14 de agosto de 2021

454- Gregorio Luri: SOBRE EL ARTE DE LEER: 10 TESIS SOBRE LA EDUCACIÓN Y LA LECTURA (III DE IV).

 



Si aceptamos que el objeto de la inteligencia es la verdad, comprenderemos por qué, como antes dije, nadie se atreve a decir que toda lectura, en general, es nociva. Entiendo que la inmensa mayoría defendemos que la lectura es agradable, formativa, interesante, buena… y podríamos seguir; mas ¿cómo es posible entonces que no se lea? Porque, siendo el objeto de la voluntad el bien…, pues sencillamente porque video meliora, deteriora sequor que decía Ovidio: Veo lo mejor, entiendo lo mejor, ¡pero no lo sigo! ¿Quién no está preocupado por la incapacidad lectora de los alumnos y los hijos, mas quiénes se ocupan de fomentarla, animar a ella, aficionar a su cultivo, invertir tiempo en esa tarea…?

Cierto que Luri no iba a descubrir el Mediterráneo, ¡pero servidor tampoco!, pero me gustaría aportar una perspectiva distinta. No es fácil enseñar a leer al niño de entre tres y seis años: no lo es. Eso debe hacerlo quien sabe que es un maestro: unos lo harán mejor y otros… no tanto. Más el ejercicio de la lectura, una vez iniciado el niño, que ya sabe, no puede ser exclusiva obligación de la escuela. Me niego a que la escuela sea el inicio y continuación de todo cuanto a esta sociedad insaciable se le ocurra. No hay hoy realidad que no deba ser obligatoriamente enseñada en la escuela y no tenga cabida en sus horarios: la urbanidad, la lectura, las matemáticas, el baile, la educación vial, los idiomas, el juego, la transmisión de sentimientos, la sexualidad, ¡la cocina! (se lo oí a un cocinero decir no ha mucho: “La escuela debe iniciar a los niños en la cocina y continuar con ella hasta…”), el trato con los animales racionales e irracionales, cómo vestir… Es imposible: lo siento. La escuela no da para todo. Los papás, primeros y principales educadores de sus hijos, deben asumir la responsabilidad que les compete. Y entiendo y comprendo y comparto los estudios que Luri aporta por los que sabemos las diferencias que existen entre los niños con papás ricos, que Luri llama, y quienes son pobres. Conozco mucho rico que no lee, ni tiene libros, ni sabe de ellos… ¡ni Dios que lo permita…! Cierto que los padres aficionados a la lectura, con libros en casa, que leen en ella y a la vista de sus hijos, que comentan con estos los libros que unos y otros leen, así, como por casualidad, sin necesidad de organizar un libro fórum, darán pie a hijos lectores, que serán posiblemente mejores estudiantes con un vocabulario más rico, que luego hallarán menos vacíos fácticos al hablar y al escribir…; y quienes no lo hacen o lo hacen poco o mal: porque no son aficionados a los libros, porque no los tienen en casa ni los sacan de la biblioteca, porque no dan importancia a la lectura…, porque son “pobres”, en el decir de Luri, tendrán más problemas…, pero eso siempre ocurrirá: hay quienes no saben hacerse el nudo de la corbata y son ingenieros o profesores (he conocido ambos modelos), hay quienes viajarán por el extranjero y quienes no lo harán, quienes dominarán otros idiomas y quienes solo balbuceen el materno… No olviden ni los lectores ni Luri (él lo sabe de sobra) que la enseñanza obligatoria en España está legislada desde la ley general de Villar Palasí, que es del 70, ¡hace medio siglo! Y uno se pregunta cómo es posible que quienes han tenido un pupitre en la escuela estatal, pagado, “gratuito”… apenas saben hablar y no saben escribir (hablo de mi servicio militar 85-86 con varones españoles con 18-20 años, donde hallé que más del 20% no sabía nada y casi otro tanto “dibujaba” su nombre sin saber propiamente escribir). Y me voy aparte.



Señoras y señores, siempre habrá, como los ha habido, ricos (personas con medios económicos, culturares, sociales…) y pobres (que carecen en mayor o menor medida de los citados en el paréntesis anterior). Los ricos, llamémoslos así, tendrán más posibilidad: en ningún caso garantías absolutas de alcanzar lo mejor; los pobres, llamémoslos así: no tienen la condena absolutamente garantizada de no alcanzar metas de excelencia en todos los ámbitos. Afirmar lo contrario sería tanto como adherirnos a un sociologismo falaz. Vuelvo sobre lo arriba escrito: existe la voluntad, que puede y debe ser educada, principalmente en casa, que se apoyará en las virtudes y que dará cauce a un proceso de adquisición de lo mejor en un camino siempre quebrado (para ricos y pobres) que puede llevar, insisto, a lo mejor. Me niego, porque lo he visto y comprobado, que los alumnos de familias ricas sean buenos estudiantes, estudien carreras punteras (?), etc., siendo tan falso como que quienes son alumnos de familias pobres tienen garantizado el fracaso. ¿Son ricos los niños inteligentes? No lo sé, pero sí sé que los niños inteligentes por nacimiento, como quienes se dotan de mejores medios: virtudes, conocimientos, proyectos, etc. alcanzan metas más, digamos, altas (y ahora vuelvo sobre el particular). Es cierto que “La escuela no puede contentarse con ser un elemento neutro en el desarrollo lingüístico de un alumno. Lo que no haga ella por los niños pobres, ¿quién puede hacerlo?” (p. 69). Cuando doy vueltas a esta realidad, dando un salto ontológico, si se quiere, pienso en la expresión agustiniana que afirma que “Dios que te creó sin ti, no podrá salvarte sin ti”, lo que quiere decir que Dios nos otorgó una naturaleza sin contar con nuestra aquiescencia, más la salvación no es posible sin la colaboración necesaria de cada uno. Pongamos la idea en perifrástica: Si tienes una escuela (la que sea, la que tienes: estatal, privada, concertada…) que se te ha otorgado, que se te paga (por tus papás o por todos, que no es gratuita) y la tienes ahí, ahora eres , mi querido alumno, quien debe aprovecharla…, más ¿cuál es el índice de abandonos escolares, de fracasos, de analfabetos (en cualquier grado y de cualquier condición) que tenemos? Cierto que la escuela puede paliar, ayudar, empujar, impulsar, completar… más quod natura non da, Salamanca non presta: ningún maestro, ni la sociedad que lo ponga, puede suplantar la voluntad de quien no quiere leer (escuelas y bibliotecas hay), no desea estudiar, no desea hacer, no… Lamento que las realidades distópicas, donde con una barita mágica, todo se orienta al bien y aún a lo mejor automáticamente solo lo hallamos en las novelas de Zamiatin, Huxley, Orwell… Lamento que querer no sea poder.

Pretendía terminar la faena en esta entrada, pero luego, algunos de ustedes, me regañan: que me extiendo mucho y se cansan… La dejo aquí y me voy a una cuarta…

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