16 de julio de 2024

El porqué de algunas entradas en este blog

 




Son pocos los lectores que hacen comentarios en mi blog. Los motivos son diversísimos. No me extraño: murió mi madre, que sabía leer, y creo que no leyó ningún escrito mío, por ejemplo, salvo alguna carta que le escribiera, ¡y era mi madre! El comentario en el blog, amable o no, en mi caso, es un acicate para seguir en la brecha: parece insignificante, pero no lo es. La inmensa mayoría de ustedes me dan las gracias en privado y encarecen la calidad desigual, entiendo de lo que subo al blog. Muchas gracias a cuantos me leen y les ruego que perdonen las erratas que, por precipitación, se me cuelan, porque rara vez estas mejoran el texto como dicen: lo siento.

Me pregunta un buen amigo qué sentido tiene que publique el comentario de un libro que posiblemente esté descatalogado, de un autor casi desconocido hoy, que habla de un mundo que desapareció… Y me hace reflexionar y escribir estas líneas.

Se refería mi amigo al comentario del último libro que hice, La collera de avutardas, y su autor, Felipe Cortines Murube. Supongo que vistas así las cosas, desde muchas perspectivas, mi amigo tiene razón, pero me van a permitir que yo les explique mis motivos, mi perspectiva, en este caso también.

En aquella entrada expliqué que el autor fue amigo de Alcalá Venceslada. Como muchos de ustedes saben he estado dos años estudiando a este. En el estudio de la vida de Alcalá he querido llegar hasta donde mis medios y mis fuerzas me han permitido. Carriscondo Esquivel escribió que Cortines Murube influyó en la obra poética de Alcalá y si lo hizo en esta, sin duda, lo hizo en su vida, así: en su vida. Alcalá Venceslada era mi abuelo y, por tanto, por esa senda la influencia, ignoro cómo, influyó seguro para bien en mi vida y, por tanto, como de bien nacidos es ser agradecidos, con los medios de que dispongo quiero corresponder a Cortines Murube su influencia en mi abuelo y en mí. Es posible que para mi amigo esta explicación sea propia de quien “se la coge con papel de fumar”, que escribía Delibes: pura memez, delicadeza que se convierte en cursilería, casi una extravagancia hiperbólica. Sea lo uno o lo otro creo que son acreedoras de respeto y yo, por tanto y como consecuencia.

Lo aprendí en un libro de Juan Ramón, siendo un chaval, y no he olvidado los versos de “Canción de la torre más alta” de Rimbaud: “por delicadeza / he perdido mi vida”. Por este hilo, sin abundar demasiado, me acerco a las palabras del Amigo: Quien pierda su vida por mí…; que se suman a aquellas otras en las que afirma que no hay mayor amor que dar la vida por los amigos, que enlaza directamente con la Idea de progreso en la novela de Miguel Delibes, título de mi tesis doctoral, donde el vallisoletano, y servidor humildemente aprendió, que no hay mayor progreso que aquel que puede hallarse en el mandamiento nuevo que también da el Amigo y que san Juan recoge en su evangelio: Amaos unos a otros; como yo os he amado. Ea, que dicen en Jaén.

Leer un libro, disfrutar de la lectura de un libro, me mueve, como otras mil realidades, a dar las gracias al autor del mismo. El autor ha llenado un tiempo único en la historia de la humanidad y un tiempo irrevocable de mi vida… ¿no es, acaso, para darle las gracias? Insisto quizá sean modos de ver, modos de pensar y creer; Maneras de vivir, que cantaba Rosendo.

Mi amigo, que aprieta más que unos zapatos nuevos, también me pide que le haga, “por lo menos” un resumen de las cuatro novelitas de Cortines, sin llegar, me insiste, “al spoiler”. Le digo que me gusta más la palabra ‘destripar’ que la inglesa spoiler o incluso la admitida por la RAE ‘espóiler’; ya se ve que cada uno es como es.

Como nadie me tasa la extensión de la entrada y escribo sobre lo que quiero, como quiero y cuanto quiero, no me importa detenerme un tanto en contextualizar algo más la obra de Cortines Murube.

Un sobrino nieto del autor, Jacobo Cortines Torres, escritor acreditado, profesor universitario que fue de la Universidad de Sevilla, realizó su tesis doctoral sobre su pariente, don Felipe, como él lo llama cuando se refiere a Felipe Cortines. Nació este en Los Palacios en 1883, en el mismo año que Alcalá Venceslada y murió seis años más tarde que él, en Sevilla y en 1961.

No escribió muchas novelas Cortines Murube. Fue más poeta que novelista. Su primera obra es la que comenté y que tengo, como dije, La collera de avutardas, publicada en Madrid por Rivadeneyra en 1925 y bajo este título se incluyen las cuatro novelas que cité y que ahora resumiré para mi amigo; su segunda publicación novelística se editó en Sevilla un año después, 1926, En aquel tentadero, obra difícil de conseguir y no a bajo precio y, por último, De Triana a Miraflores que también fue editada en Madrid por Rivadeneyra en 1931, obra también rara y cara…

Por la tesis de Cortines Torres sé que Cortines Murube “Pasó temporadas en varios cortijos andaluces, ‘El Terruño’ en Utrera y ‘La Junquera’ en Lebrija, que luego serían escenarios de las novelas”. Le gustaba al poeta, por épocas, leer en ellos, descansar y convivir con los empleados y moradores de los cortijos: “Yo he pasado muy buenas temporadas en este cortijo, buscando casi principalmente un refugio para leer en mi cuarto o para escuchar, dentro de la gañanía, con los pies en las llamas las noches de invierto, consejas andaluzas en boca de los yunteros alegres y de los mayorales sesudos, de los campesinos, inmutables como encinas, que diría Nietzsche, cuando no hacíamos cantar coplas a los cogedores de aceitunas o a las semilleras, según mandaba el tiempo”, escribió.

Vamos al resumen, amigo, de las cuatro novelitas… sin destriparlas, aunque advierto que no poco del valor de las novelas de un poeta como Cortines está en la redacción, en la sutileza de las miradas que nos transmite, más en el sentir y en lo emocional que en las historias y las tramas.

La novela que da título al libro, La collera de avutardas, trata de mi Juan, un muchacho de pueblo, descendiente de una familia venida a menos que, por estas razones, trabaja de peón para otros. En el sorteo de los quintos para el servicio militar, la suerte le es favorable y resulta excluido del servicio. Los chanchullos del cacique hacen, sin embargo, que mi Juan tenga que ir a la mili en vez del hijo del señorito. Se rebela contra esta situación y se echa al campo. Transcurren los años y deja de buscarlo la justicia (?). Quiere la casualidad, llevada de la mano de Cortines, que mi Juan halle el amor en una chica que huye despavorida de los malos tratos de su padre. Ambos suman sus desgracias y viven huidos y felices de aquí para allá… El destino, sin embargo, torcerá su feliz vida…

Si la novela anterior es posible que tenga un fondo histórico real, seguro que la segunda fue una de las historias oídas junto a la lumbre, El alba sangrienta. Trata de las apariciones de un fantasma que va y viene por las tierras de un lugar, donde nunca nadie logra darle caza. Está todo el término en alerta. El guarda de los pagos no para en su casa ni de día ni de noche… y mientras este cabalga en busca del fantasma, este, que no lo es tanto, se halla con frecuencia en su lecho matrimonial donde sí le darán caza…

Drama de estirpe me ha recordado las vaguedades y el tenor de las leyendas becquerianas. Historias que de boca en boca pasan para permanecer entre los renglones de quien se atreve a ponerlas por escrito. El autor fiel al pie de la letra a lo oído y que recuerda, de manera inevitable impregna de algo suyo lo que plasma en el papel. Una familia rica y poderosa es hoy, en el pueblo de un amigo del narrador, poco menos que unos hermosos edificios que son recuerdo de tiempos mejores, de tiempos de esplendor. Cuenta el amigo la historia de El Mayorazgo, así conocido por todos en todos los ámbitos, hijo de una antiquísima y limpia estirpe de nobleza incomparable, hombre viudo y con hijos, retirado a ese pueblo sin nombre donde se dedicaba a la administración de sus bienes. Mecenas del teatro del que tanto gustaba, era reconocido en toda Sevilla como un gran señor. Quiso su mala fortuna que, queriendo socorrer a un hermosa mujer desvalida, enamorose de ella y esos amores, al final, terminaron complicando la vida de una mujer que, si desamparada en principio, poco a poco busca acaparar la vida de El Mayorazgo para… todo terminar mal.

Es Como la oliva la última novela de esta obra. Ambiente rural de cortijo, historias contadas al amor de la lumbre, aceituneros, molineros, gañanes, peones, arrieros, cante flamenco y tertulia tras el duro trabajo de una jornada larga. Manuel Páez, el Jerezano, un peón ajeno a la finca que sorprende en el tajo con sus hermosos y doloridos cantes que a todos emboban y admiran. Se cuenta la historia de este, historia, como las anteriores, de estirpe romántica. Hombre leído y escribido, según les parece a todos, fue persona de posibles, con fincas, hombre solitario, que se enamora de una gitana errante (el sentimiento anula la razón y se antepone a lo conveniente). Serán esos amores los que lo lleven a la perdición y no me resisto a reproducir una copla de las entonadas en el tajo:

En otro tiempo era rey

y me han hecho un mal vasallo.

¡De antes yo gobernaba,

ahorita me están gobernando!

Y hasta aquí. Poco añado, amigo, salvo dar gusto a tu deseo, con el resumen de estas historias que hallan su intríngulis, su gracia… y su arte no solo en aquello que cuentan sino en cómo lo cuenta Cortines. ¿Podríamos desvincular la forma del contenido, el cómo del qué? Imposible, pero, si se pudiera, en estas narraciones, el cómo se cuenta pesa más que el qué cuenta. Hallé más gozo en lo formal que en las historias, que me pudieron parecer más o menos originales, pero de argumentos de tópica romántica.

Se murió Alcalá Venceslada, murió Cortines Murube… a ninguno de los dos conocí en vida, pero de ambos me sé deudor insolvente y agradecido de corazón, como a usted que ha tenido la paciencia de leerme hasta aquí: muchas gracias.

3 comentarios:

  1. Pedro Caballero-Infante Perales16 de julio de 2024, 20:43

    Muy buenas sinopsis de las novelas de Cortines. "El alba sangrienta" tiene cierto fundamento en una leyenda de la que cogió su nombre un área de abastecimiento de la carretera Sevilla- Cádiz llamado "El Cerro del Fantasma". Algo no de extrañar por la cercanía de las vivencias de Cortines.

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  2. Y sobre todo el blog es tuyo… nuestros comentarios pueden pedir que se complete algo h en plan amigo que abordes algo que nos interesa… pero hay que estar por la libertad del que escribe que sufientemente doliente es ya el ponerse a juntar letras con la esperanza de que aquello tenga sentido

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  3. No se trata ahora de que todos comenten... Tengamos la fiesta en paz. Gracias a quienes lo han hecho y un abrazo a todos, comentaristas y ágrafos.

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