24 de junio de 2024

MENOS DE 300: Ultraderechista=lamínese.

 



Por razones que no vienen al caso, en diversas ocasiones he tenido que defender el vaciamiento del significado de algunas palabras. Así, por ejemplo, ante un juez y en un juicio, en el que me sentaba en el banquillo como acusado, expliqué cómo la palabras “gilipollas” puede ser o no un insulto, dependiendo del contexto y el tono. Otro tanto puede ocurrir con “maricón”, “hijodeputa”, etc. Es ahora, de nuevo, calificativo común denominar “fascista” por parte de la izquierda a todo aquel que no se mueva en ese entorno izquierdista ¿qué es ser de “izquierdas”, “derechas”, “centro”…? ¡Vaciadas de significado!. Por defender la vida del no nacido, por pronunciarme en contra del aborto, ¿la interrupción del embarazo?, soy un “fascista”.

Es curioso que esta palabra, “fascista”, en los prolegómenos de nuestra Guerra Civil, de la que vengo hablando en algunas entradas al hilo de la lectura de Fuego cruzado. La primavera de 1936, ciertamente tenía un vago significado para la inmensa mayoría de quienes la empleaban, pero servía para unificar y aunar a muchas personas contra un común enemigo, que, si vago e inconcreto, se percibía como tal: falangistas, derechista, militares, ricos, conservadores, acomodados…, es decir, un amplio e inconcreto abanico de personas, distintas a mí y, en tanto que distintas, enemigas: no contrarias, adversarias, contendientes…, no: enemigas mías y “fascistas”.

La misma técnica están usando hoy las fuerzas de “izquierdas” para amalgamar tendencias irreconciliables, en principio, y servir de ariete para abrir brecha en los otros, esos enemigos, esos antagonistas que se deben batir… La palabra ahora puede ser “fascista”, pero esta se ha gastado mucho y el Gobierno y sus ingenieros de imagen y sonido… han sacado “ultraderechista”, que es más larga, menos rotunda, pero da pie a poder seguir buscando algún argumento con que continuar el discurso. Ultraderechista= lamínese.

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