Nosotros, el pronombre que da título a la novela, no es un “nos” y los “otros”, sino la disolución del tú y el yo en un grupo difuminado, despersonalizado, homogéneo… donde el yo no importa: lo que cuenta es la colectividad sometida por el sistema.
Nunca había oído hablar
de esta novela. Tuve noticias de ella durante la lectura de 1984 de George
Orwell; este la tomó como referencia confesada para la inspiración de la suya:
para mí, mucho mejor obra que la de Zamiatin. Me gustaría dejar constancia ya de
que este autor, Yevgueni Zamiatin, padeció el yugo totalitario comunista
impuesto por Stalin en Rusia, del que pudo librarse con el exilio; su novela no
se publicó en país hasta 1988. Por tanto, esta nace de su experiencia bajo un
sistema que pretendía ser lo que él narra en su novela.
Es Nosotros una
distopía más de las que vengo leyendo de unas semanas a esta parte. Como Gorrión
solitario, como 1984, participa de unos lugares comunes que comparte
y así: un grupo de seres superiores, más capaces y evolucionados, han
tomado una sociedad situada en un espacio inconcreto y en un tiempo futuro. A
sus conciudadanos inferiores, siempre están divididos en clases, les han
convencido para que entreguen su libertad y hacer así una sociedad perfecta
donde hallarán una felicidad sin tasa. Esta sociedad comparte ciertos lugares
comunes: la vida cotidiana, los empleos, los problemas existenciales, amorosos,
sexuales, la presencia de Dios, etc. han quedado minimizados por el sistema
(¡aunque nunca desaparecen de todo!) lo que, insisto, supuestamente conduce a
la felicidad sin tasa. Sin embargo siempre hay disidentes, aquellos que anhelan
recuperar su libertad, aunque negociar su propia felicidad, que ellos quieren
alcanzar por sus propios medios, comporte un riesgo que los aleja de una
felicidad estandarizada; estos inconformistas, cuando el sistema los detecta,
son laminados por el sistema totalitario… En este caso, en Nosotros, no
se da como en 1984 la posibilidad de la reeducación, sino que se hace
desaparecer al individuo hostil.
Es Nosotros un
texto menos creíble, con más aristas en su redacción y contenido que 1984.
Me recuerda más desde el punto de vista estilístico (no tengo las obras a mano
para comprobarlo fehacientemente) a Fahrenheit 451, de Ray Bradbury,
obra que comenté aquí. El protagonista, curiosamente, como en las anteriores
novelas escribe un diario, una carta dirigida a un tú más o menos concreto. En
este caso D-350 escribe un diario. Los individuos en Nosotros son letras
y números desaparecidos en una multitud que pretende ser homogeneizada. En la
novela de Zamiatin, las personas, reducidas a meros números viven en un mundo
donde las matemáticas han solventado todo (me acuerdo de la escuela pitagórica,
secta conformada por astrólogos, músicos, matemáticos y filósofos, cuya
creencia más destacada era que todas las cosas son, en esencia, números).
Si «El amor y el hambre
rigen el mundo», según afirma D-350, lo que había que dominar eran justo esos
ámbitos. El amor queda reducido al coito y, tras un estudio concienzudo,
se le asignaba pareja y número de cópulas a cada individuo determinado y se
acabaron los problemas. Y con respecto a la comida: “se inventó nuestra actual
alimentación a base de nafta”, el otro problema también solucionado.
Común en las obras
anteriores, es curioso, los medios aéreos: avión y helicóptero, son los usados
y previstos en ese futuro lejano como medio más rápido y eficaz de
comunicación: justo esta semana en que leo la obra se prueba en Japón el
automóvil aéreo personal. También es constante un servicio de espionaje y
denuncia entre unos ciudadanos y otros: la delación es norma (“Hay aromas de
campánulas y existe también el desagradable olor del beleño: los dos son
olores. El Estado de nuestros antepasados tenía espías... y nosotros también
los tenemos. Sí, sí, espías”). Igualmente:
-
Los hijos son comunales y no
particulares y privativos, sino del Estado;
-
D-503 sufre un proceso como Winston en
el que lucha contra su ser más profundo entre la manida y previsible felicidad
facilitada por el Estado o la incómoda libertad de ser él mismo;
-
Insisto: Tanto Winston (Orwell, 1984),
como D-503 (Zamiatin, Nosotros) y como Eros, el protagonista de Gorrión
solitario en el tejado… son escritores, escriben memorias, diarios… para un
futuro mediato, como un aviso de lo que vivieron, de esas realidades terribles
donde padecieron la persecución, el sometimiento, el suplicio, la tortura de
Estados totalitarios que se proponían llevarlos a paraísos terrestres donde la
vida se encogía bajo una supuesta felicidad a cambio de la libertad.
A la obra de Zamiatin
le falta ligereza narrativa. Sus minuciosas paradas en números y elucubraciones
numéricas, las divagaciones factuales de la nueva sociedad creada enredan la
narración y no aportan ni datos relevantes, ni belleza al texto: quizá solo nos
dicen de un mundo con pretensiones de sencillez que se va complicando y
embarullando y entorpeciendo en el vivir cotidiano, en el camino hacia la
supuesta felicidad. El tiempo y, sobre todo, el espacio son muy confusos en la
novela y no siempre el lector sabe exactamente ni cuándo ni dónde anda.
Entiendo que hay un cierto impreciso impresionismo descriptivo.
No deja de ser curioso
que también, el estado totalitario, que desea llevar a sus ciudadanos a la
felicidad a toda costa, cuando ve fisuras en aquella, que no es del todo
posible alcanzarla con los medios ordinarios previstos, busca atajos mediante
intervenciones quirúrgicas que extirpan anhelos, deseos, gozos, ambiciones…
Algo así como el control que supuestamente, según ciertos grupos, se pretende
hacer de nosotros en la vacuna del covid 19 que defienden algunas potencias
económicas, nacionales, etc.
Interesante la novela
de Zamiatin, pero más limitada que la de Orwell y alejada de la poética de
Urbina… Eso sí, en Nosotros, los rebeldes, los disidentes, los díscolos
al final de la obra, terminan con la opresión del estado totalitario y optan
por la libertad.
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