Tamara Falcó: «Ojalá Dios me ponga al hombre correcto»
No diré yo con náusea sartriana
que el hombre se halla condenado a su libertad… Amo demasiado la libertad como
para decir algo así que solo podía decir alguien de izquierdas como Sartre,
pero me temo que la señorita Falcó Preysler, rica por su casa, cae en el
pietismo infantil de que le den hecho lo que ella, desde la libertad que Dios
le otorgó, debe hacer: elegir. Esto no es como pedirle a la doncella otro juego de
toallas, señorita, con todo respeto: va usted, y elige con libertad a su novio,
y se hace responsable de ello: esto no es una tómbola.
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