19 de septiembre de 2020

Orwell, George: REBELIÓN EN LA GRANJA (PARTE I de III)



Le ruego paciencia y que disfrute… La entrada será larga porque lo merece. Las entradas de este blog, primera y principalmente, las escribo para mí: escribir sobre una obra me obliga a reflexionar sobre ella, a sopesar su alcance y luego, muchas veces, me ayuda a recordarla…; después, en segundo lugar, las escribo para usted, por si le sirven…

Antecede a Rebelión en la granja el prólogo escrito por Orwell y titulado La libertad de prensa. No recordaba ni haberlo leído, ni su contenido: y tengo marcadas ideas y expresiones en el texto que uso, que es el de la biblioteca de casa ¡El tiempo pasa y la memoria es lábil! Me parece excelente prólogo: sencillo en sus planteamientos y quizá en apariencia muy sujeto al momento y al lugar cuándo y dónde se escribe, pero claro y verdadero ayer y hoy: un clásico. Debiera resplandecer la verdad por encima de todo, defiende Orwell. No es así en la Inglaterra de 1944 –ni hoy en casi ninguna nación: la mentira delimita la circunstancia-. En la Inglaterra de entonces la izquierda militante y bien pensante defendía sin fisuras a la URSS de Stalin por varios motivos: por corporativismo, por temor, por miedo a ser señalado y, Orwell posiblemente supiera: ¡y porque la URSS tenía sus terminales creadas ad hoc para publicitar su sistema y a su líder, el macabro asesino Iosif Stalin! El encargado de ello Willi Münzenberg. Frente a la terrible y grotesca irracionalidad rampante del nazismo y el fascismo, el comunismo se presentaba y proclamaba heredero de la Ilustración, adalid de la racionalidad e incluso –en el colmo del cinismo– abanderado de la democracia frente a la amenaza totalitaria y así se hacía verdad lo que Orwell escribía en el citado prólogo: “Si uno ama la democracia […] hay que aplastar a los enemigos sin que importen los medios utilizados”: ¡grandes demócratas! En buena medida, estos planteamientos ideológicos –esta repugnante inversión de valores– fueron el resultado de la concienzuda labor propagandística de Münzenberg.

No recordaba haber leído el prólogo, pero es que también recordaba muy vagamente la obra en sí. Merece la pena ser releída o leída: se lo aconsejo vivamente. Lea Rebelión en la granja. Orwell hablaba de la URSS de entonces, pero nos sirve para retratar a la España de hoy. Ya me ha pasado con 1984. Se repiten paso por paso los procesos que la izquierda marxista sigue aún hoy. Es obvio que hay distancias entre el poder de Stalin y el que puedan tener los marxistas españoles, por ejemplo, pero si usted lee esta obra y pone un calco verá situaciones, propuestas, ideas… ¡tan idénticas que producen admiración! No olvide que la casualidad no existe.

¿Se escuchó en su momento la voz de Orwell? Obviamente no. Advirtió que bajo la pelleja de cordero estaba el lobo (bajo la piel del cerdo andaba el oso). El libro fue difícil publicarlo. Según sus enemigos cuanto  Orwell decía era una pura falsedad, y así lo esparcían a los cuatro vientos el marxismo militante y la sociedad inane y biempensante: el líder es el amo de la verdad, lo que él dice es… la verdad y sus decisiones, aunque incomprensibles y en apariencia contradictorias o falsas, son, como decía Squealer, el cerdo: «¡Táctica, camaradas, táctica!». La especie esparcida, repetida, publicada, publicitada era que todo lo que decía Orwell y quienes argumentaban contra la URSS… eran unos falsarios, egoístas, fascistas, condenables… ¿Les suena? ¿Cómo hacer y decir algo contra la URSS y Stalin, ese asesino y maravilloso dirigente de masacres? Y así la falsa publicidad y la mentira forman parte de la actuación cotidiana de los oligarcas del partido en la nueva Granja Animal: el fin justifica los medios. La agitprop era el trabajo de miles de personas pagadas por la URSS, directa o indirectamente, y que trabajaban por la propaganda de agitación en pro de la URSS y el cerdo máximo de la Granja Animal, Napoleón, el citado Iosif Stalin. Es cierto que “Nuevamente los animales se sintieron presos de una vaga inquietud”, pero los cerdos, la oligarquía del partido, los dirigentes, quienes tienen la cultura y el poder… ¡son tan sumamente buenos y tan benéficos!



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