Alcalá Venceslada, Antonio, LA VENGANZA DEL FEUDAL
Granada 1903. Alcalá
Venceslada es alumno de la facultad de Derecho y de Filosofía y Letras de esa
ciudad. Es colegial del famoso Bartolo, el Real Colegio Mayor “San
Bartolomé y Santiago”. Su apellido en este no es novedoso: su padre y su tío
abuelo, el sabio andaluz, fueron colegiales en el mismo Mayor; de este,
y en ciclo iniciado sobre Alcalá Venceslada, ya hablé aquí: Juan Manuel Orti y Lara, el duro opositor intelectual
contra el laicismo, y cuanto representa, Julián Sanz del Río, fundador e
inspirador de la Institución Libre de Enseñanza. Expuso este sus ideas de forma
explícita y clara en una conferencia, según Cacho Viu: hizo la primera
afirmación pública y solemne de la doctrina krausista y se encontró enfrente a
Orti y Lara. La Universidad granadina era un hervidero relativo de inquietudes porque
no son muchos los alumnos que pueden acudir a ella: en Granada y en ella hay 2.436
alumnos cuando Alcalá llega.
Alcalá Venceslada es jovial,
extravertido, simpático… y todo ello lo fue toda su vida, pronto encuentra
acomodo el joven andujareño en la ciudad de la Alhambra. Ha viajado mucho aun
siendo de corta edad: ha estado interno con los jesuitas en Zaragoza y en El
Palo, allí ha sido compañero de clase, de Ortega Gasset (a partir de su paso
por Málaga, Ortega y Gasset), ha estudiado también interno en el
Colegio de “Santo Tomás” de Jaén, donde se han reconocido sus dotes literarias.
Allí se ha cruzado con alguien que le ha dado el calor necesario, la atención
pertinente que todo artista necesita: si no lo tienes, como el Principito, te
mandan dejar los lápices de dibujar y que te intereses “un poco más en la geografía, la historia, el
cálculo y la gramática”. Alcalá sabe qué quiere, pero hay que levantar el telón
poco a poco.
No hemos podido averiguar mucho sobre José Gama López. Cuatro datos
sueltos. Estudiante de Derecho. Natural de Lucena. Se acabó su rastro. Sin duda
este es el encargado de redactar la obra, escrita en redondilla, con pésima
caligrafía y ortografía parienta de esta: peor, si cupiera. Algunas
correcciones están hechas en el texto conservado, sin numeración de páginas,
por Alcalá Venceslada. Si alguien supiera algo de Gama López, por favor, que
nos dé noticias.
Creo que es la primera vez, que yo sepa, que se comenta esta obra. No
logro que los sabios de la teoría literaria me ayuden. En novela podríamos
decir que es una narración enmarcada, emparentada con el mise in abyme,
leo que se puede llamar así y así escribir, siendo francés. Lo pongo en cursiva
por si acaso. El teatro en el teatro, aunque brevemente: una obra se superpone en
la obra.
El argumento de La venganza del feudal tiene un cierto aire
surrealista por el lado infantil que más me inclino a denominar absurdo.
Mata el realismo y asesina el romanticismo de luz de luna… ¡Estamos 1903 y los
autores son dos muchachos! En la primera página de la obra, se afirma que se
estrenó en 1903, entiendo que en el Colegio Mayor, pues no era representable en
un teatro comercial, creo.
Los medios escénicos son muy apropiados para una representación en
espacio precario y decorados que hoy llamaríamos minimalistas. Las
caracterizaciones de las figuras -como llama Spang a los personajes- son tan
escuetas como todo. Simples, lineales, esquemáticas. Las acotaciones son brevísimas
y esporádicas. Más hallamos aclaraciones en el propio texto para el director de
la obra y los actores que acotaciones propiamente dichas.
El argumento es tan elemental como todo lo antedicho. Una fonda, in
media res, un grupo de actores, maestro en activo su director y el resto de
la compañía, su familia, que completa el sueldo con las representaciones que
hace en pueblos de alrededor de donde viven, etc. Un Silvino enamorado de la
hija de Arrabal el maestro, actor y director de la escueta compañía. En escena
se suceden los equívocos, los inesperados golpes de humor sencillo, casi
simple, pero fresco: juegos de palabras, retruécanos, malentendidos que
provocan de improviso la risa. Lo supuestamente trágico -un posible duelo a
espada- se convierte en ridículo acontecimiento.
Anoto no sin cierta sorpresa admirativa que en momento tan
absolutamente incipiente del siglo XX en España dos jovenzuelos hablen en una
obra teatral escolar de Wagner y del modernismo.
Del primero, y sigo en lo
que sigue referido a Wagner a Paloma Ortiz-de-Urbina Sobrino en su artículo PRIMERA
RECEPCIÓN DE RICHARD WAGNER EN MADRID. Se empieza a tener noticia más
generalizada y mayor aceptación del músico alemán a partir de la labor de Luis
París quien, al frente del Teatro Real y por ser un apasionado wagneriano, va
logrando una percepción distinta de Wagner en el público madrileño. Curiosamente,
desde el punto de vista literario, a principios del siglo XX la asimilación de
la simbología wagneriana se asocia en España a la estética modernista. El
soneto Wagner de Manuel Machado, mayor nueve años que Alcalá, fue escrito
en Alma, entre 1898 y 1900; Tropical de Juan Ramón Jiménez, incluido
en Ninfeas es de 1900 y, la novela de Vicente Blasco Ibáñez
publicada en 1900, Entre naranjos, se muestran como paradigmas de
la recepción wagneriana literaria a principios de siglo.
El poema atribuido a Silvino en la obra, es calificado por
este de “modernista”, afirma: “¡Claro como que para lo modernista me pinto solo!”.
Sinceramente para ser dos alumnos de Derecho y Alcalá también de Filosofía y
Letras, en momento tan tempranero del siglo XX, me produce cierto asombro.
Me pregunto, ¿habrá en el Bartolo restos de aquella representación en alguna revista del colegio..., en la prensa de Granada? NI IDEA ni facilidades que se me ofrecen para poder responder a mi propia pregunta. Muros infranqueables en Granada, solo en Granada a lo largo de más de año y medio de investigación. Siento decirlo. Solo Antonio Benítez, el conserje, me ha ayudado cuanto ha podido. Lo poco que sé me lo ha facilitado ¡el conserje del Colegio!
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