11 de octubre de 2021

ANTONIO ALCALÁ VENCESLADA-02

Soto Artuñedo, Wenceslao, S.I.: 

EL COLEGIO JESUITA DE SAN ESTANISLAO EN MÁLAGA (1882-2007) 



La biografía de mi abuelo está envuelta en la nebulosa de lo que el transcurso del tiempo difumina. La mejor que conozco y que se halla repetida por doquier, con alguna pincelada novedosa escasa, es la que hiciera Manuel Caballero Venzalá en su Diccionario bio-bibliográfico del Santo Reino de Jaén. Conocí y saludé siendo un muchacho a don Manuel cuando era párroco de la iglesia del Sagrario de Jaén: no recuerdo la fecha ni por qué estuvimos hablando un poquito de mi abuelo, de quien él sabía mucho más que yo.

De todos es comprobado que raro es aquel que es profeta en su tierra, y entre los suyos no iba a ser más Alcalá Venceslada. Tengo la impresión de que para su familia y para sus paisanos… fue una persona amable, en toda la extensión de la palabra, pero no fue reconocido como muy singular persona por sus cualidades, sus trabajos, etc. Ya dijo Borges que en España es donde mejor se entierra: y así ocurrió con él, ¡pero tampoco demasiado! Hubo de pasar mucho tiempo para que los especialistas en lexicografía volvieran su mirada sobre su Vocabulario: Alvar, padre, no lo apreció demasiado -me consta personalmente por unas letras que intercambié con él- y, sin embargo, Ignacio Ahumada, discípulo de este sí fue un pionero en el estudio del afamado Vocabulario andaluz (que tantos usan sin citar y muchos saquean a la chita callando).

Llegados a este punto es hora y a ello me comprometo de acometer un estudio que no sé qué dará de sí de la obra de mi abuelo. Dejaré al margen el Vocabulario, es mi intención inicial: si tengo que contar con él, creo que poco podré añadir a los dicho por quienes especialistas en la materia de eso saben… Es también mi intención poner todas las luces posibles en su biografía… y por ella estoy empezando mi investigación.

Empiezo deshaciendo el entuerto del Venceslada con “W” que he visto en papeletas de la RAE, o incluso con “B” en algún expediente universitario suyo. Sabemos que Alcalá Venceslada con “V” nació en Andújar el 5 de septiembre -¡que no de noviembre!- de 1883 y murió en Jaén en 1955. El sentido que tiene la lectura de esta obra que hoy comento es que en este colegio de El Palo estudió Alcalá Venceslada. Me ha interesado esta obra porque en ella podemos hallar noticias concretísimas sobre el centro que halló cuando llegó a él, en el curso 1895-1896, procedente de otro colegio jesuita: “El Salvador” de Zaragoza, donde ingresó en septiembre de 1893 y en él estuvo hasta 1895, dos cursos, por tanto. En el “San Estanislao de Kotska” de El Palo de Málaga coincidió con los Ortega y Gasset, José y sus hermanos: con el primero coindice en el año de nacimiento y en el año de muerte. Todo esto lo he averiguado en estas semanas, junto con alguna información más.


Insisto en que la obra de que hablo me ha parecido interesantísima también como docente que durante décadas he sido. Sabía y he repetido, que entre los alumnos de los centros de los jesuitas se habían dado, digamos, una especial formación humanística y que no eran pocos los escritores reconocidos que habían estudiado en sus aulas, pero nunca nadie me habló ni había oído hablar ni había leído lo que era la Ratio Studiorum a la que según algunos se debe el gran impacto en la educación humanística de los alumnos. Libros íntegros hay dedicados a esto -¿¡y a qué no a estas alturas!?-, de entre ellos destaco la obra de Charles Sears Baldwin, Renaissance Literary Theory and Practice, a la que no he tenido acceso y supongo que también tratará el tema la obra de Manuel Revuelta González, Los colegios de jesuitas y su tradición educativa (1868- 1906), que tampoco he podido leer aún…

Una de las normas de la Ratio era la elaboración de una composición diaria prescrita en esta y “también había una composición semana, mensual, y otra para los premios de fin de curso” (p. 146). ¡Una composición diaria! con lo que supone escribir y ser corregido a diario por un profesor que sabe, se entiende, y orienta; con lo que supone pensar ante el papel en blanco… ¡admirable! Esto para mí da una clave que soporta los arcos de una destreza capital para una persona que se va a dedicar al mundo intelectual en general: no me cabe duda, y a escribir en particular.



El autor del libro es minuciosísimo con todo. Me llamó la atención que hace explícito el horario de los alumnos, que se iniciaba ¡a las 05:30!: ¡Sí, a las 05:30!... y contaba, salvo error mío, con ¡cinco horas y media de estudio diarias!, y las clases aparte… Asistencia a pláticas, a ratos de oración… Recuerdo que Ortega recomendaba a sus discípulos meditar al menos diez minutos diarios…, ¿¡pues qué no supondrían esos tiempos de oración diaria o de meditación o de investigar el vuelo de las moscas… para esos chavales en su proceso de formación!?

Se especifica en el libro quiénes fueron los profesores, qué se comía, quiénes visitaban el Colegio, qué eventos hubo… Todo esto, sin duda conforma una ambientación que supone un fundamento capital para un niño y un adolescente y que me ayuda a contextualizar con detalle la formación de Alcalá Venceslada en unos años capitales.

La mayoría de los alumnos en aquellos años de finales de la década de los 80 del siglo XIX y de los comienzos de los 90 eran internos, en torno a los 150 alumnos. Especialmente seleccionados antes de ingresar en el colegio: con una prueba de acceso… ¡y una salvedad!: no se admitían alumnos mayores…, y que pudieran carecer de la formación que se impartía en el centro desde pequeños: sapientísima decisión. La mayoría de los alumnos pertenecían a familias burguesas adineradas, pues el colegio costaba ¡¡1.500 ptas. de aquel entonces…!!

Todo cuanto he aprendido en este libro, tengo muchos folios de notas, me servirá para explicarnos, o no, determinados, aspectos de la vida de Alcalá Venceslada: su inclinación a las materias llamadas de “letras” -él, como Ortega, estudió Filosofía y Letras, y Derecho-. ¿Qué peso tuvo en su formación religiosa lo que aprendió con los jesuitas? ¿Dejó algo escrito al respecto? ¿Sobre su colegio, sus creencias, su piedad…?

De momento aquí dejo constancia de un libro que me ha ayudado en esta investigación y las gracias doy a su autor por el camino abierto.

 

 

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