Ha
muerto Bauman. Alguna vez oí hablar de él. Leí algún artículo ligero de
periódico sobre su pensamiento. Premio Cervantes, pensador acreditado. ¿Usted
lo conoce? No se preocupe. Hoy casi no somos nadie. Seguro que él no se pensó
ni se creyó imprescindible. Su experiencia vital, con su edad, le enseñaría que
el cementerio está lleno de quienes se creían imprescindibles.
Empiezo
leyendo este folleto, que a libro no llega, donde el autor, entiendo, desde lo
que son sus presupuestos teóricos hace un sucinto repaso a lo que entiende que
está sucediendo en la educación en general, a la educación en Occidente, en los
países llamémosles avanzados.
La
educación en general y la formación en particular siempre se consideró en casi
todas las culturas un punto de llegada. La educación era un producto que se
conseguía una vez alcanzados unos parámetros más o menos delimitados, mejores o
peores, que daban como resultado poder afirmar que una persona estaba educada,
formada, etc. La educación no era un proceso, insisto, sino un punto y final.
La formación hoy, sin embargo, no se considera parada y fonda de nada, sino un
proceso: la formación es una realidad a lo largo de toda la vida (sé de quien
dijo esto hace cerca de un siglo: la
formación no termina nunca). La formación, fruto de una visión analítica de
la realidad, se troceó, se parceló, se delimitó y el individuo supuestamente
formado cada vez sabía más de menos. Así nacieron los especialistas en pequeñas
parcelas del saber y la sabiduría se colaba y se perdía entre las rendijas de
esa especialización, quizá necesaria.
Bauman
es el autor del bautismo de lo que él llama la sociedad o la realidad
líquida. Disculpen que no sepa yo demasiado de esto, pero por lo que veo
que dice sobre esa educación líquida
nos enfrentamos en el momento actual a tal cambio de parámetros, de visión de
la realidad, que ya no nos encontramos con la aporía que la educación y la
formación tuvieron siempre: educan quienes aprendieron ayer, enseñan hoy lo que
otros debieran saber mañana…, porque hoy no sabemos qué debemos saber mañana
¿Qué demandará mañana la sociedad? Hoy sencillamente no sabemos en qué y cómo
debemos educar. Todo, desde el momento en que se ha perdido la solidez de lo
que conocemos, de lo que proyectamos, de lo que sabemos…, cuando todo es
maleable y líquido lo que necesitamos no es una memoria que nos ayude a
recordar lo aprendido, sino que debiéramos enseñar la capacidad de adaptación
del educando a una sociedad camaleónica, mudable, inestable, ligera, lábil,
innovadora, imprevisible, novedosa… Las referencias de solidez, de conocimiento
firme… ya no importan: hay que aprender a cambiar, adaptarse a todo y a todos.
Todo es relativo. Los expertos van muriendo porque el futuro y la velocidad con
que este se hace presente es… su llegada es imprevisible. Todo es móvil, todo
es puro movimiento imprevisible donde domina fundamentalmente la prisa.
Usted
me dirá que nihil novum… Cierto. La
prisa es rasgo de la modernidad y de la postmodernidad, o de la nueva
sensibilidad o de la tardomodernidad o de la supermodernidad, o de la realidad
líquida… nombres todos ellos que se dan a este período que casi todos los
pensadores señalan que se inició tras la última revolución en occidente, en los
años sesenta del pasado siglo. El espacio y el tiempo solo pueden ser batidos yendo
más rápido. El espacio y el tiempo se reducen si aumento la velocidad. Todo se
consume. Todo es consumible. Lo importante no es tener, sino consumir. Los
productos nacen con una obsolescencia calculada: un producto no es para
siempre, ni un matrimonio, ni una impresora, ni una amistad… Se usa, se
consume, se cambia… “Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver”. Sintomatología,
pero ¿y el remedio?
Por lo que sea se me pasó esta entrada... Sobre esto de la velocidad, el otro día le decía a mi Conchi que me da la impresión que mi tiempo es mucho más rápido que el de los demás... continuamente estoy haciendo cosas y, cuando levanto la cabeza, veo a las personas como quietas, como dejando pasar el tiempo... En esto me he vuelto muy radical... Yo no dejo pasar al tiempo...Para mí no existe modernidad, y menos postmodernidad... Mirar el tiempo exige pasividad... y desde la pasividad todo comienza a moverse, hasta hacerse líquido... Todo esto me recuerda los debates sobre si la tierra era el centro del universo, en los tiempos de Galileo...
ResponderEliminar"Eppur si muove"... el hombre, me refiero...
¿Te has vuelto muy radical en ESO, solo, en ESO? Menudo temita: EL TIEMPO. Yo procuro crecer con el tiempo y por eso no lo pierdo, lo invierto. Me acuerdo de Heidegger, de Bergson... Sí, los griegos pensaban que el tiempo era circular, será Agustín de Hipona, quiero recordar, quien habló del tiempo lineal... ¡Uff! Qué denso y complejo todo, cuando ya atardece en mi vida. Un abrazo.
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