Me
dicen que dentro de unas horas vendrá un año nuevo… y “Desdeño las romanzas de los tenores huecos/ y el coro
de los grillos que cantan a la luna./ A distinguir me paro las voces de los
ecos, / y escucho
solamente, entre las voces, una”. En esta hora, como en las posteriores
y las anteriores, en las venideras del tiempo que vendrá, Dios queriendo, solo
me interesa la verdadera voz, la voz que en su verdad me hace libre y ayuda a
conocer y amar, “a darle a la caza alcance”, la voz que me aúpa a la felicidad.
La idea es vieja. Ese sabio de
Tagaste, a quienes los cristianos llamamos San Agustín, será de los primeros en
hablar del hombre como un ser necesitante, pues de continuo precisa de lo nuevo,
pide más: se mueve: cupiditas rerum
novarum y, para él, y para mí con su permiso, esa indigencia solo se
satisface primera y principalmente, como la sed del ciervo en el agua, escribe
poético el sabio, solo en Dios. La indigencia del hombre solo se satisface en
las aguas de la Verdad.
Un
día más, un año más se nos acuesta feliz y festiva nuestra España. “La España de charanga y pandereta,/ cerrado y
sacristía,/ devota de
Frascuelo y de María,/ de
espíritu burlón/ y de alma quieta”. España mortecina. España, pueblo
inane e inculto. España de ignorantes y redomados opinadores. Una España, y me
encuentro hoy machadiano, “que desprecia cuanto ignora”.
Se llaman a sí mismos progresistas esos espíritus moribundos,
de intereses espurios, de conocimientos achortalados y pútridos. “Todas
las opiniones son respetables”: “Tópicos como esos
no solo transmiten algo falso en la teoría, que sería lo de menos. Al ser
prácticos (es decir, morales y políticos) y llamar por tanto a la acción o a la
desidia, producen efectos letales para la vida de todos”. “Ya vale”, “No merece
la pena”, “No te esfuerces más”, “Allá cada uno”, “Pérmitele vivir en su
ignorancia”… Y eso llevamos siglos haciendo en esta España iletrada y cautiva
de la ignorancia (Veritas liberabit vos).
La mugrienta mentira nos tiene cautivos y felices en nuestro cieno: ¡déjame en
mi ignorancia! ¡No me despiertes! Vivir es ver volver, decía Azorín, y repetimos
los tópicos. “Feliz año”…, ¿se puede saber por qué ha de serlo?, pregunto
indiscretos. ¿Usted ha hecho algo para que lo sea o ha de serlo por nuevo,
porque es lo esperado…? Recuerde que el hombre es cupidissima bestia rerum novarum… ¡anhelamos lo nuevo!, pero no
olvide tampoco que lo nuevo por sí propio
no trae lo bueno. El deseo,
dice Lévinas, es realidad inacabable, inabarcable, por ser lo infinitamente
exterior a mí. Sí “Feliz año”…, ¿pero por qué? Oiga, es un deseo, no más…
Me
sé indigente, pobre, necesitante… porque anhelo la Verdad donde saciar mi sed,
una sed de infinitudes y sé que el camino hasta la Fuente de aguas vivas es
arduo y la puerta estrecha. No me arredran el afán y la meta. Quiero conocer y
para eso le invito a leer y formarse con tino. No abreve como las bestias en las
fuentes de la iniquidad, beba en las fuentes de la verdadera sabiduría. La
necesidad es mucha, pero satisfacible, la necesidad no es deseo (se equivocó
Hegel), lea, póngase metas de vida con verdadera altura al servicio de los
demás (la felicidad es puerta que abre hacia fuera), no se conforme, “los
porque sí” no valen, nos relativistas y romos, su opinión no es usted y
aquella, por ignorante y estúpida, puede ser despreciable (donde toda opinión
vale no hay donde fundar la verdad… ¡ojo el trilero de la mentira nos está estafando!)…
Labórese
un mejor año, pelee contra la mentira y el conformismo ambiental, fórmese y
lea, luche con usted mismo, contra usted mismo…, por amor a los demás, y tendrá
un mejor año al servicio de la Verdad, desde la Verdad…, por la Verdad y los
demás. Ese es mi deseo para usted y para mí…
me gustaría vivir sólomi vida, pero vivo una iete a la vez; no sé si me entiende...
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