Continúo… señor Larra...
Especialmente interesantes son
las orientaciones y los comentarios en su artículo, La situación legal de
los escritores frente a las administraciones públicas, de don Carlos Muñoz
Viada, Abogado especializado en Propiedad Intelectual y Asesor Jurídico de ACE,
a quien se le nota el dominio, conocimiento y convicción con que escribe sobre
la materia, rasgos de los que carecen algunos de los colaboradores anteriores
como doña Bel Olid y don David Castillo, Presidente Asociación Colegial de
Escritores de Cataluña Associació Col-legial d’Escriptors de Catalunya (ACEC),
que nada aportaron.
Tan sincero como desalentador es
el escrito de Juan Soto Ivars, Una mirada cruda sobre la situación de los
escritores jóvenes. Todo aquel que desee ser escritor debiera leerla para
saber qué terreno pisa, pues no son pocos quienes confunden las almorranas con
la témporas, yendo con un lirio en la mano y con la esperanza de ganar el
Planeta el año que viene o poder vivir como Fulano… de lo que escriba. El
camino del escritor es arduo… “Los autores más conocidos del panorama joven[1]
cobran unos fijos que están entre los 700 y los 1000 euros mensuales, casi
siempre por otros trabajos distintos a la escritura literaria. Intentan
incrementar estos fijos de miseria con charlas, artículos y otras actividades
vagamente relacionadas con la literatura, o directamente con trabajos ajenos al
mundillo”.
Al darme por afectado, no quiero
dejar de comentar con cierto detalle algunos extremos.
En el Libro Blanco hay
faltas imperdonables de señores que supuestamente están relacionados con la
escritura. Insisto: imperdonables. A los euros no se les pone punto en los
millares, don Manuel Rico, Presidente de la Asociación Colegial de Escritores
de España; doña Bel Olid, ya citada, Presidenta de la Asociación de Escritores
en Lengua Catalana Associació d’Escriptors en Llengua Catalana (AELC), escribe
incluído* que no lleva tilde, señora mía, y, además, ignora que el andaluz,
señora, no es una lengua, se lo digo yo que algo sé de ello y me viene y corre
por la sangre: la realidad es de una tozudez berroqueña; tras la interrogación
no se pone punto, don Antonio Mª. Ávila, Director Ejecutivo de la Federación de
Gremios de Editores de España; el uso del desdoblamiento, que lo hacen varios
de los autores, al referirse a escritores/as es un uso espurio, un solecismo y
la introducción de la ideología en un lugar donde no tiene cabida, pero es
propio de doctrinarios, ignorantes y sandios; el joven autor convocado a
escribir sobre su “generación” cae en grave y común solecismo por vía de lo
políticamente correcto “muchos autores de esta generación repudian a los más
mayores”, ¡mayores, querido amigo, no admite grado!, escriba los más viejos
y déjese de pollinadas. Tampoco andamos sobrados de comprensión y algo falla:
escribe don Manuel Rico “que el 77 % percibe menos de 1.000 [sic] euros al
año en concepto de derechos de autor por la venta de sus libros” (la
negrita es mía); y doña Bel Olid, Presidenta Asociación de Escritores en Lengua
Catalana Associació d’Escriptors en Llengua Catalana (AELC) dice que esos 1000
napos son mensuales… ¡que no es lo mismo!: “el 60,8% viva en la precariedad —o
sea, con ingresos mensuales inferiores a los 1000€ por derechos de autor”, la
lleva don Manuel Rico…y es que doña Bel se entera como los gigantones, por la
bragueta, que decía Lorenzo, el cazador. Si estos son nuestros defensores, pues
eso, la de siempre, salir a la heroica al grito de ¡¡Santiago y salva España!!
y morir por ella… ¡Dios mío de mi vida, qué bochorno, papi!
Más. Sin duda alguna faltan
sociedades civiles que den coherencia y cauce a las necesidades de quienes
escribimos. Falta espíritu asociacionista y sobra queja lacrimógena de que el
Estado, en sus diversas ramificaciones e instituciones, haga lo que nosotros no
hacemos. El Estado con su carácter subsidiario debería llegar donde no llegamos
nosotros, pero es absurdo pedirle lo que ni nosotros somo capaces de hacer ni
movemos un dedo para hacerlo. El Estado, por medio de los políticos de turno,
en todos los niveles: nacional, autonómico, etc. cuando da, pide, es decir: do
ut des. Les da a sus paniaguados, a sus compañeros de viaje, a sus
publicistas, etc. Era así y sigue siéndolo en la democracia que conocemos.
Las lamentaciones de aquellos que
escriben en lenguas minoritarias y se quejan de la poca divulgación, lo poco
que son leídos, etc., desde mi punto de vista, ellos sabrán lo que hacen, ¿o
aspiran a que le paguemos el capricho los demás, sobre todo porque son
bilingües? Si usted quiere escribir en halkomelem, kaixana… allá usted.
Entiendo la riqueza que comporta una lengua, soy filólogo, y lo lamentable que
es la pérdida de muchas de ellas, mas si no hay hablantes que la practiquen…
Perdonen que sea tesonero y
tenaz, que no cabezón o testarudo: sin duda hay aportaciones que sobran
sencillamente porque no aportan absolutamente nada.
Por lo que dice el estudio, si
calificamos a los escritores por sus “ingresos anuales”, “tendríamos 5 perfiles
muy diferentes:
- Los Pobres. Son el 77,2% de los escritores y escritoras con ingresos
inferiores a 1.000 € al año por derechos de autor.
- Los Precarios. Son el 6,6% del total y cuentan con unos ingresos de
entre 1.000 a 2.000 € al año.
- Los Mileuristas. Representan el 6,3 % del total y ganan entre 2.000
y 5.000 € al año.
- Los Estables. Son el 3,4% e ingresan entre 5.000 y 10.000 € al año.
- Los Consolidados. Representan
el 6,3% que ingresan más de 10.000 € al año”.
El punto de los millares… sobra… y
no da de comer.
Y concluyo: En tiempos se decía
que “pasas más hambre que un maestro”… Ya se ve que los famélicos son legión. Las
letras han sido y son…, y me temo que lo seguirán siendo: “colorín, pingajo y
hambre” que decía mi colega y sin embargo amigo Max Estrella.
[1] “En los
corrillos y círculos literarios y editoriales se suele considerar, a día de
hoy, que un escritor es joven cuando ha nacido después de 1980, es decir,
cuando tiene menos de cuarenta años”.
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