Estoy seguro de haber leído esta obra cuando era un muchacho.
No tengo a mano uno de los ficheros de lecturas que tengo, pero estoy por
asegurar que la ficha que hiciera está en alguno de ellos, ¡digo yo! Cuando
tenga ocasión iré a verlo.
Borges es Borges. Ya sé que es una redundancia, un pleonasmo
innecesario y una tautología borgiana. Leo esta obra con paciencia. Pienso,
mientras lo hago, que, muchos de sus párrafos, podrían ser intercambiables e
incrustados en cualquier cuento del libro, aportando lo mismo que aportaban allí
donde estaban: poco o nada o casi nada… Lábil decorado de cartón y purpurina.
Mejor dicho lo anterior, de un modo más borgiano, lo escribe
el propio autor al inicio de la obra y a ello remito. Recomendable esta para
quienes tengan por profesión ser contadores de olas, de nubes o de gotas al
viento cuando llueve en las cabañuelas de agosto.
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