Empecé a leer como un poseso
alrededor de los trece años. Nunca he dejado de hacerlo de un modo muy
semejante. Solo por indicación médica, hace muchísimos años, durante la
carrera, dejé de leer un mes de julio que es el julio con más días que he contado
y conocido en mi vida.
Luri orienta sus comentarios
y sus reflexiones al niño lector con el atributo o predicado nominal casi
exclusivo de estudiante. Hay que esperar muchas páginas (a la 81) donde
el autor afirma que “a todos –también a los adolescentes- nos gustan las
historias”… Al estudiante, al alumno le importa una higa que la lectura
comprensiva sea un medio necesario para su trabajo que es el estudio, aunque un
servidor se lo explica con detalle al comienzo de curso cuando hace la prueba inicial,
como explico abajo. Al niño le gusta o no le gusta la lectura por los mismos
motivos por los que le gusta el fútbol, el balonmano, es del Madrid o del Barça
o le encantan los bocadillos de chorizo…, porque los ha probado y sus padres (y
los maestros apoyaron) se los dieron y le dijeron y lo llevaron y oyó… ¡no hay
más! La lectura no es ni amable, ni atractiva, ni agradable al niño en el colegio: es así. Leer, parece, es asunto de la escuela y como la escuela es,
como decía Juan Ramón, y popularizó Leopoldo María Panero, ya lo he dicho
muchas veces: "una institución penal que nos enseña a
olvidar la infancia" (película de Jaime Chávarri, El desencanto)…
pues la trampa de la escuela se lleva por delante a la lectura… Aprender a leer
no es natural: lo explica Luri… y la antinaturalidad de la lectura, el modo de
leer, el para qué de la lectura no facilitan el viaje… ¿Leen los profesores en
voz alta de los primeros cursos de primaria, ¡y de la ESO!, a los niños para
educar la prosodia y la fonética y que aprendan a entonar? En la ESO si alguien
lee DEBE SER el profesor de Lengua…, porque los demás debemos enseñar la
ciencia de la que somos especialistas (y olvidan lo que aquí Luri repite, y no
es original: Todo maestro, todo profesor, debe ser primera y principalmente
profesor de LENGUA). ¿Por qué dejan de leer los niños en la ESO? Porque no
tienen ni hábito lector ni de estudio (estudiar y leer requieren virtudes muy
semejantes: atención, paciencia, constancia, concentración, diligencia…);
lectura-libro=tostón escolar, tabarra profesoral… “¡NO QUIERO LIBROS!”: “Me
aburren” (¡miles y miles de libros editados y supuestamente ¡TODOS! los
aburren!), “Me canso”… Curioso: nadie se atreve a decir que la lectura sea
mala, negativa, inhumana…, ¡pero qué poquitos somos quienes leemos! Me sigo
preguntando: si el bien de suyo es difusivo…: si los profesores no leen, ¿qué
bien van a difundir, qué prosélitos harán…? Si en casa, los padres no leen ni
tienen libros o si los tienen… no hablan de ellos ni preguntan a sus hijos…
(después volveré sobre este asunto)… Y aquí me planto: ¿Cuántos profesores de
un claustro de 60 componentes creen ustedes que leen habitualmente algún libro
de lo que quiera que sea? Me reservo las impresiones y constataciones como
profesor, bibliotecario, escritor, etc. ¿Acaso creen ustedes que los profesores
saben hablar y escribir con corrección, sin faltas de ortografía?... Me reservo
las constataciones como profesor, bibliotecario, escritor, etc. Afirma Luri que
el niño deja de leer en la ESO y el bachillerato: leen solo los libros
“obligatorios de colegio”, mas ni uno más, salvo que tengan un hábito lector y
el gusto adquiridos en los cursos anteriores: Lo afirma quien ha sido alrededor
de un lustro bibliotecario de un instituto de enseñanzas medias o como se llame
eso ahora. Los profesores hacen “exámenes” para comprobar que el niño ha leído
el libro, no si le ha gustado o no, qué ha aprendido… Normalmente se trabaja a
ratos en clase, pero no se lee por norma y se ignora cómo trabajar con un
libro, como tomar notas de campo, cómo citar, cómo… La pregunta 5b de
comentario de texto y lengua, o como se llame, de la Selectividad andaluza
(EVAU de casada) también se encamina a comprobar si el alumno ha leído los
libros indicados para 2º de bachillerato (normalmente cuatro libritos breves…):
no se comprueba si les aprovechó, que eso no es tan fácil de medir ni interesa.
Estoy convencido, como Luri y
como todo maestro que se precie, de que la lectura es capital para todo
estudiante: un mal lector es potencialmente un mal estudiante y hasta es
posible que sea un estudiante fracasado. Cuando se hace la prueba inicial para
ver desde dónde se parte con los alumnos que se tienen delante, es capital averiguar
y evaluar las destrezas básicas de la lengua con las que llegan los alumnos. Me consta
que somos pocos los profesores que lo hacemos, pero lo considero
imprescindible: un alumno con una mala eficacia lectora (esta es el resultado
de una ecuación donde se estudia la comprensión, la velocidad y la exactitud
lectoras; que no solo la velocidad como señala Luri, cap. 6), con una
deficiente expresión escrita, con un vocabulario escaso y pobre… Posiblemente
estemos ante un alumno con muchas papeletas para fracasar, pues con ese bagaje
mal podrá comprender un problema matemático, un tema de geografía o de historia…:
tardará mucho en comprenderlo (si es que llega a hacerlo: “Estúdiame la
lección” dice el niño de 5º o 6º de primaria a su mamá, es decir: que ella se
la lea y le allane un espacio confuso, quebrado, con simas insondables, con la
entonación, el sentido adecuado…).
Tenemos ya por tanto un PARA
QUÉ evidente del sentido de la lectura para todo niño de primaria o ESO: es un
medio necesario, imprescindible, para todo estudiante. El estudiante poco
avezado en la lectura es un estudiante que entra a la pelea del aprendizaje con
un brazo atado a la espalda.
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