Recién termino la
lectura de la obra. Gozo de la belleza del librito como objeto que compré de
segunda mano. Excelente gusto el de quien fuera su dueño. Lo adquirí al hilo
del trabajo realizado sobre Alcalá Venceslada. No soy bibliófilo, aunque tenga
muchos más libros que la media de las casas españolas (270 libros en estas).
Algún día escribiré sobre quienes compramos de forma compulsiva, de quienes leemos
de igual modo…; mas me gustan los libros hermosos porque la belleza, así, en
general, resulta atractiva.
El autor de esta obra fue
amigo de Alcalá Venceslada, tuvieron un trato muy continuo en las dos primeras décadas en la Sevilla del siglo XX. Es
curioso que ninguno de los dos conservó cartas ordinarias del otro; Alcalá sí
tiene algunos manuscritos del sevillano y con él fundó una revista de corta
vida, Apuntes, de la que ya quizá di noticias en una entrada de este
blog.
Disfrute entusiasta con
la lectura de estas novelitas, en diminutivo por serlo cortas, que no por su
calidad. En la primera de ellas y la cuarta, la descripción demorada del campo,
en general, de todos cuantos lo pasean, lo habitan, seres humanos, bestias,
plantas… y las costumbres de unos y otros me resultan deliciosas. Pensé al
comienzo de la lectura primera que me enfrentaba a un cuadro costumbrista
literario que iba con retraso y con respecto al XIX. Me equivoqué.
Sin duda, Felipe
Cortines, sabe de qué escribe. Confiesa que ha participado realmente de cuanto
luego su imaginación recrea. Quienes hayan leído su poesía se hallarán de nuevo
con los campos de Andalucía la baja por donde pasea, más que corre, un
Guadalquivir que fecunda y vivifica aquellas hermosas tierras.
Componen la obra cuatro
novelitas cortas. La collera de avutardas, que da título al libro; El
alba sangrienta, Drama de estirpe y Como la oliva. El fondo
común que une los cuatro relatos es un romanticismo reconocible y renovado. Muy
singular es sin duda la estructura de las obras, que admiten no solo la
inclusión del narrador-personaje: él cuenta la historia que escuchó en labios
de otro (¡no es novedad!) y además se permite citas de autores clásicos
(tampoco son novedad) y, además, permítase, se van incluyendo poemas, supongo
que del autor o recopilados por este… que van marcando distintos trancos en las
obras. Para mí, valiosísimo el estilo de Felipe Cortines Murube: un vocabulario
inabarcable: palabras referidas a las faenas del campo, a plantas, oficios y
nombres que designan realidades y espacios rurales o estancias de las casas de
campo…; insinuante por párrafos como prosa lírica por momentos en su prosa…
Permítame que insista en el vocabulario de una riqueza y eufonía admirables: No
es que sean palabras que se hallen en mi vocabulario latente, no: algunas de
ellas nunca las oí ni las leí. Busco en el Vocabulario de Alcalá
Venceslada y disfruto como aquel que, hallando un tesoro, a
buen recaudo ya, va desentrañando la naturaleza de las monedas, las joyas… poseídas gracias a la buena fortuna de su hallazgo, mas ¿qué hacer con
ellas? Lucillo, enciso, huélligas, maginanza, jorguina…
El lector que se atreva
con esta obra se encontrará con amores fatales, falsos fantasmas, corazones
inmensos junto a la miseria humana más desdeñable, vidas arruinadas por un
error puntual y una mala elección, gitanos (¡ah, me acordé de Alcalá!:
egipcianos, hindúes, vocabulario caló…).
Sin duda, se lee con
agrado la obra y en mi caso con un afecto diferido por razones personales y
familiares.
Como puede tener Jaén un escritor,de semejante erudición,cercano, amable y que sus escritos no sean un orgullo para la ppppppppppppppppprovincia.
ResponderEliminarAntonio ,
Gracias por tu comentario. Te voy a tener que nombrar presidenta, tesorera, secretaria..., o algo así, de mi club de fans... De corazón, gracias, por leerme. El amor, y el amor de amistad amor es, decía santo Tomás ciega... Muchas gracias.
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