del tirón el último libro de migueld’ors, perdona
que así lo escriba, Miguel, porque tú para mí y quienes de ti hablamos, y te
queremos y apreciamos, eres tal cual, migueld’ors… ¡a ver! Y he disfrutado lo
indecible… leyendo esta obra que la pensé de este año, pero trae fecha del
pasado: Viaje de invierno…, pero antes de dar inicio a este viaje quiero
contar una anécdota muy vieja… Migueld’ors, tú no la recordarás, pero sí el
protagonista de ella.
Era un curso de 3º de
BUP y decidimos, siempre fui muy de llevar a mis alumnos con los ojos abiertos
a donde todos quisiéramos ir, siempre que fuera para crecer, mejorar y ganar
tiempo en el esfuerzo arduo de la vida. Les propuse leer y comentar tu Curso
superior de ignorancia y los chavales lo admitieron. Era el comienzo del
tercer trimestre de aquel curso. Leímos el libro y nos repartimos los poemas
para que cada chico leyera y comentara uno de ellos… Yo, que abría cordada, los
leí todos, todos los anoté… Te invité a que vinieras a Jaén y lo hiciste desde
Granada en una Vanette. Fuimos a clase.
Tras hablar tú del libro, ellos, los alumnos, esos protagonistas de mi
oficio, entablaron un diálogo contigo y un chico, buen estudiante, ahora fiscal
jefe de una importante provincia de España, te preguntó que si todos tus poemas
nacían de momentos de tristeza. Le dijiste que no habías caído en esa cuenta,
pero que, no obstante, si el libro tenía X poemas, no demasiados, recuerdo -y
ahora no tengo el libro a mano-, había merecido la pena vivir… porque habían
sido pocos esos momentos de pena, de decaimiento… por ser pocos los poemas y
tanta la alegría vivida…
Este Viaje de
invierno viene, en parte, a repetir la situación: confirma la pregunta y aquella
respuesta. Es cierto que hay en este Viaje un tono general de
melancolía, de nostálgica remembranza, de hondo sentir por lo pasado, donde no
se alcanzó, siempre y en todo, una vida lograda, te parece hoy y deja en tu
memoria un sentimiento taciturno, de éxito parcial con agridulces resultados.
Aquella cima de la vida, vista desde la reválida de cuarto, parecía diáfana, un
ascenso rectilíneo, mas… ¡qué de vueltas y revueltas de molestias y dolores, de
alegrías e inviernos, con sus veranos y sus versos y sus otoños y alegrías!
¿¡Quién te iba a decir al terminar cuarto!? Como a mí, como al otro… Supongo
que no “como a todos”, pero sí a aquellos que de puntillas hemos mirado lo que
nos venía de cara, que hemos contemplado aventureros otras jugadas, otras
posibilidades… y hemos hecho examen de lo hecho, de lo ocurrido, de lo
sucedido…, lo emprendido. “No vuelvo a tropezar ahí”. Aquello que fue tan
arduo, tan valioso, la oposición (el otro día por casualidad di con un BOE de la
tuya, buscando a Jacobo Cortines Torres, y donde hallé muchos conocidos…
¿tienes, migueld’ors ese boletín? Cocha Argente, Díez de Revenga, Cacho Blecua,
Guillermo Carnero… Orden Ministerial de 2 de julio de 1977, Boletín Oficial del
Estado de 18 de octubre). “Si me licencio, si me caso, si apruebo la oposición…”
y, sin embargo, otro pico y otro y una loma más, y otra cresta al fondo… y así
tras el tiempo, varias veces lo dices, llegando tarde, tú y ese otro que yo
soy… Me identifico con mucho de lo que sientes, de lo que piensas, de lo que
vives, de lo escrito, aunque mis perras no se llaman Ory -como los poetas- y son
dos, Noé y Ussi.
Es hermoso pienso que
te reconcilies no sé si con todo o con casi todo lo vivido… hasta comprender
que los años y la enfermedad y lo que nos ocurre, como escribía Felipe II,
hacen su oficio: ¡Qué remedio! Si que es cierto que, sin darnos cuenta casi:
nosotros que creíamos ser los mismos, los de entonces, ya no lo somos
(Heráclito, Neruda). Nacen los poemas de la memoria trenzada del presente del
autor, hodie et nunc, con un ayer efímero pasado y acabado… pretérito
pluscuamperfecto… El futuro siempre es lábil, feble, imperfecto… borroso e inseguro
de suyo.
Le dije a mi vecina,
que le dejaría el libro y lo disfrutaría. Me adelanté a los acontecimientos, me
temo. Creo que hay demasiados guiños literarios (Manrique, los novísimos,
Cicerón, los encabalgamientos mediales léxicos, Bécquer y su suspirillo, los
sonetos agazapados sin blancos, Lope…), las ironías, las paradojas… y algo que
no recordaba en la poesía de migueld’ors: lo he leído y visto en otros poetas,
lo que llaman o creo que se llama manierismo, enséñame migueld’ors, que
obra de misericordia es hacerlo con quien ignora: la llave del poema está al
final de este, ahí está el giro que cierra, la clave que soporta el arco.
Le dije a Pilar, mi
mujer, que efectivamente sentía profundamente, que me duele, que un excelente
poeta como es d’Ors no deje esos versos que queden en el recuerdo de las
gentes, que solo “Fracasar es la única forma de ser decente”: no lo sé. ¡Ocurre
con tantos oficios y con tantas personas buenas! Lo que nadie dijo, y tengo
buena memoria, al repartir las cartas de la vida es que esta fuera justa. Te he
oído decir y te le he leído que la poesía tras el 27 no es lo que fue antaño.
Mi vecina no lee versos, ni mis amigos, ni mis alumnos los leían… alguno había
que creía escribirlos y más vale olvidarse del siniestro… Cuando comento aquí
una obra poética, los lectores se tapan la nariz y huyen del blog… por defecto.
Se ve que uno no es único en esta vida y “Fracasar…”.
También escribí yo aquí
una entrada a mis botas ya finadas tras mucho buen servir; y a mis perros. Me
ha extrañado que no supieras del herrerillo, tan común por aquí abajo. Bien es
cierto que no sabía yo del liquidambar formosana…, conocía la planta, la había
visto, pero ignoraba su nombre… Ves, ¿aún nos queda tiempo para seguir en la
brecha…? Quizá tumbemos este invierno entre nubes y lluvias, quizá queden
hermosos días que nos alleguen a la primavera… ¡seguro!
El autor da las gracias a muchos, entre quienes me siento concernido, y yo se las devuelvo porque “Es de bien nacidos…”. Muchas gracias, caballero; muchas gracias, don Miguel.
He llegado a esta página guiado por Sergio Munuera. Muchas gracias por tu generosidad. Un abrazo. M. d'O.
ResponderEliminarPermíteme mi insistencia: te debemos cuanto escribes. Muchas gracias a ti. Un abrazo...
ResponderEliminarQuerido D. Antonio, estimado D. Miguel d'Ors.
ResponderEliminarGracias D.Antonio por animarnos siempre a la lectura y gracias a D.Miguel por haber compartido con nosotros ese libro y ese rato de charla literaria en el colegio.
Soy ese chico que hoy, tras leer el blog, se ha remontado años atrás y ha recordado emocionado y agradecido por la anécdota, como si fuese ayer mismo, el momento en que hice esa pregunta.
Un abrazo muy fuerte.
Es curioso cómo en el pasar de la vida quedamos más relacionados con los que son origen de nuestros recuerdos y apenas sí sabemos de quienes con ellos los vivimos. No estuve en esa clase, me la imagino a la vez que la envidio, pese a haber disfrutado de migueldors, como lo cita "El Alcalá", en la carrera.
ResponderEliminarMe alegra leeros por aquí a los tres: A.N.C., M. d'O. y A.J.A.V. Un abrazo fuerte a los tres, S.M.
Este pobre escritor de pueblo agradece los comentarios y reconoce que se equivocó en algo con respecto a esta entrada y comentario de VIAJE DE INVIERNO: han entrado y leído muchos amigos, conocidos, etc. ¡muchísimos más que cuando comento poesía! Ahora solo falta pedir el libro de Migueld'ors y disfrutarlo en paz... Insisto: merece la pena... Gracias, señoras y caballeros.
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