La corrupción no tiene castigo (II, con perdón)
Condenados por la justicia que van muertos de risa, que se chulean, que se mofan de los demás… y los otros, esos otros, para quienes la corrupción política no tiene castigo, los siguen votando y son capaces de colgarse un cartel en el pecho o hacerse un tatuaje en las espaldas donde diga: “Soy un cipotón que sigue votando al PSOE a pesar de sus corrupción”. Existen, señor Rubido… Perdone que me haya excedido de las 300 palabras, pero es que esto de la corrupción en España requiere una enciclopedia y un índice como la Espasa.
El asunto está en ¿por
qué es así? Ya me perdonará que aventure mi hipótesis: Si partimos de que la
creencia, entiendo que falsa, de que todos los políticos son corruptos…,
concluyo en que más vale que se lo lleven crudo o calentito… los míos.
El partido de mi alma, el equipo de fútbol de mis amores… son emociones no
razonadas ni racionales… Son meras reacciones químicas que no alcanzan a ser
sentimientos, en tanto, que emociones no racionalizadas… Pura emoción… Yo voto
a los míos, y olé por ellos que se lo llevan porque bastante
robaron ─¡cuando
fuera!, o nunca─ los otros, los no míos y que les den… “Españolito que
vienes al mundo…”. Por eso se votaba en Italia a la Democracia Cristiana con la
nariz pinzada…
No hay comentarios:
Publicar un comentario