Querido
charlie:
Con
el asunto de la presentación de Dios no
come caracoles, te diré, primero, que misión cumplida.
Segundo,
hay una vieja historia de mi casa que tenía su lógica en el niño que era mi
hermano Javier. Criaba canarios mi padre por entonces y los tenía excelentes: cantarines
y vistosos. Miraba un día Javier a uno precioso que cantaba desde su jaula en
la cocina: cuanto más ruido, más cantaba. Miraba y remiraba Javier hasta que
preguntó de pronto: “¿Y cuándo el canario se ponga como una gallina qué?”. La
respuesta por obvia se contestaba sola. Nunca el canario se pondría como una
gallina, por lo tanto en esa misma jaula pudo pasar toda su vida de pajarito
encerrado.
Ya
te dije hace años, charlie, porque hace mucho que lo aprendí, que todo éxito es
prematuro. Nemo ante mortem beatus esse
dici potest. Se llenó la sala donde presentamos Dios no come caracoles. “Todo un éxito”, “Un verdadero triunfo”… ¿Éxito y triunfo de qué, para qué…, de quién?
SALÓN HASTA LA BOLA |
Nunca
el canario se pondrá como la gallina. ¿Y ahora qué?, me preguntan muchos amigos
tras la presentación de la novela. Me temo que la respuesta también se contesta
solita: nada. La difusión del libro no da para más. En esta oportunidad, por el
dinero de que disponía, he podido sufragar la edición. He enviado algo más de
seiscientas cartas convocando a quien deseara ir, he vuelto a llenar el aforo
de la sala donde presenté -casi doscientas personas que caben- todos salimos
contentos, divertidos, fue un rato amable, quienes no lo habían hecho salieron
con ganas de leer la obra… Eso sí, charlie, lo advierto y reconozco: ¡todos
eran partidarios del autor! Si no amigos, conocidos y todas ellas personas
(creo que eran cuatro los desconocidos para mí), que me miraban… con buenos
ojos. Insisto: final del trayecto. Parada y fonda.
He
puesto la guinda a la meta que me propuse. Escribí una obra y la puse a
disposición de quien quisiera leerla. Mi afán fue y es hacer pasar un rato
amable a los demás, ayudar a crecer como personas a los demás, decirles sin
ambages ni rodeos: “Te quiero”. Es posible que algún lileta piense tras cada
obra que edito, “Otra obligación que nos echa este payo con la lectura de su
libro”. Ninguno de mis prójimos y deudos, amigos y conocidos, leen por
compromiso mis obras, espero y deseo. Como el poeta ya, tras 16 libros en danza
y unos cientos de artículos publicados en prensa diaria casi todos, bien puedo
decir “debeisme cuanto escribo”.
No
es final de nada, no es parada triste. Es lo que hay. La realidad es muy
testaruda. Es cierto que quien no monta el culo en barco, se
decía, no cruza la mar… Como no lo es menos que sin padrino no hay bautizo
(lo del bautizo civil es de aurora boreal: “pa mear y no echar gota”, que decía
el guarda). Los amigos más íntimos me animan a publicar este año 17 Un
charlie cualquiera, libro anterior en su nacimiento a Dios no come caracoles, y que solo es
conocido en originales no editados… De momento no es hora, charlie, de editar,
sino de promover al boca-oreja para que la novela recién nacida llegue a muchas
personas…
Tucho
Castelo.
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