El tirano
manda según su voluntad e interés propio (…) como uno contra todos, y los todos
a los que oprime son todos iguales, es decir, carecen de poder.
Hannah Arendt
Nada más escribir los
mandamientos, los cerdos ordeñaron a las vacas. Se produjo gran cantidad de
leche. Las gallinas dijeron que Jones la mezclaba con su comida.
—
¡No os preocupéis por la leche, camaradas! —expuso Napoleón situándose delante
de los cubos—. Eso ya se arreglará. […]
Los
animales se fueron en tropel hacia el campo de heno para empezar la cosecha y,
cuando volvieron, al anochecer, notaron que la leche había desaparecido.
Un poquito más adelante
escribe Orwell lo que el lector ya supuso: “El misterio del destino de la leche
se aclaró pronto: se mezclaba todos los días en la comida de los cerdos”. Mal
comenzaba el reparto equitativo donde “Todos los animales son iguales”, se
suponía.
Dada la dificultad de
aprender a leer que tenían los animales en general (“los más estúpidos como las
ovejas, las gallinas y los patos eran incapaces de aprender de memoria los
siete mandamientos”) hacía complicado el aprendizaje de los mandamientos, por
lo que “Después de mucho meditar, Snowball declaró que los siete mandamientos
podían reducirse a una sola máxima expresada así: «¡Cuatro patas sí, dos pies
no!»”; resumen para el pelotón de los torpes, esa pléyade de torpes que
seguirán a los cerdos.
Napoleón, el macho
alfa, Stalin… pasa a llamarse el líder… y “era más apropiado para la dignidad
del Líder […] que viviera en una casa en vez de en una simple pocilga”. [Fue
así como el cerdito rayón dejó de vivir en el Puente de Vallecas y se marchó al
casoplón de Galapagar y todos los animales de su granja lo comprendieron
y lo admitieron]. Los cerdos que nunca tuvieron gran cosa, al ascender a la
oligarquía, llamada casta en neolengua: “no solamente comían en la
cocina y usaban la sala como lugar de recreo, sino que también dormían en las
camas”. Boxer el caballo leal, excelente trabajador, que representa al
proletariado servil, partidario del líder y del partido y del Sistema no le da
importancia; sin embargo Clover, la “yegua robusta, entrada en años y de
aspecto maternal que no había logrado recuperar la silueta después de su cuarto
potrillo”, y que representa a las mujeres obreras rusas, creyó recordar una de
sus mandamientos que decía que “Ningún animal dormirá en una cama”, la pobre,
inculta, postergada, oprimida por el sistema, no pudo leer el cuarto
mandamiento donde se hacía esa afirmación. Dada su incapacidad llamó a Muriel,
la cabra blanca, para que le leyera ese mandamiento que ella era incapaz de
descifrar. Muriel leyó:
«Ningún
animal dormirá en una cama con sábanas».
Lo curioso era que Clover no recordaba que el Cuarto Mandamiento mencionara las sábanas; pero como figuraba en la pared, debía de haber sido así.
La
ignorancia, el conformismo, la ilusión por la revolución y por alcanzar el
paraíso para todos, la ciega identificación con el líder, el silencio, la pusilanimidad…
van haciendo que los mandamientos se deformen en favor del líder y sus
cabecillas. Y, por supuesto, sus agentes de agitprop, la Komintern, sus esbirros
de agitación y propaganda, sus medios de comunicación están para tergiversar,
mentir, confundir, crear la neolengua de la que ya habló el propio Orwell
en su 1984 o su nuevopensar… La
historia, la “memoria histórica”, “la memoria democrática” nos dará una nueva
“narrativa” de lo sucedido, pero que será, ¡cómo no!, más amable para el líder…
Y Squealer, que pasaba en aquel
momento por allí, acompañado por dos o tres perros, pudo aclarar el asunto y
dejarlo en su lugar.
—Vosotros habéis oído, camaradas —dijo—, que nosotros los cerdos dormimos ahora en las camas de la casa. ¿Y por qué no? No supondríais, seguramente, que hubo alguna vez una disposición contra las camas. Una cama quiere decir simplemente un lugar para dormir. Por ejemplo: una pila de paja en un establo es una cama. La resolución fue contra las sábanas, que son un invento de los seres humanos. Hemos quitado las sábanas de las camas de la casa y dormimos entre mantas. ¡Y en verdad que son camas muy cómodas! Pero no son más de lo que necesitamos, puedo afirmaros, camaradas, considerando todo el trabajo cerebral que tenemos hoy en día. No querréis privarnos de nuestro reposo, ¿verdad, camaradas? No nos querréis tan cansados como para no cumplir con nuestros deberes. Sin duda, ninguno de vosotros deseará que vuelva Jones.
¡Todo para el carismático líder!
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