La Asociación colegial de
escritores de España con la colaboración de otras instituciones ha publicado el
Libro Blanco del Escritor (Sobre la situación profesional de los Escritores
en España). Una vez más da pena, y lo da porque lo es: es una pena. Pasan
los siglos y Larra la sigue llevando: no es que escribir en España sea llorar,
don Mariano José, sino morir de hambre y asco. Es para morirse de aborrecimiento.
Si bien es absolutamente verdad que cualquiera ajeno a esta realidad puede
aseverar sin ambages “¡Pues si así son las cosas dedíquese a cavar hoyos, si así
obtiene más beneficio! Nadie le obliga. ¿O es que la guardia civil lo ha puesto
delante del ordenador a crear historias”… Queda claro. Creo que este también la
lleva.
No se dice ni creo que nadie lo
sepa, cuántos escritores hay en España. Obviamente no se hace distinción entre
buenos escritores y malos escritores, asunto indiscutible por peregrino. La realidad
es que quienes nos dedicamos a escribir hemos salido retratados en este Libro
Blanco y la imagen que transmitimos es, en general, penosa.
No hay realidad que se resista a
una opinión, aunque la ignorancia sobre dicha realidad sea supina. Todos creemos
saber de todo. Me pregunto y sé la respuesta: ¿Qué sabe la gente en general de
la vida del escritor, de sus trabajos, de su realidad? Nada. No sabe nada. Solo
conoce algo de los escritores, los menos, que ven en algún programa de
televisión y tampoco creo que seamos capaces de nombrar a muchos autores
actuales (poetas, dramaturgos y novelistas), insisto, quitando a esos cuatro o
cinco del relumbrón, ¿el resto..? Ni idea. Todos nos hacemos lenguas de la
importancia que tiene la creación artística, pero la realidad desmiente de
lejos y con mucho la realidad del escritor. La Asociación colegial de
escritores de España que ha participado directamente en la investigación y la
publicación de este Libro blanco en su logotipo dice que: “Sin autores
no hay cultura”, y me pregunto: ¿¡Y eso a estas alturas a quién le importa!?
El Libro blanco pone
negro sobre blanco quiénes somos los escritores españoles de hoy, de qué
vivimos, cómo trabajamos, cuáles son nuestras relaciones con las editoriales y
la administración, etc. Qué se puede decir de nosotros… Permítanme que les haga
un esquema rápido y si desea leerlo aquí puede descargarlo (https://www.acescritores.com/el-libro-blanco-del-escritor-la-pertinencia-del-primer-estudio-sobre-la-situacion-de-los-escritores/):
1. Solo un 16,4% de quienes dicen
ser escritores puede vivir de lo que escribe: el resto lo hacen de otros
empleos diversos que tienen: colaboraciones en revistas, profesores, empleados,
etc. “y que el 77 % percibe menos de 1.000 euros al año en concepto de derechos
de autor por la venta de sus libros”: es decir la mayoría no podría no ya almorzar,
sino ni merendar. ¿Sabe que como mucho, lo normal, es que el autor gane un 10%
del PVP del libro y que no es anormal que firmemos libros por un 0%, un 5%,
etc.? Añado, corto y pego: “El valor de las ventas de libros en el mercado
interior ha sido de 2.317 millones de € y esta cantidad ha ido creciendo de
forma continua en los últimos 4 años”, ¿a que a usted esto no le cuadra? ¡Alguien
tiene el gato en la talega!
2. Los escritores españoles generalmente
somos varones, cultivamos la novela, de edad madura, tirando a viejos; aunque
empieza a haber escritoras jóvenes que son trabajadoras autónomas. Los
escritores son universitarios, cultos, hablan otros idiomas…
3. Que las editoriales se
aprovechan del desamparo y orfandad legal y material de una mayoría de personas
que no pueden dejar de escribir, que se ven empujadas a ello y que publican a
precios irrisorios, si no gratis, siendo otros quienes se benefician de su
esfuerzo y sudor. La mayoría de los escritores ignoran los entresijos de la
publicación, los contratos, el trato con las editoriales…
4. Me resulta producto de un
cínico que don Javier García Fernández, Subsecretario del Ministerio de
Cultura y Deporte, a quien Dios guarde muchos años, escriba que del
estudio del libro blanco se deduce que se debiera “propiciar la carrera del
escritor, estimular el papel del mecenazgo, retirar los obstáculos que aún
impiden la vigencia completa de un marco legal pensado para que quienes se
dedican a la creación puedan desarrollar en plenitud la tarea imprescindible
que la sociedad espera de ellos”, ¿y se puede saber a qué espera él? No se
ocupe, lector: el pájaro no espera nada, no hizo nada: era un político y con
eso quizá lo diga todo, por desgracia.
5. Hace décadas que
desaparecieron “las ayudas ministeriales a la creación literaria, que eran un
acicate para los autores y suponían una inyección de nuevos títulos, y de
calidad, a la red de bibliotecas públicas”: becas, apoyos reales y de concesión
transparente… De empresas privadas: distribuidoras, editoriales, etc. y desde
la propia administración.
6. Perdone que me repita: A lo
mejor es cierto que “Sin autores no hay cultura”, pero, insisto, ponga su
corazón en la mano… ¿eso le preocupa a alguien?
7. El asociacionismo va contra el
individualismo instintivo de todo español y son muchos quienes van por su vida
profesional a cuerpo gentil. No nos va mucho mejor a quienes pertenecemos a
alguna asociación, pero sí que recibimos información, como la de este Libro
Blanco, por ejemplo, alguna ayuda económica… Aprovecho para dar las gracias
a CEDRO. Sin duda, como escribe Ramón J. Soria Breña, hoy “más que nunca, la
única fuerza es la conversación entre nosotros y nosotras [sic], la
vieja ayuda mutua, la unión bien articulada en asociaciones entre escritores y
escritoras” [sic].
En la siguiente entrada concluyo…
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