Veo muy poco la
televisión. Desde Zapatero más o menos no he visto la primera de TVE. Ahora con
las retransmisiones de fútbol de la Eurocopa 24 vi un telediario de los de toda
la vida. Veo que se dedican al periodismo de investigación y yendo al detalle pierden
el bulto de lo sucedido, por ejemplo, a Begoña Gómez: como si esta señora fuera
una profesional común y corriente, ¡no han dicho ni pío! Visto esto, el resto
de los días cambio de cadena hasta el retorno del fútbol.
Tampoco veo ahora el fútbol
normalmente, sino de higos a brevas. ¿De dónde, por Dios, han sacado a estos
comentaristas? Si Lázaro Carreter levantara la cabeza tenía notas para hacer
cuatro volúmenes más de El dardo en la palabra, ¡bendito sea Dios! Lo
primero, ¿por qué gritan tanto? Esto lo vengo observando en algunos
corresponsales o enviados jóvenes, que te meten un esportón de voces que se te
abre la navaja en el bolsillo… Afirma Daniel Pennac en su Mal de escuela
que solo gritan los pobres y los maleducados, y doy fe de ello tras mi larga
carrera docente. Pues ahí los tienes a los burros en el trigo rebuznando.
Empiezan mal, tuteando a los telespectadores: antes tuteaban los Borbones y los
Falangistas y ahora lo hace hasta el chico que barre tras la barra del bar… Para
los comentaristas: la bola, la redonda y la esfera son el balón; si este pasa
cerca del poste o el larguero cuchichea con ellos; sacar a balón parado es
ahora sacar a pelota detenida… que tiene… bemoles; los dequeísmos
chorrean por los micrófonos; las comparaciones en su afán de originalidad son
tan pedantes como ridículas; a veces da la sensación que están distraídos y, de
pronto, sorprendidos, te gritan extemporáneamente la jugada… Buenas tardes.
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